Prólogo

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Gritaba desconsoladamente, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

Ya no quería estar ahí, vivía acosada por su ex novio, la policía no había podido hacer nada para ayudarla. No habían pruebas que inculparan al chico, porque Melissa había despertado de aquella idealización demasiado tarde y no había podido fotografiar aquellos moretones en el cuerpo.

Era tarde para meterlo a prisión, pero no era tarde para vivir.

En su estancia en la ciudad ni siquiera logró una orden de restricción. Todo estaba mal. La acechaba con mensajes procedentes de lugares inexistentes con ayuda de teléfonos desechables.

No había un nombre específico y tampoco una dirección, pero él siempre estaba ahí. La observaba de cerca o de lejos, lo suficiente para que ella lo sintiera, aunque no pudiese verlo. Ella lo sabía y huyó. Se cambió de ciudad con su familia, necesitaba vivir.

Él era imposible. Era un demonio al acecho, no tenía nombre, pero se colaba en tu corazón y en tu mente para destruirte desde adentro.

Ahora solo debes saber una cosa: Nos cruzamos con rostros atractivos, sin conocer los trastornos que hay detrás.

No confíesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora