Prologo

89 11 0
                                    

En lo profundo del océano se encontraba un hermoso castillo hecho de oro, con algunos corales incrustados en la estructura. Rodeado por un hermoso jardín de fauna acuática. A su alrededor, se juntaban todas las sirenas y tritones del reino, esperando ansiosos la llegada de su nuevo soberano. Sin embargo, sabían que no podían cruzar el arco de piedra, ya que al otro lado se encontraba la guardia real, custodiando el castillo.

Dentro del castillo, la servidumbre nadaba incansablemente, ocupándose de todos los preparativos, pues la noticia de la llegada del nuevo miembro de la familia real no se haría esperar.

Criaturas de todos los siete mares vendrían a dar sus felicitaciones, regalos y otros tesoros. En medio de toda la conmoción que se estaba formando, se escuchó un llanto que rebotaba por las paredes del castillo, provocando que todos se quedaran inmóviles, sin pronunciar palabra alguna.


En la torre más alta, la reina Elinor se encontraba en su habitación, rodeada de las mucamas del castillo, incluyendo a la sacerdotisa del reino, que había recibido a todos los antiguos gobernantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En la torre más alta, la reina Elinor se encontraba en su habitación, rodeada de las mucamas del castillo, incluyendo a la sacerdotisa del reino, que había recibido a todos los antiguos gobernantes.

Los habitantes acuáticos del reino le tenían miedo debido a los rumores. Decían que era una bruja que cargaba consigo una maldición, pero la reina ignoraba aquellos comentarios, ya que la conocía desde hacía muchos años, convirtiéndola en su mano derecha.

—Dime, Erina, ¿es niño o niña? —decía la reina exhausta después de dar a luz, con una débil sonrisa en su rostro.

—Es una niña —decía la sacerdotisa sirena. Su rostro tenía arrugas, mostrando su edad avanzada, además de tener el cabello blanco. Su cola era de color azul oscuro. Llevaba un velo en la cabeza del mismo color, dándole la forma de una mantarraya —. ¿Ya ha pensado un nombre, su majestad? —preguntó con la niña en brazos.

—Lo he estado pensando durante mucho tiempo —se acomodó en la cama para extender los brazos y tomar a su primogénita. Erina se la entregó con cuidado para no lastimar a la pequeña —. Vamos a ver, creo que tengo el nombre adecuado para ti —viendo los ojos azules de la bebé, lo supo de inmediato —. Tu nombre será Merida.

—Es un nombre con una carga muy pesada para una bebé, ¿no lo cree?

—Soy consciente de eso, pero sé que mi Merida será una gran reina.

Erina veía cómo su reina no podía apartar la vista de su hija, aquella escena le provocó ternura.

—Así que valiente, nada mal, mi señora.

—Sé que no te gusta usar tus poderes en público, pero quizás...

Antes de que pudiera terminar la frase, notó cómo todas las sirenas que la atendieron comenzaban a murmurar. Esto solo despertó su enojo, y les lanzó una mirada fría, provocando que todas volvieran a sus tareas.

—No se preocupe, majestad, lo mejor es que des... —dijo Erina, intentando calmarla.

—Todas salgan, necesito un momento a solas con mi confidente.

—Pero, su majestad —decía una de las mucamas.

—No lo repetiré—todas salieron nadando lo más rápido que pudieron; no querían ver a la reina enojada, pues se volvía aterradora cuando no se hacía lo que decía.

—Muy bien, ahora que estamos solas, puedes usar tus poderes.

—Así es, majestad, pero dudo que sean tan poderosos como su furia.

—¿Tú crees? Bueno, no importa, quiero pedirte un favor, aunque de seguro ya sabes el tipo de favor que te voy a pedir.

—¿Quiere que vea el futuro de su hija, no es así?

—Sé que no te gusta usar tus poderes, en especial tu clarividencia, pero quiero saber qué futuro le espera a mi hija, después de todo, es la futura reina de todo el océano.

—Está bien, pero solo veré un poco.

—Claro, te lo agradezco.

Erina se acercó a Merida para tomar sus pequeñas manos. Al hacerlo, sus ojos se volvieron blancos, señal de que estaba en búsqueda de los recuerdos futuros de la princesa.

—Esto es extraño.

—¿Qué ves?, ¿Merida tendrá problemas?

—No lo sé, esto es muy extraño —su cara se transformó en una mueca, preocupando a la reina.

—Dime, ¿qué es lo extraño? —le volvía a preguntar con insistencia.

—No veo nada.

—¿Qué? —preguntaba desconcertada ante las palabras de Erina.

—No puedo ver el futuro de su hija, solo veo una total oscuridad.

—¿Qué tiene de malo? Quizás es porque aún es muy pequeña.

—No sé cómo explicarle, su majestad, pero esto es imposible. Todos tenemos un destino escrito. Lo he hecho miles de veces y nunca antes había visto algo como esto. Me parece curioso.

—No creo que sea algo malo. No sabemos si el futuro le depara cosas buenas, a la vez que tampoco sabemos si le deparan cosas malas. Yo creo que solo dependerá del camino que quiera seguir Merida.


Nueva historia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nueva historia. 😅

Lo se, soy un desastre, tengo muchas historias más que debería terminar, pero que hago si mi mente me dice que publique otra.

Bueno, esta sera mi versión de la sirenita. Siempre he querido escribir una historia de TBF que tenga temática de sirenas. Solo que sera más moderna.

Secrets of the sea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora