Pecado en Las Vegas [HopeMin]

7

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Mientras los amigos de Hoseok lo miraban explorar tan íntimamente su cuerpo, ahora él estaba acariciando suavemente sus pulgares de arriba hacia abajo en su mojada carne rosa, el aprovechó la oportunidad para mirar atrás y adelante entre los dos hombres guapos, escudriñando sus pollas. Ninguna era tan larga como las gloriosas y no exageradas nueve pulgadas de Hoseok, lo que la había desafiado y entusiasmado para chuparla, pero ellos también estaban muy bien. Le gustaba el aspecto que tenían siendo sostenidas y acariciadas por manos masculinas. La de Yoon tenía una brillante cabeza rosa que lucía un poco de semen, mientras que la de TaeMin tenía una ligera curva y era curiosamente gruesa.

Ver ambos ejes le hizo anhelar ver de nuevo la del de hoyuelos; era tan grande y tan dura que pensaba que nunca conseguiría bastante de ella. Pero por el momento, estaba experimentando un conjunto de nuevas tentaciones. Sólo si ello complacía a Hoseok. Eso es todo lo que el quería. Ya había descubierto que complacer a este hombre era más de la mitad de la excitación.
Se inclinó, tomando su rostro entre sus manos, y le susurró en voz baja. — Dime qué más quieres.
Sus ojos oscuros parecían consumidos de deseo. —Quiero un montón de cosas. De alguna manera tenía la sensación de que quería lo mismo que el de pronto estaba tan tentado a hacer. Uno de ellos tenía que decirlo. Habló aún más bajo. — ¿Quieres compartirme?

Su respiración se hizo pesada, su respuesta sin vacilar. —Sí—. Sin embargo, sus cejas instantáneamente se unieron. —Pero sólo si quieres eso, también. Sólo si estás al cien por cien en ello. El sonrió, siempre el chico malo. Este fluía por sus venas, como parte de su sangre.
Jimin lo besó, duro y rápido, luego se echó hacia atrás erguido, sorprendido por su deseo, aturdido por su audacia, y listo para estremecer a todos de nuevo. Miró hacia Yoon y TaeMin, y luego se dejó dar rienda suelta a una antigua fantasía. — ¿Chicos quieren besar mi abdomen y pequeños pezones? El menor tuvo solo el tiempo suficiente para capturar el asombro y la emoción en el rostro de cada hombre antes de que los rostros ambos se doblaran hacia sus pecho. Y así cuando cada uno de ellos tomó un pezón en sus bocas, Hoseok se fue hacia el, barriendo su lengua sobre la longitud de su eje. Él dejó escapar un suspiro de placer, luego se echó hacia atrás un poco más en el lujoso asiento y separó aun más sus piernas.

Jimin nunca había experimentado tal descarado éxtasis. Tener tres hombres
chupando y lamiendo sobre el al mismo tiempo le llenaba de un placer indescriptible que sólo había soñado. Le encantaba mirar hacia abajo para ver las tres bocas complaciéndolo de manera que cada uno se sentía diferente. Yoon chupaba duro una de sus tetillas, haciendo que sienta el tirón en lo profundo de su pecho. Taemin, por el
contrario, entregaba calientes y pequeñas lamidas a través de su otro duro perlado
pico, dejándolo con una apariencia graciosamente húmeda entre sus chupadas.
Cuando él cambió para chupar, Jimin podría decir que pasaba la punta de su lengua alrededor de su pezón incluso mientras tiraba suavemente de éste con sus labios.

Más abajo, Hoseok entregaba el mayor goce de todos. Cada movimiento de su
lengua caliente era como un camino de fuego corriendo a través de su pene. —
Mmm, sí— ronroneó el menor, mirando hacia él por encima de las cabezas de
Taemin y Yoon. Con su boca aún enterrada entre su miembro y su entrada trasera, Hoseok miró hacia él, sus ojos vidriosos, parecía borracho, lo cual era lo que quería. Quería que todos estuvieran totalmente intoxicados con los demás.

Afuera de los cristales tintados, las brillantes luces de Las Vegas destellaban
alrededor de ellos, a través del techo abierto, la iluminación de un
millón de bombillas alumbraba lo suficientemente para que tuviera una hermosa vista de los tres hombres complaciéndolo con sus húmedas bocas. Él empujó su base hacia Hoseok, jadeante, a sabiendas de que se correría pronto. Un placer intenso se levantaba en su interior, por lo que su eje se sentía ligero y pesado al mismo tiempo, haciéndolo sentirse tan perdido que bombeaba su cuerpo sin pensar en las
gloriosas bocas sobre el.