Te amo ?

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En la isla anmo la brisa cálida acariciaba el rostro de los lugareños, era más del medio día, el sol brillaba, Sanji había dejado atrás al cirujano de la muerte, caminaba deprisa por la ciudad, pero cuando llegó al lugar donde se encontraba la carpa y el causante de sus desgracias solo encontró un terreno vacío.
Sin pensarlo se dejó caer sobre sus rodillas, ya ni siquiera sabía que esperaba de él, ah cierto debía romper la maldición.

En que consistía la maldición ? Por un momento lo olvido.

Al siguiente instante recordó la noche anterior y sintió algo moverse en su estómago. ¿Era aquello a lo que la gente llamaba mariposas ? Na, Tal vez solo era indigestión.

Anoche fue sin duda una de las mejores noches de su vida, no esperaba que tener sexo podía ser tan tierno, rudo, dulce, apasionado y mutuo.

Mutuo, resonó en su cabeza y tuvo miedo, miedo de volver a verlo, miedo de sus propios sentimientos, porque por primera vez estaba sintiendo cosas tan reales.

Ahora sabía que deseaba al marimo, pero estando lejos de él extrañaba no solo sus besos, extrañaba su risa, su conversación,  su sola presencia.

Demonios!

Camino lento de regreso al polar, debía seguir con ellos un par de días antes de que sus rutas volvieran a cruzarse.

Decidió no ser una carga, ademas necesitaba despejarse por lo que cocino para ellos y ayudó con las labores.

En el sunny Zoro estaba encabronado quería ver a Sanji para darle la paliza de su vida por haberlo dejado así, pero a su vez quería verlo y tomarlo en sus brazos, joder si que lo extrañaba, a estas alturas todos lo extrañaban, a él y a su deliciosa comida.

Los días pasaban lentos, hacia un calor del infierno y todos estaban de mal humor.

La navegante le dijo al resto que en una pequeña isla deshabilitada se verían para recoger a Sanji kun el día de mañana y de inmediato su malhumor se esfumó.

Esa noche el espadachín no pudo dormir, algo muy raro en el.

Conforme se acercaban a la supuesta isla se percataron que apenas era un pequeño pedazo de arena con un par de palmeras,  un par de pasos bastaban para darle la vuelta completa. 

Desde la distancia divisaron al cocinero que estaba sentado con los pies en la arena, minutos más tarde se encontraba en el barco abrazando a todos, y diciéndoles cuantas cosas sabrosas cocinaría para ellos, entre toda la multitud faltaba el peliverde, mejor así, sería muy incómodo verse frente a todos.

Luego de un efusivo saludo el rubio se fue a la cocina para mostrarles su afecto a sus nakamas con unos deliciosos platillos.

Picaba un par de zanahorias en silencio, con el cigarrillo en sus labios y tarareando una estúpida canción de amor, escucho unos pasos acercándose a la cocina y su corazón se aceleró, la sensación en su estómago volvió, pero cuando giró su rostro se trataba del francotirador.

-Oí Sanji
-Usopp -le respondió mientras volvía su rostro a las zanahorias.
- ¿encontraste al brujo ?
- ¿Tú lo sabías ?
- Si, estuviste muy raro, ¿pudiste romper la maldición ?
- No lo encontré, ¿recuerdas que fue lo que me dijo antes de maldecirme ?
- Que un hombre te amaba algo de eso, contestó sincero mientras se encogía de hombros.
- Amor ?, ya veo, respondió el rubio sin apartar la vista de los vegetales y de sus manos que los cortaban ágilmente.
- ¿Lo encontraste entonces ?
- Ya te eh dicho, no estaba ya su carpa
- Me refiero a tu enamorado.
El rostro del cocinero se tornó rosado y por segunda vez desde que llegó Usopp sus manos se detuvieron, aunque fueron a penas unos segundos.

- Tal vez no deberías estar perdiendo el tiempo aquí, ¿no crees? -prosiguió el intruso mientras salía de la cocina.

Sanji colocó el cuchillo en la mesa, se limpió sus manos y dejó de lado su mandil, salió de la cocina y comenzó a buscar con la mirada un punto verde en el barco, pero fue en vano.

Regreso dentro y entonces se le ocurrió buscarlo en el almacén, aquel que había sido testigo de sus besos clandestinos.

Corrió como si no le quedara mucho tiempo, bajo las escaleras apresurado y al abrir la puerta lo encontró.

Sentado en el suelo con una botella vacía en el mano.

Cuando el espadachín alzó su rostro enrojecido por el alcohol, le dirigió al rubio una sonrisa que lo hechizó.

Corrió hacia aquel musgo borracho y no pudo más que abrazarlo.

Zoro lo abrazó de vuelta, había bebido pero de eso a estar borracho faltaban muchas botellas más.

Se quedaron así un momento.

-Creo que te amo.

Soltó por fin el rubio.

- Yo también te amo, te eh amado hace tanto.
Permanecieron abrazados.

Sin saberlo se había roto la maldición, pero Sanji tardaría mucho en descubrirlo, porque ahora no podía estar separado de su estúpido marimo.

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Llegamos al final, muchas gracias por su paciencia, es mi primer fic, espero lo hayan disfrutado 🥺💕

MALDICIÓN DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora