Un beso

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Cuando Zoro libero a Sanji de su abrazo caminaron en silencio para reunirse con el resto de la tripulación. Sus pensamientos los devoraban, el espadachín lo sentía como un sueño, repasaba una y otra vez lo que acababa de ocurrir, pero mantenía una postura tranquila.

Por su parte el cocinero se maldecía por haber llegado tan lejos, todo era tan confuso para él.

***

Una vez en el sunny, el rubio se dirigió al almacén a ordenar algunas de las provisiones, aunque se había prometido no pensar en lo que paso, de súbito recordó haber terminado en las manos de ambos, su semen todo mezclado, le recorría un escalofrío de recordarlo, porque muy a su pesar lo había disfrutado, bastante.

Luego de dejar de lado los pensamientos sobre lo ocurrido, se percató de algo que estaba pasando por alto, luego de aquello, regreso junto al estúpido marimo caminando por un buen rato y no había pasado nada, no habia imágenes sobre puestas.

¿sería posible? ¿el haberse dejado llevar había roto la maldición?

Disimuladamente paso por donde el cabello de musgo tomaba una siesta, saco un cigarrillo y se puso a fumar a unos metros de él, mientras se acercaba con cautela, no pasaba nada.

Una sonrisa radiante ilumino su rostro, ¡Era libre! Ya no tendría que ver esas estúpidas escenas homo eróticas y mucho menos llevarlas a cabo. Ese día no podía ser más perfecto.

***

Pasaron un par de días desde aquel "incidente" las cosas habían vuelto a la normalidad, los 2 habían echo como que no habia pasado nada, volvían a tratarse con esa característica hostilidad, pero a la vez compartían palabra y carcajadas con el resto del grupo, cabe mencionar que como parte de su plan Law se quedó con ellos, todo iba como antes.

Zoro lo acepto amargamente, aunque se moría de ganas de volver a probar los labios del cocinero, besaba como un experto, <<claro tiene mucha practica >>el pensar aquello lo irritaba bastante, sobretodo porque no tenía idea si podría besarlo de nuevo. Quería hacerlo claro, pero que tal si esta vez es rechazado, no podría lidiar con eso, era mejor pensar en la banda y en su entrenamiento.

Precisamente pensaba en eso mientras levantaba pesas en la cubierta, no tan alejadas se encontraban la navegante y la arqueóloga en una mesita, una leyendo y la otra colocando esmalte en sus uñas,

Law se habia ido a la torre, al parecer quería un poco de privacidad, el resto se encontraba del otro lado del barco jugando con unas cartas.

El rubio, salió de la cocina con una bandeja en sus manos, paso junto al sudoroso espadachín, pero este en cuanto lo vio, dejo la pesa en el suelo y se acercó a él acorralándolo contra la madera de la barandilla, lo tomo de la barbilla para clavar en él un beso profundo, húmedo, metía su lengua, chupaba, succionaba, mientras lo iba despojando de su camisa. Sanji volteo a ver la expresión de las chicas, pero estas ¿ni se inmutaban?

Definitivamente algo estaba mal, el rubio camino un par de pasos y fue cuando se dio cuenta, la maldición había vuelto, al alejarse del marimo todo estaba normal, el seguía ahí levantando pesas.

Dejo la bandeja en la mesa que compartían las damiselas,

-para mis bellas damas- dijo mientras guiñaba coquetamente.

-Gracias cocinero-san, ¿te nos unes?

-no esta vez, tengo una sopa para la cena en el fuego.

Dicho esto, se alejó de ellas, no sin mirar de reojo al marimo que ni se inmuto con su presencia, estaba sumido en su entrenamiento, al menos eso pensó Sanji.

MALDICIÓN DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora