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Qᴜᴇʙʀᴀᴅɪᴢᴏ ᴄᴏᴍᴏ ᴇʟ ʜɪᴇʟᴏ
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        Cassie apretaba fuertemente los dientes para evitar soltar una carcajada ante la dramática escena que estaba montando su pequeña amiga. Apenas habían pisado el terreno de las Cavanagh, cuando Anne había corrido desesperada hasta la sala, cayendo artísticamente frente a Amelie Cavanagh suplicando por su perdón. La mujer, que estaba recostada sobre el mueble leyendo tranquilamente, se había llevado un terrible susto por la espontánea aparición. Luego de unos minutos de discurso, se encontraba al borde de la risa al igual que su hija. No entendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo pero le divertía demasiado el espectáculo que estaba montando la criatura.

        Dejando el libro a un lado de sus piernas, estiró sus manos hacia la niña pelirroja y, cogiéndola de los brazos, la levantó. Suspirando, rodeó el pequeño cuerpo de la jovencita y la atrajo hacia ella. Anne, por primera vez en su vida, se había quedado sin palabras. Su estupefacción y sorpresa no daban lugar a otro sentimiento en su rostro. ¿Acaso la madre de Cass la estaba abrazando? ¿No debería estar completamente furiosa por haber desperdiciado muchos ingredientes por un insípido error? Aquellas y otras preguntas casi iguales atravesaban la mente de la chiquilla como si de rayos se trataran.

        Amelie le dedicó una mirada rápida a su hija antes de volcar toda su atención en la Shirley-Cuthbert.

        —Ya, tranquila querida. Ahora dime, ¿Qué te ha dicho esa malvada niña? —Habló por primera vez mientras acariciaba su despampanante cabello rojizo. Cassie, que se hallaba a unos metros de ellas con los brazos cruzados, bufó mientras tomaba asiento sobre el apoya brazos del sofá que estaba enfrente de ellas.

        Anne abrió sus ojos en un gesto cargado de sorpresa. Definitivamente no era la reacción que se esperaba. Creía firmemente que la señora Cavanagh estallaría en furia, al menos sería una respuesta digna de Marilla. Bien sabía la pequeña pelirroja que los alimentos no eran cosa de broma, y los ingredientes que había echado a perder eran algo costosos.

        Jamás creyó en la posibilidad de que la señora Cavanagh se comportara de forma dulce con ella luego de ese pequeño accidente por sus descuidos. Si bien Anne no la conocía, la expresión de preocupación que había imaginado (porque realmente no había estado allí) en el rostro de su amiga castaña le había bastado para creer en lo peor. Y teniendo en cuenta que por culpa de un desliz estuvo a punto de perder a su amiga del alma para siempre, la pequeña Shirley estaba dispuesta a hacer lo necesario para que la madre de Cass la disculpara por su falta de cuidado en la cocina.

ꜱᴜɴꜰʟᴏᴡᴇʀ | ɢɪʟʙᴇʀᴛ ʙʟʏᴛʜᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora