Miradas

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Apenas dio la media noche yo me puse de pie y agradecí a los comensales con una reverencia procedí a esconderme en la parte de atrás del restaurante. Sabía que el seguí aquí, y no podía encararlo. No estaba lista. Jamás lo estaría.

La brisa salina acaricia mi cabello justo antes de sentir las uñas de Sesshoumaru acariciar mi cuello, rodeándolo, mi cuerpo es jalado hacia atrás deteniéndome contra su pecho. Lentamente su mano sube hasta sujetarme mandíbula levantan mi rostro hacia el quien yace detrás de mí. Mis manos se elevan buscando el contacto de piel. Sus ojos se cierran ante mi caricia acercándome más a él.

- Sesshoumaru- susurro su nombre recordando nuestra "historia". Me atacan los recuerdos de largas noches enredados en sabanas, de mi cabello siendo halado por él, mi piel siendo marcada.

Me abrazo a mí misma una vez en los vestidores, viendo mi reflejo en el espejo. Mi cuerpo envuelto en un largo vestido de satín blanco, mi cabello cubriendo la desnudez de mi espalda besada por el sol, mis labios rojos, mis ojos verdes llenos de lágrimas al sentirme débil frente a mis memorias.

- Sesshoumaru, haz pensado alguna vez seguir con el legado de tu padre... es decir, tener una esposa, descendencia... - me aventure a preguntar protegida por la oscuridad de la noche. Sesshoumaru quien siempre fue un hombre de pocas palabras enmudeció aún más.

Pasaron varios minutos en los que ninguno de los dos dijo nada. Ah-uh caminaba frente a nosotros junto con Jaken y Rin dormida en su espalda. El sonido del bosque nos rodeaba y hacia menos incomodo el momento, un búho se cruzó por nuestro camino haciéndome retroceder por la sorpresa, rozándome con él. Sus manos en mis hombros me sostuvieron antes de hablar.

- Jaken, adelántense – al ver al pequeño demonio dudar, su voz se endureció –Es una orden! – la firmeza de su voz provoco que mi piel se erizara. Había tocado una fibra sensible. Pero sentía que tenía cierto derecho. Hacía ya varios meses, bastantes meses que estábamos teniendo algo físico. Hacía varios meses que me entregue a él sin dudarlo.

Sus manos no me dejaban ir. Él sabía que estaba nerviosa, él podía oír mi corazón y mi respiración, eso me había quedado hacía mucho tiempo.

- Asuka, si hay algo que desprecio más que los humanos es la debilidad, desposar a alguien por...amor – pude notar lo difícil que fue para el decir esa palabra – y no por poder o alianza, sería una estupidez. Solo me interesa el poder, crear un imperio. Mi imperio. – baje la mirada hacia sus espadas.

- ¿Y en tu magnifico plan para convertirte en el youkai más poderoso, como participamos Rin y yo? – sabia la respuesta, Rin y Jaken ya habían tenido una conversación similar. Pero, Sesshomaru salvo a Rin de regresar con los humanos, me salvo de la muerte a manos de Hakudoshi cuando quiso utilizarme contra él. Después de dejarme morir claro.

- Muertas – susurro. Sentí sus manos liberar la presión en mis hombros dejándome ir.

Me gire hacia el con violencia con evidente temor en mis ojos.

- ¿Entonces porque nos salvas siempre? ¿Porque eres un héroe para nosotras? ¿Porque...- no podía decirlo, mi voz empezaba a quebrarse – Porque me haces amarte? – su rostro se desfiguro cayendo en la incredulidad.

Retrocediendo lentamente, cubriendo mi boca utilizando cada gramo de fortaleza y dignidad para no llorar frente a él. Sintiéndome lejos de su alcance me di la vuelta corriendo hacia nuestro campamento. Velozmente tome una mochila que Kagome hizo el favor de armar para mí en uno de sus regresos a su época, bese la cabeza de Rin estrechándola entre mis brazos. Cuando me disponía a perderme en la oscuridad, escuche sus pasos detrás de nosotros.

En sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora