Dos mujeres se encontraban charlando animadamente, acompañadas de dos cafés.
Una de hermoso cabello rubio, tez blanca y brillantes ojos color café; al contrario de su amiga: cabello castaño enmarañado, tez trigueña y opacos ojos cafés, y la gran diferencia de características se debía a qué la primera era Estadounidense y la otra latina.
—¿Y cuándo piensas decirle?— Le preguntaba la mujer castaña, Sofía, a su amiga, quién movía nerviosamente la pierna
—quizás está misma noche— Dijo nerviosa la rubia, luego su cara reflejo espanto—. ¿Y si él no lo quiere?
—y otra vez con la misma boludez— La argentina se había hartado de escuchar a su amiga cuestionarse lo mismo una y otra vez. Lauren la miró extrañada al haberla escuchado hablar en español—. Él lo va a querer y si no es así, lo voy a obligar.
La mujer rió fuertemente al escuchar a su amiga y luego le sonrió. Ambas se habían conocido en la escuela cuando Sofía había ido de intercambio y desde ese día jamás se separaron.
•••
La mujer castaña veía con una gran sonrisa el pequeño test en sus manos que marcaba positivo, mientras Lauren la observaba, sonriendo, con su bebé en brazos, y su esposo la abrazaba por la cintura.
—es increíble que hace un año tú estabas en la misma situación y ahora yo— Comentó la castaña y ambas mujeres rieron—. Hasta para estar embarazadas estamos coordinadas.
—¿Amigas hasta en las situaciones más raras?
—amigas hasta en las situaciones más raras— Sonrió la castaña. Miró al bebé en brazos de su amiga—. Ahora el pequeño Aidan va a tener un amigo o amiga con quien jugar.
•••
5 años después—¡Mami! Aidan me quitó mi chocolate— La pequeña de 5 años señalaba al nombrado haciendo puchero.
—Helena, luego te compraré otro— La mujer notó que su hija se cruzó de brazos—, nena, no te enojes.
La pequeña castaña sólo bufó molesta y miró al azabache, quién sonreía victorioso.
—tonto— Le dijo la niña y le sacó la lengua.
El pequeño no pareció inmutarse ante ese insulto, puesto que no había entendido lo que su amiga dijo, pero la madre de ésta la miró con el ceño fruncido.
—no vuelvas a decirle eso, yo no te eduque para que digas esas cosas— Le dijo mientras la miraba fijamente.
La castaña de rizos sintió eso como un regaño y lágrimas escaparon de sus ojitos; corrió hacía su habitación, dónde estaba su gemelo, jugando con sus coches, quién al verla triste corrió a abrazarla.
—mami, me regaño porque Aidan no me quiera dar mi chocolate— Le contó la pequeña a su hermano, Alan.
—ven, juguemos y comemos todos los dulces que tengo— Le sonrió el pequeño castaño.
Ella asintió, limpiando sus lágrimas, y pasaron una linda tarde de juegos, disfrazándose, dibujando en las paredes y haciendo bailes graciosos. Hasta que toda diversión se detuvo gracias a qué la niña había visto a Aidan en la puerta.
—hola— Le sonrió a su amiga pero ésta lo ignoro y continuó jugando.
Alan lo veía acercarse a su hermana, con el ceño fruncido y alerta, puesto que él, desde que tenía memoria, la había protegido de todo y ella igual con él.
—le pedí a mi mami que lo comprara para ti— Extendió un chocolate frente a ella. La castaña dudó unos segundos pero finalmente lo aceptó.
Le dió una sonrisa que se veía bastante tierna, puesto que le faltaban los dos incisivos centrales, y luego lo abrazó fuertemente. Eran mejores amigos y no podían estar molestos el uno con el otro por más de 5 minutos.
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One-shots |Aidan Gallagher/Five Hargreeves|
Fiksi PenggemarHistorias cortas sobre el actor famosamente conocido como Cinco, Aidan Gallagher.