Evitemos compartir momentos que voy a atesorar

2 0 0
                                    


Tonta de mi. Paso importante y regla irrompible para no dejar que nadie entre a tu vida "No compartas cosas que disfrutes con alguien más". 

La trastedad es la protagonista de mi vida.  Parece que la ley de Murphy se aplica muy bien cuando se trata de cometer errores y hacer que las cosas me salgan mal. No sé que pasaba por mi mente cuando decidí hacer apuestas, si definitivamente la suerte no estaba de mi lado. El primer trato fue comprarle su adorada Coca cola si yo volvía a fallar, cosa que paso. Sin embargo, no había riesgos en regalar una Coca Cola, tan solo iba a perder unos pesos. Decidí seguir jugando con fuego. Segundo trato, comprarle un helado si las cosas me salían mal. Bien dice el dicho "El que juega con fuego, se quema" y definitivamente si me quemé (no literalmente).

Para la segunda apuesta, se me ocurrió la brillante idea de comprar helados para los dos. Fuimos a un centro comercial, pedí dos helados, nos sentamos a comerlos y empezamos a charlar. Parecía algo inofensivo, no era nada malo, solo era comer helado con un compañero. Pues no, el helado es una de mis cosas favoritas y cometí la tonteria de compartirlo con alguien como si se tratara de una cita. La verdad fue que los helados se terminaron, pero nosotros seguíamos. Hablamos por horas. Escuche sus relatos, algunos de sus problemas, sus pensamientos, escuche todas las cosas que él moría por compartir con alguien que pudiera de verdad comprenderlo. Terminamos por compartir la mayor parte del día juntos. No nos percatamos del pasar del tiempo, no notamos que los minutos se hicieron horas, no nos aburrimos ni un instante el uno del otro.

Fue un día agradable, fue una tarde genial, fue un helado magnifico, con una persona especial.

Cada uno debió volver a casa. Él me acompaño a tomar el bus. Habíamos pasado muchas horas juntos. No sabia en que momento habíamos hablado tanto. Mi bus llego. Nos alejamos. Puedo confirmar que volví a casa con una sonrisa en mi cara. De verdad la había pasado muy bien, había sido un buen día. Tenía la sensación de haber ganado a un amigo, alguien que podría confiar en mi siempre y a quien yo podría ir en busca de apoyo también. Necesitaba ese tipo de amistad en mi vida, pero también había una preocupación creciendo en mi interior. 

Requería mucho esfuerzo tratar de no pensar en él.

Nuestra maravillosa historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora