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Annaís en serio no lo está entendiendo de primera mano; ¿por qué demonios su mejor amiga le estaría diciendo a su novio a través de sus mensajes directos en aquella red social que tiene una buena polla?

Es la primera pregunta que comienza a rondar por su cabeza desde el instante en el que lee el texto. Las palabras se acoplan en su mente una tras otra mientras sus cejas se fruncen en un dramatismo impresionante en el que de seguro se le quedará la marca de arruga en el entrecejo como siga pronunciando aquella expresión. Pero no le importa, no le interesa en lo más mínimo como su rostro puede sufrir las consecuencias de forzar aquellos pliegues de esa manera, porque está demasiado ocupada intentando buscar una explicación razonable que vaya de acuerdo a lo que tiene delante de sus ojos, específicamente en la pantalla de su celular.

El murmullo de los estudiantes se expande a su alrededor como un bullicio al que no le presta atención, sus tímpanos están llenos por nada que no sean los latidos desbocados de su corazón, esos que van cada vez más rápido mientras su respiración se convierte en plomo denso y casi siente como se queda sin aliento. Hay un pinchazo que le quema en alguna parte del pecho, allí en donde tiene la creencia de que su órgano vital se terminará saliendo de un solo golpe, uno intrépido que no cesa y que se vuelve cada vez más constante con el pasar de los segundos, esos en los que sólo logra sentirse cada vez más confundida.

Es una mala manera de ponerlo, el hecho de que la confusión sea el sentimiento que predomina dentro de su organismo ahora mismo tiene que ser alguna especie de mecanismo de defensa en conjunto al hecho de que piensa que, definitivamente, esto tiene que ser un error. Si, es lo que se dice, se pronuncia a sí misma que esto claramente es un malentendido y que Beverly, su mejor amiga de toda su existencia, se ha confundido de persona y le ha mandado ese mensaje por error a su novio con la intención de enviárselo a alguno de sus ligues.

Annaís la conoce mejor que nadie, es completamente consciente de que de cierto modo disfruta de tener a varios chicos interesados en ella al mismo tiempo solo por el amor a su propio entretenimiento y nada más, especialmente porque le gusta tener sus opciones disponibles en caso de que se aburra de alguno de ellos en algún momento. Por lo que quizás tendría sentido si Beverly se hubiera confundido de persona y le hubiese enviado ese mensaje a su novio por nada más que una equivocación, una confusión mal calculada por la multitud de sujetos que siempre han estado detrás de ella y con los que Annais no tiene absolutamente nada que ver.

Y podría pensar que se trata de eso, en serio, pero el asunto está en que Annaís no puede darle ese tipo de beneficio de duda cuando sabe muy bien que las probabilidades de que lo hiciera sin querer son reducidas, y que Beverly realmente ha tenido que entrar al perfil de su pareja, buscar la opción de mensajería y tocar las letras de su teclado para formar aquella nauseabunda oración antes de presionar el botón de enviar.

Son demasiados pasos como para no haberse dado cuenta antes de hacerlo, y la muchacha sabe de primera mano que su mejor amiga no es tonta ni despistada hasta ese grado, y eso es lo que más le está provocando estas náuseas que se desplazan por sus entrañas y suben directo hacia su garganta sin dejarle alguna alternativa más que la de contenerse para no tener un accidente en pleno salón de clases.

Está mareada y tiene esta presión en su pecho que la está agobiando. Cuenta con todos los motivos para hacerlo, porque no deja de mirar la pantalla de su teléfono y no es capaz de apartar los ojos de la forma en la que Beverly está halagando la entrepierna de Alan, de su novio de básicamente toda la vida.

Por supuesto, no hay una respuesta de parte de él, cosa que hace que Annaís esté un poco más aliviada de lo que debería. No obstante, no llega a preguntarse nada más, porque un repentino golpe en la puerta del curso la toma desprevenida y le hace pegar un respingo que la devuelve a su realidad. Sacude las pestañas levantando la cabeza para poder mirar a su alrededor, y termina frunciendo las cejas una vez más cuando ve que todos sus compañeros se están retirando.

How to be a heartbreaker [#2] ♡ sugardaddy! [cth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora