Capítulo 1. Aarón.

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Menudo resacón tenía. A las siete de la mañana aun estaba volviendo a mi pequeño apartamento, serpenteando por las céntricas calles de la capital.

El ascensor no iba. Subí las escaleras torpemente hasta llegar al cuarto piso. Después de varios intentos, conseguí abrir la puerta. Me desnudé y me tiré en la cama. No recuerdo nada más.

Eran las dos y media. Unos ruidos que provenían del apartamento de al lado me habían despertado. Me extrañó mucho. Desde que yo estaba viviendo allí, aquel apartamento permanecía vacío.

Me levanté. Me dolía muchísimo la cabeza, las voces que venían del otro piso retumbaban en mi cabeza con fuerza, tenía la vista nublada, me costaba mantenerme en pie. Mi aliento olía a rayos. Que asco. Por un momento me invadieron unas ganas terribles de vomitar. Desde luego, aquella noche había bebido demasiado alcohol.

No me lo pensé dos veces, fui al baño y me di una larga y fría ducha. Las gotas heladas se clavaban en mi cuerpo, y a la vez limpiaban el peso de las bebidas alcohólicas.

Salí de la ducha. No me sequé el pelo y me puse un chándal. Ese día no iba a salir de casa. No tenía ganas de nada, estaba derrotado. ¿Qué comería? No tenía ganas de cocinar. Busqué un folleto de una pizzería entre todos los papeles que tenía en el mueble de la entrada, y llamé para encargar una de jamón y queso.

Estaba muy sabrosa, y desprendía un olor que le daba hambre a cualquiera.

Tras terminar de comer la pizza tamaño familiar, me tiré en el sofá con la intención de echarme una profunda siesta, pero me resultó imposible. Los ruidos del piso de al lado no cesaban, y ante la curiosidad, fui hasta la puerta y miré por el ojal.

- Madre mía. - dije para mí mismo, en voz alta.

Había visto a una chica despampanante cargando una caja enorme hasta el interior de su vivienda. Qué pelo. Qué sonrisa. Que curvas. Una mujer de infarto, y al parecer, había más mujeres que la acompañaban.

En cuanto los sonidos de su apartamento comenzaban a amainar, me puse unos pantalones vaqueros y una sudadera, y me dirigí a timbrarles.

Una chica rubia de ojos azules, tan alta como yo, me abre la puerta. Guau. ¿Qué eran?, ¿modelos?

- Hola, ¿quién eres? - me pregunta, mirándome de arriba a abajo.

- Hola. Soy Aarón, vuestro vecino de al lado. Si necesitáis algo...

En esto, veo a la chica de antes, al fondo del pasillo. Le guiñó un ojo. Se me queda mirando con cara de asco, y se acerca con paso decidido a la puerta.

- No necesitamos que ningún guaperas nos ayude a vaciar las cajas de la mudanza. No hemos venido de Nueva York a Madrid para ligar. - me espeta. - Y deja de mirar desde el ojal de tu puerta, cariño, te pillé.

Mientras yo me quedaba embobado escuchando su marcado acento americano, ella intenta cerrarme la puerta en las narices. Puse el pie, y provoqué que me lanzase una mirada desafiante.

- ¿Qué tengo que hacer para que te vayas? - me dice. Su expresión facial era difícil de descifrar.

Cold Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora