Reencuentros

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El frio marfil de las teclas acaricia mis dedos con suavidad mientras deslizo las manos sobre el teclado del gran piano de cola posicionado en el centro del lujoso restaurante. Interpretando música contemporánea o haciendo complacencias. Rodeada de mesas con personas adineradas paso inadvertida, así como ellos para mí. Una noche más, 15k yenes más directo a mi bolsa, más la propina. Las risas y las charlas acompañan las notas como si de su letra se tratara. Una noche tranquila de miércoles y muy cerca de terminar mi turno, solo 45 minutos más y poder irme a casa.

Una mirada sobre mi espalda desnuda, me hace girar la mirada sobre mi hombro provocando que me arrepienta en ese segundo. Tres personas sentadas en un rincón, apenas acomodándose en una mesa siendo atendidos por Mistuki. Una cabellera negra y dos plateadas que conozco muy bien.

"¡¿Que rayos está haciendo el aquí?!" mi cabeza empieza a girar solo por el dorado de sus ojos. Recuerdos e imágenes pasan frente a mis ojos, recuerdos que quisiera olvidar. Han pasado 5 largos años desde la última vez, y hubiera preferido morir sin verlo de nuevo.

Mis dedos rápidamente se deslizan cambiando la melodía acompañando las notas con mi voz. Canciones en inglés empiezan resonar en las paredes haciendo que algunas personas se giren por el cambio que hubo, en mi voz es perceptible el dolor y la ira.

Puedo sentirlo acercándose, no necesito girarme ni abrir los ojos para saber que está justo detrás de mí, su esencia esta tan presente en mi ser como ese primer día.

- Hmph – la desaprobación en su tono me hace trastabillar haciendo que me gire de nuevo. Es aun mal alto de lo que recodaba, ahora puedo notar sus ropas, algo tan inusual, tan nuevo, pero tan él. Un chaleco negro sobre una camisa blanca, pantalones de vestir negros y unos zapatos bien lustrados.

Su cabello se ve más corto, y en sus dedos puedo ver unos anillos que me recuerdan mucho a su armadura, pero su fría mirada no cambia. Su rostro impasible, estoico. Sin importar cuan fuerte lata mi corazón contra mi pecho y lo difícil que me sea mantener la compostura, el mantendrá su distancia y su personaje.

- I don't wanna be you, anymore – susurre siguiendo con otra melodía un poco más alegre. – Bienvenido a la modernidad...Amo Sesshoumaru – su nombre salió como una grosería de mis labios. Algo que no debe ser pronunciando, que no tiene ese privilegio.

- Hmph, 500 años y sigues siendo una irreverente. Tan típico de las mujeres de tu época – con estas palabras como saludo me dio la espalda regresando al lado de Kagome e Inuyasha.

Los meseros me miraban buscando una explicación a lo que acababa de pasar, pero más que eso. Me pedían una explicación al aspecto de ese personaje, ya que era igual a Ryuuji, mi hijo. 

En sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora