Capitulo 1

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Volkov

Era una tarde normal en la comisaría. Por alguna razón, notaba el miente distinto. Todos los agentes estaban normales, como siempre, a veces patrullaban, atendían denuncias... pero yo seguía sintiendo algo extraño. Quizás el mensaje de Conway diciendo "A ver si hablamos" tiene algo que ver. Pero sentía algo en el aire y en la boca del estómago que que no era capaz de entender... Como me esté poniendo enfermo, es justo en el peor momento.

Abrí la puerta y entré a la sala de reuniones. Recordé la reunión que tuvo la malla con Conway, y no pude evitar reírme un poco. Recogí un par de papeles que había por ahí par llevarlos a archivar, cuando escuché gritos de Millar en la planta baja.

M: Cálmese, caballero, por favor. ¡No, no puede ir por ahí!

Cuando abrí la puerta me choqué con un cuerpo grande. Dí un par de pasos para atrás y hablé antes de fijarme en quien tenia delante.

V: Disculpe, no sabía que iba a pasar por aquí, de todas formas, un civil no puede entrar por esta puerta si no es escoltado por un agente...

H: ¿Volkov?-me interrumpió.

La voz era demasiado familiar. La tenía grabada a fuego en mi mente y no era capaz de olvidarla después de tantos años y un coma. Me fijé en la persona que tenía delante. Seguía siendo algo más bajito que yo, pero ahora era mucho más grande. Su cresta estaba en su sitio, algo más despeinada, pero era la misma, igual de característica. Me quedé mudo, mi mente era un torbellino de emociones y pensamientos que no acababa de resultar en nada. Hubo un silencio demasiado largo para mi gusto, y supongo, que para el suyo. Le vi moverse incomodo, cambiar el peso de una pierna a otra.

M: Jefe, este señor ha venido a poner una denuncia sin ningún sentido.

En ese momento, parece que tanto Horacio como yo volvimos a la realidad, y sentir como mis pies volvían a tocar el suelo.

H: Si, es cierto. Mi queja no tiene ningún fundamento. Lamento las molestias.

Se dió la vuelta y se fue. Necesitaba hablar con él. Pero reaccioné tarde, y cuando quise salir para llamarlo, ya ví como se había montado en un coche y este arrancaba para irse de allí.

Horacio.

Llevaba 20 minutos discutiendo con un policía inepto dentro de la maldita comisaría para poner una denuncia a un señor que me había robado 35 botellas de agua ya limpias para la venta y ganar dinero, justo porque el mercado estaba bajo.

H: Vamos a ver, que yo solo quiero poner una denuncia a un señor que me ha robado 35 botellas de agua.

M: Le entiendo señor, pero no tenemos nombre ni nada asi que...

H: ¡Pero bueno! Esto no era así antes, voy a buscar a un superior, ¿se sube por aquí a los despachos?

M: Cálmese, caballero, por favor. ¡No, no puede ir por ahí!

Me dirigí hacia una puerta, cuando choqué con un cuerpo fuerte, y alto, que tenía un olor demasiado característico. Demasiados recuerdos vinieron mí. Cuando empezó a hablar su voz me confirmó todo lo que pensaba. Le miré a los ojos, y aunque en ellos reconocí a Volkov, a uno bastante más mayor, pero tan atractivo como siempre. No sabía qué estaba diciendo, y yo solo pude pronunciar su nombre para pararlo.

Nos quedamos mirando durante unos minutos. Era Volkov. Ya sabía que había despertado, que seguía trabajando y demás, pero no sabía que me lo iba a encontrar en la comisaría. El seguía igual, fuerte, atractivo y lleno de esa luz que lo caracterizaba.

Entonces, volví a la realidad. Yo no era el mismo. Era más... grande... No me podía creer nada. Mi cabeza daba vueltas y solo quería irme de allí corriendo. Pero no podía. Sus ojos me envolvían y me atraían porque los sentía tan clavados en mis pupilas que no era capaz de soltarme. Pero lo intentaba, me intentaba mover, pero solo era capaz de apoyarme en una pierna o en otra, no de echar a andar. Entonces, cuando el señor que me estaba atendiendo interrumpió ese juego de miradas, volví a la realidad.

M: Jefe, este señor ha venido a poner una denuncia sin ningún sentido.

Excusa perfecta para huir. Por muy mal que suene.

H: Si, es cierto. Mi queja no tiene ningún fundamento. Lamento las molestias.

Salí corriendo de allí. No podía aguantarlo. El coche esperaba en la puerta de comisaría con Gustabo de piloto. Mientras abría la puerta del coche, miré hacia detrás y le vi parado en la puerta de comisaría, mirándome.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora