Capitulo 4.

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Salí del hospital con la sangre hirviendo.
Había estado años en coma. Desperté solo y Michelle fue la única que estuvo ahí. Y yo he estado aquí, ahora mismo, y lo único que he recibido ha sido un "¿qué coño quieres, Volkov?" "Soy Gustabo, lo siento. Podemos hablarlo después." "Gracias por venir, espero que podamos hablar".

Me tendrían que estar vacilando. Salí empujando las puertas, chocándome con la gente lleno de una rabia que solo sentí una vez en mi vida.

Salí a la calle maldiciendo y con un cigarro en la boca que me encendí en cuanto atravesé las puertas principales.
Hile los cigarros uno detrás de otro mientras iba caminando hacia la comisaría, ya que había venido en la ambulancia.
Cuando llegué a mi despacho en la comisaría me encendí el último.

V: Говно... Говно...

Cuando dejé de maldecir, me senté en el sillón. Me di la vuelta y saqué del armario la botella de vodka. No debía beber de servicio, pero era el puto jefe y el FBI entero estaba en el puto hospital de los cojones con el niño bonito de Horacio.

Bebí hasta que mi móvil sonó. Cuando vi el nombre en el teléfono colgué. No quería saber nada de ellos. Ni de nadie. Abrí la radio.

V: A toda la malla. Salgo de servicio, pero voy a estar en el despacho. Solo emergencias. Cosas importantes, sino os vais a la puta calle.

Cerré. No quería escuchar sus putos 10-4 de mierda.

Volví a beber. Y me quedé dormido en el escritorio. No se cuanto tiempo pasó, pero me despertó un golpe en la mesa.

C: Mira, tenemos aquí a la puta bella durmiente. Ahora entiendo porque me colgabas e ignorabas mis llamadas. ¡Estabas echándote una siesta! Lamento haber interrumpido tu sueño, princesa.

Me incorporé con un dolor de cabeza terrible. Vi a Conway delante de mi. Estaba rojo de la ira y parecía que la vena de su frente iba a explotar en cualquier momento. Detrás de él Horacio y Gustabo nos miraban preocupados.

V: Fuera de mi comisaría. - fue lo único que atiné a decir.

Jack se río.

C: No, Volkov. Esta será tu comisaria, pero mira esto- puso su placa de FBI sobre la mesa de un manotazo-. Soy tu puto superior porque pertenezco a un cuerpo de rango y funciones superior al tuyo. Esta será tu comisaria, pero no me puedes echar de ella.

Me recosté en la silla, dando gracias a Dios de que aún llevará las gafas de sol puestas. No abrí la boca. Solo mantuve la mirada a Conway.

G: Deberías calmarte, Conway.

Me reí.

V: ¿así es como tratas a tu padre, Gustabo? Por Dios, Conway. No se como quiere controlar a mis agentes si ni su hijo le respeta a usted.

C: Mira, Volkov, por el aprecio que te tengo no voy a tomar en cuenta tus palabras y la mierda que estas diciendo. Pero me gustaría saber que cojones te pasa.

V: Nada, Conway. Porque al parecer a mí no me puede pasar nada. A usted le respeto. Con usted no tengo ningún tipo de problema. Es la mera presencia de los dos traidores que tiene detrás lo que me altera. El hombre que me disparó en una pierna para proteger al enemigo, y el hombre que me disparó en el pecho e hizo que estuviera durante años en coma y casi muera. No entiendo la justificación de Gustabo, por mucho que "Pogo" fuera otra personalidad y que ya esté curado. Pero entiendo menos el porqué Horacio no está en la puta cárcel por traición. Pero, Conway, por mucho que a usted le respete, sigo sin ser capaz de entender como me dejó solo en esta puta ciudad de mierda. Usted que era como un padre para mi, que me enseñó todo lo que se. Usted me abandonó. Exacto. Eso es lo que me pasa. Que me siento abandonado. Ahora y durante los años que estuve en coma. Desperté solo y con amnesia. No recordando un puto día que pasé en el CNI. Tuvo que venir Michelle, ¡Michelle!, a explicármelo. Que se lo agradezco en el alma, Conway. Porque fue la única que estuvo ahí. No como usted. Usted tenía que haber venido. Pero no, fue un puto egoísta. Y volvió después, ¿para qué? ¿Para limpiar su conciencia? ¿O para ayudarme a limpiar la ciudad como dice? Mire, Conway, a otro perro con ese hueso, que yo de tanto roerlo he afilado mis dientes. Ahora, si me disculpan, quiero estar solo. Salgan de mi despacho. Eso si me lo concederán, agentes especiales, ¿no?

Conway salió en silencio y destilando enfado por todos los poros de su piel. Gustabo me miró con dolor en sus ojos, pareciendo francamente arrepentido. Le ignoré  resoplando.

Pero la mirada de decepción que me echó Horacio fue la que más me dolió, y aunque no quise demostrarlo, no sé hasta qué punto la cara de asco que le puse fue creíble.

Cuando se fueron y cerraron la puerta, me levanté corriendo para echar la llave.

Ahí fue cuando rompí a llorar por primera vez en mucho tiempo.

¿Otra vez tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora