Melanie Toch:
La señora Williams, mi profesora de geografía, se había enfermado por lo que no teníamos clases este día. Eran dos horas en las que no podía retirarme pues mi madre estaba trabajando y fueron dos horas que aproveche para hacer fotografías.
De todos modos si pudiera retirarme no lo haría.
Mamá ya me había regañado antes por gastar tantos rollos, pero es que no podía evitarlo, amaba la fotografía y no podía no sacar una foto cuando me sentía inspirada.
Además, sabía que mamá me compraría más fingiendo que lo hizo ella, con un gran esfuerzo para verme feliz, y no mi padre.
Yo sabía que la señora Walker la había ayudado a conseguir una mantención, pero no quería decirme que tenía contacto con aquel ser. Y yo simplemente fingía no saberlo y aceptaba todas las cosas que me daba que sabía que, como enfermera, no podía costearse.
Siempre me preocupaba en decirle que todo lo que hacía por mi era asombroso y que era la mejor mamá del mundo por esforzarse tanto en que tuviera cosas como una cámara y rollos. Quería que supiera que, aunque sabía que era plata de papá, su esfuerzo seguía valiendo para mi.
Claro que también sabía que los padres de Nau pasaban una mantención mínima por él. Pues eso me lo había dicho ella en un momento de saturación mental.
Pero eso no venía al caso ahora.
Nau se había quedado alejado con algunos chicos del equipo de fútbol que iban a nuestra clase, los que siempre estaban en la banca, ya que luego de nuestra discusión en el receso parecía no querer tenerme cerca. Estaba molesto y yo también, estaba cansada de aquel tipo de situaciones.
Tal vez Nau y yo necesitábamos un descanso de nuestra amistad, para volver a conocernos. A veces conocer a alguien desde muy chicos te nublaba de ver los cambios de la persona que llevas al lado.
Si estar alejados nos iba a hacer bien yo estaba dispuesta a hacerlo, estaba dispuesta a alejarme de él y verlo crecer de lejos.
Pero debía confesar que pensar en ello me hacía sentir que moría, me causaba un gran dolor en el pecho que se sentía desgarrador.
Nau y yo siempre estuvimos juntos y pensar en separarnos no podía hacer más que dolerme. Lejos de ser solo el chico que me gusta también era mi mejor amigo, familia ante todo.
Mira hacia otro lado para sacar a Nau de mi cabeza encontrando a las chicas de mi curso que estaban en una ronda alejadas también de mi y alejadas de los chicos para poder hablar de ellos sin que las escucharan. Podía toparme con la mirada de alguna de ellas si miraba para su círculo de vez en cuando, era un tanto molesto.
Sabía lo que todas estaban diciendo, sabía que no verme detrás de Nau estaba llamando la atención de todas ellas pues Nau nunca me dejaba sola. También sabía que la presencia de Rayco, el chico nuevo, también les llamaba la atención, pues sabía que Leon ya había pasado el dato del próximo jugador del equipo con un gran atractivo físico.
Ninguna de ellas hablaba de mí porque yo fuese especial, ni linda, ni importante. No tenían nada que envidiar. Solo hablaban de mí por el capitán del equipo y por la carne fresca que, según ellas, me estaba robando.
De pronto escuche pasos cerca que me sacaron de mi trance pensativo, de mi mente perseguida, y al mirar hacia adelante mi cámara capta a una persona frente a mi.
Alta, castaña medio pelirroja, bucles y unos bonitos ojos verdes. Keithlyn Ville estaba frente a mí luciendo sus botas y su camisa a cuadros azul. Luciendo totalmente su belleza.
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¿Llegarías a amarme?
Romance¿Moto de chico malo? ¿Capitán de su equipo de fútbol? ¿El chico dulce que me trata bien? Oh, diablos. Estaba viviendo un cliche de muerte... Y me encanta.