Capitulo IV: ¿¡Eres tú!?

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La pequeña tropa escogida por el faraón ya se encontraba rumbo al Bajo Egipto, llevaban puestos unos harapos para parecer aldeanos y pasar desapercibidos de los guardias que se encuentran en la entrada, sabían que el nuevo faraón Mon-El era muy tirano con los extranjeros en especial con los del Alto Egipto. Después de hora y media a paso normal, han llegado a la entrada del lugar y se ven varios puestos de mercancías, parece una zona comercial, pero el rostro de las personas no mostraba nada más que miedo, y la gran cantidad de guardias en cada espacio daban mucho que pensar.

—¿De dónde vienen, forasteros?—Preguntó el guardia que se encargaba de dejar entrar o no a los extranjeros.

—Somos médicos y venimos de Saba, es un pueblo no muy lejano de aquí— Respondió el General J'onn colocándose en frente del guardia.

—¿Cuál es el motivo de su visita al Bajo Egipto?

—Venimos en busca de un colega que reside aquí, cuando lo encontremos enseguida nos iremos—volvió a responder J'onn.

—Si me das cinco libras egipcias por cabeza los dejo pasar sin problemas, no me convence lo que dices.
El equipo se miró y sabían que no había tiempo para perder así que aceptaron lo que pedía el guardia.

—Sean bienvenidos al Bajo Egipto, pásenla bien— finalizó el guardia recibiendo el dinero y dejando pasar al grupo.

Después de pasar la zona comercial, todos quedaron atónitos con lo que veían, era como otro mundo, casas a punto de derrumbarse, mendigos en todas partes, y en todas las calles había un olor a muerte que colocaba los pelos de punta.
Muestras pasaban, un niño de aproximadamente cuatro años, le da un pequeño tirón a la ropa de Kara, haciéndole una seña con sus manos que claramente decían sí tenía algo para regalarle; Kara saca de su bolsa un pedazo de pan, y el rostro del pequeño era felicidad pura, como si nunca hubiera visto comida, el niño le agradece asintiendo y se va corriendo.
Cuando Kara intenta reincorporarse con el grupo, no puede pasar por desapercibido una discusión entre un mercader y una mujer de avanzada pero no mucha edad.

—¡Esta es la quinta vez que vengo para que pagues la deuda que tienes conmigo!— gritó el hombre encolerizado.

—Dame tres días más, por favor, juro pagarte lo que te debo, pero apenas y me alcanza— soltó la mujer en su defensa.

—¿¡Tres días más!?, ¿¡Te parece que puedo esperar tres días más!?, ¡Eres una ladrona!— dijo el hombre levantando la mano con la clara intención de golpearla. La mujer se encogió para recibir el golpe, pero notó que nunca llegó, al levantar el rostro y ver que sucedía, vió a una joven cuya belleza parecía de deidad, esa belleza la reconocía muy bien, era como un recuerdo viviente de alguien que alguna vez tuvo pero que perdió.

—No me parece que esta sea la forma de solucionar un problema— dijo Kara con total serenidad pero con una ira en esos profundos ojos azules mientras sostenía la muñeca del hombre e interrumpiendo la trayectoria del golpe.

—¿Cuánto te debe esta mujer?, Yo te pagaré lo que sea que te deba—dijo Kara sin una pizca de duda en sus palabras y soltantando la muñeca del hombre para que respondiera.

—Veinte, veinte libras egipcias—respondió con una mueca de dolor mientras se sobaba la muñeca y asombrado de que una extraña ayudara a una ladrona como si nada.
La mujer no dejaba de mirar a Kara, seguía atónita y no podía creer que la volvería a ver.

—Tome, y espero que no vuelva a molestar a esta mujer.

—Lo haré si no vuelve a pedirme préstamos— dijo esto último y se fue.

—¿Se encuentra usted bien?— dijo Kara dirigiendose hacia la mujer que al verla de frente se pone más pálida.

—Kara,¿¡Eres tú!?— fue lo único que pudo salir de la boca de la mujer, se quedaron mirando fijamente y fue ahí cuando la mujer se percató de lo que había dicho.

—¿Cómo es que usted sabe mi nombre?— pregunto Kara muy sorprendida ante la situación, la mujer rápidamente se puso de pie y comenzó a correr y en un abrir y cerrar de ojos había tomado cierta distancia; Kara intento seguirle el paso pero sintió una mano en su hombro.

—Hey ¿Quién era esa mujer?— era Alex quien la había detenido.

—Pensé que era algún conocido pero cuando me acerqué salió corriendo, creo que se asustó— respondió Kara con la intriga de saber cómo es que esa mujer conocía su nombre.

—Bien, no te separes del grupo y no tengas contacto con las personas de aquí, debemos encontrar a ese médico e irnos de aquí antes de ser descubiertos— Kara asintió y prosiguieron con la búsqueda.

Habitación de Lena.

Lena se encontraba tumbada en su inmensa cama pensando como carajos le explicaría a Kara de que ella es la hija del faraón y que por obvias razones no podían seguir viéndose, pero también tenía miedo de enfrentar a su madre, sabía que le sacaría la verdad sólo con una mirada. Y como por arte de magia, la puerta de la habitación se abre dándole paso a Lilian quien a simple vista se le notaba el estrés de todo lo que estaba pasando. Lena casi automáticamente se sentó en la orilla de la cama esperando el interrogatorio de su madre.

—Ahora sí me dirás qué pasó anoche y quiero que sea la verdad—dijo Lilian colocándose en frente de Lena con los brazos cruzados y una expresión expectante.

—Mamá, te juro por RAO que yo no quería salir, le dije a papá que no me sentía lista pero el solo me dijo que tenía que acostumbrarme a eso y que era una orden.

—Sabes que no es lo que me interesa saber— Lilian sabía que si presionaba más a Lena, le sacaría toda la verdad con lujos de detalles. Lena no respondía y Lilian perdía la poca paciencia que le quedaba, tener a su hijo postrado en una cama por algo que por el momento no tiene solución, y ahora Lena llega a la casa después de una luna con un insoportable olor a sexo, la tenían a punto del colapso.

—¡Habla ahora!.

—¿¡Y qué quieres que te diga!?,¿¡Que tuve sexo!?, ¡¡Pues si!! Era lógico que era eso lo que pasaría— Lena tenía vergüenza, pero la rabia que sentía por tal humillación era más grande, sabía que eso era lo que su madre quería. Lilian la miró fijamente satisfecha de que su suposición era cierta.
—¿Con quién pasaste la noche?, Esta es mi última pregunta.

—No lo sé, nos dejamos la forma animal— mintió fingiendo vergüenza, sabía que al describirle a Kara y que se enterara que es un soldado sería el fin de ambas.

—¿Cómo era su pelaje?.

—Dijiste que era la última pregunta— esta vez Lena la enfrentó y Lilian se dirigió a la puerta sin dejar de tener esa expresión de molestia.

—Quédate aquí hasta que se te quite ese horrible olor a sexo, no quiero que riegues esa inmundicia por toda la casa— Dijo saliendo.
Lena suspiró fuertemente y se lanzó de nuevo a la gran cama, la primera tribulación acaba de pasar y la que viene es igual de fuerte, su ser racional le dice que debe frenar todo antes de que empeore, no quiere meter a Kara en líos, pero su cuerpo dice todo lo contrario, quiere sentirla dentro de ella nuevamente y en ese debate de pensamientos se quedó dormida.

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Hoy nuevamente estoy aquí, gracias por su espera, subí el CAP tarde pero lo subí, los amo muchoooo 😛 y estaré publicando más seguido ahora.

Juramento Eterno (SuperCorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora