Capítulo único

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—Omi-kun, escuché por ahí que te gusta el chocolate blanco

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—Omi-kun, escuché por ahí que te gusta el chocolate blanco.

En el momento que Suna escuchó aquella frase, supo que lo que se venía no era nada bueno.

Tuvo que tomar unas cuantas respiraciones antes de atreverse a mirar lo que sucedía. Y realmente no era como si se considerara una persona chismosa, mas cuando se trataba de Atsumu... tenía que ver sí o sí cómo se humillaba a sí mismo.

Era su pasatiempo favorito.

Se detuvo en la salida del aula, volteando a ver la escena que estaba a punto de ocurrir delante de él. Osamu, quien también se dirigía a la salida, chocó contra su espalda en cuanto se detuvo de forma abrupta, mascullando un insulto por lo bajo. Este no hizo amague de mirar hacia las dos personas que habían captado la atención de los pocos estudiantes que quedaban en el aula justo antes de salir de clases.

Al parecer ya estaba bastante acostumbrado a ver a su hermano hacer el ridículo. Bueno, después de todo vivían juntos. Debía ser su pan de cada día.

Demonios, quería sacar su celular para grabar, aunque el solo pensarlo lo aburrió. Se limitaría a observar con atención para obtener material suficiente para fastidiar al rubio.

Atsumu Miya apoyó las palmas de las manos en el asiento de Kiyoomi Sakusa, quien hizo una mueca al notarlo tan cerca de su rostro. Claro, Suna solo pudo notar el ceño fruncido ya que el pelinegro llevaba puesto su particular cubrebocas, pero al verlo alejarse del rostro de Sakusa y el cómo guardaba apresurado sus cosas en la mochila supo que no era de su gusto el tenerlo a esa distancia.

¿De verdad Atsumu pensaba que así lograría conquistar a Sakusa?

El hecho de que el rubio estaba enamorado de Sakusa era conocido por... básicamente todos. Suna podría decir que era algo de dominio público. Sin embargo, no estaba muy seguro si la persona en cuestión lo sabía.

Probablemente, Sakusa solo pensaba que Atsumu era un tipo demasiado intenso y pegajoso que no podía quitarse encima. Y aun así, no alejaba por completo al rubio, ya que Suna recordaba haberlos visto hablar en varias ocasiones.

Pero al parecer Atsumu estaba dispuesto a dar ese paso. El paso para confesarse. Y, por lo que se podía ver, aún estaba en la etapa de prueba.

—No sé de dónde sacaste esa información, pero ahora mismo no me intere...

—¡¿Te gustaría compartir estos Pocky conmigo?!

Suna ocultó su mueca de burla detrás de su palma, mas no pudo evitar soltar una risa resoplada. Y no fue el único, porque vio de lejos cómo Ginjima tosía de forma disimulada para no lanzarse a reír. Otros compañeros solo voltearon a mirar a otro lado, probablemente porque la situación era algo difícil de contemplar.

Ahí estaba. La dulce y satisfactoria humillación pública, de la cual al parecer Atsumu era todo un experto cuando se trataba de Sakusa.

Una vez le preguntó por qué se esforzaba tanto para estar cerca del pelinegro y la respuesta que obtuvo fue: Sunarin, ¿quién no hace locuras por amor?

Un solo suspiro |OsaSuna|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora