Día siete.

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Allen había llegado corriendo de la escuela junto a el amigo de Serim, Kang Minhee, obligando a aquel pelinegro de labios grandes que corriera porque se supone que tú eres jugador de fútbol. mientras que este se quejaba muy en lo alto porque Serim no se movería del hospital para encontrarse con Allen allí, según lo que Minhee le había dicho al castañito, sus compañeros de equipo realmente pensaban desde hace mucho que Park Serim era gay por el simple hecho de mencionar a Allen cada cuatro minutos en alguna oración o comparación y, siendo sinceros, Allen no pudo evitar que el color invadiera sus mejillas y empezar a tartamudear en un intento de justificar a Serim.

Tomaron el ascensor con mucha prisa y cero paciencia y al momento de que las puertas de acero se abrieron Ma rápidamente tomó entre sus pequeñas manos la muñeca de Minhee para llegar lo más pronto posible con aquel carismático rubio, el regalo mal envuelto en papel celofan transparente que Kang mantenía difícilmente en sus manos titubeo entre si caerse o no. Por suerte habían llegado más rápido, antes de que la caja se cayera al piso.

Allen pateó la puerta con una sonrisa y los mayores encargados de Serim pegaron un brinco por el susto, al castañito no pudo importarle menos al fijar su mirada en Serim parado si la necesidad de muletas.

— ¡Serim hyung!. —Chilló contento corriendo a abrazar a el mencionado, éste cayendo de culo a la cama.

— Te dije que no tardaría en llegar. —Murmuró en lo alto Jiwon sintiéndose incómoda por la cercanía de aquel extraño pelinegro que jamás había visto.

Mientras la parejita charlaba de temas triviales en voz baja, Jiwon giraba en torno al cuerpo de Wooseok para no estar ni a un metro de distancia de aquel extraño pelinegro que seguía mirándola con ojos raros balbuceando cosas por lo bajo.

— Ouh, Semiii~, Minhee te trajo un regalo. —Comentó Allen después de ayudar a Park a pararse.

El mencionado dejó de mirar con ojos de cachorro a el chico de rostro fino más alto que él -porque si no se puede con la colorada, se podrá con el enfermero-, para dirigir su sonriente mirada a los ojos confundidos de Serim, mirándolo expectante a algún movimiento.

— ¡Ten, ten!. —Estiró con alegría el paquete, casi obligando a Serim al tomarlo.— pero abrelo afuera, que aquí es peligroso. —Susurró intentado guiñar un ojo pero cerrando ambos a la vez. Serim desconfío y metió el regalo, con mucho cuidado, a su pequeña mochila.

— De acueeerdo. Allen, puedes sacar a Serim de aquí si deseas, ya le hemos dicho todo lo necesario y él a nosotros, tengan un buen día y ponganlo al día —señaló directamente a Serim.— que ya se ha olvidado de cuánto es dos por cuatro. —Dicho eso último Wooseok y Jiwon salieron en silencio, dejando a aquellos tres estudiantes con la risa contenida. 

El castañito no se lo pensó mucho y tomó de la muñeca a ambos chicos -más altos que él- y los arrastró de nuevo hacia el ascensor, ignorando abiertamente a Minhee cuando Serim le dio un beso tímido en la mejilla y él ya había comenzado a decirle lo tierno que era aquello.

Cuando los tres estuvieron sobre la cuadra a punto de separar caminos, Minhee detuvo abruptamente a Serim, pidiéndole que por favor abriese su regalo que tanto le dolió encontrar.

Serim no iba a hacerlo, puesto que conocía los tipos de "regalos" que Minhee hacía pero realmente no pudo resistirse al escuchar que Allen lo animaba más emocionado que él mismo.

Y oh, cuando abrió el paquete sólo para qué el lo viese se sonrojó fuertemente y cerró con fuerza la caja, quizá hasta haya aplastado aquel... objeto.

— ¡Qué es, qué es!. —Cuestionó curioso su pequeño novio.

— Es un maldito consolador. —Murmuró lo último y esperando cualquier reacción de Allen, pero no esperó que él le arrebatara la caja entre risas y observara por sí mismo el objeto ese, ¡sin vergüenza alguna!.

  一 Reposo.  一 «Sellen✓».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora