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 Cuando apenas abrió los ojos, una luz encima de él lo encandiló obligándolo a cerrarlos de vuelta.

—¡Hijo! —oyó la voz de su madre que le tomó la mano para acariciarla en su rostro —. ¡Draco! ¡Por Merlín, qué susto! ¡Ya no quiero que juegues con esas cosas!

Había despertado en San Mungo gracias a que su padre había pedido ayuda al Departamento de Seguridad Mágica.

—Van a investigar quién fue, Draco —anunció Lucius —. Y cuando sepa quién es, lo mataré, te lo prometo. Te prometo que la pagará. 

—Estoy bien, papá —sonrió con debilidad.

 El alta le fue dado dos día después, la caja de Anamníseis fue traslada al Departamento de Aurores y notó que también le faltaban un par de sus objetos. Gruñó. Ese día iría un auror para hacerle preguntas, y deseó con toda su alma que no fuera Harry Potter, no porque le guardara algún tipo de rencor sino que no se quería sentir un idiota.

 Pero ahí estaba, detrás de la puerta, con esa cicatriz que lo caracterizaba y sus tontos anteojos redondos.

—Hola Draco, vine a ayudarte con el caso de la caja maldita —saludó. 

—Adelante. 

Una tetera le servía una taza de té mientras Harry sacaba un pergamino y su pluma. 

—Bonita casa —alagó echando un vistazo.

—Gracias. 

—Gracias por el té.

 Draco asintió. 

—¿Sospechas de alguien? 

—Intenté pensar pero la verdad no se me ocurre nadie. 

—¿Alguien que te odie? 

—¿Alguien que no? —agregó bromeando. 

—Draco, lo que te sucedió fue grave, hay que buscar quién pudo ser. 

—No lo sé, nunca le dije a nadie sobre mi colección.

—Ah, sí, sobre eso. Mira, tienes que...

—Ya sé todo lo que tengo que hacer, Potter —lo interrumpió bruscamente —. Cometí un error, fue culpa mía. Los objetos que guardo no le harán mal a nadie mientras no me los roben y lo usen mal. Están bajo llave, nadie debería tomarlos. 

—Es peligroso tenerlos en tu casa. 

—No lo es. 

Harry asintió; —Hemos decidido llevarnos los que creíamos potencialmente peligrosos. 

—Bueno —habló entre dientes, conteniendo las ganas de tomarle los anteojos y revolearlos.

—¿Cómo te llegó la caja? 

 Harry hizo unas cuantas preguntas de rutina y algunas otras para intentar sacar la mayor información posible. Malfoy soltó una estruendosa carcajada cuando Potter analizó la idea de que fuera Gregory Goyle. 

—Sí, tú ríete —dijo Harry también riendo —, pero no se lo ha podido encontrar ni a él ni a sus padres después de la guerra, por si no lo sabías. 

—Pero ¿por qué Gregory buscaría dañarme? 

—No lo sé. Seguiré averiguando en la oficina, allí tengo muchos más registros.

—Potter. 

—¿Sí?

—Me enteré que te divorciaste de Ginny, lo siento. 

Cielo gris | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora