11

709 108 14
                                    

  Aunque Draco ya había vuelto a su casa, Harry se pasaba por ella noche por medio y cenaban juntos y se quedaban hablando hasta altas horas de la noche hasta que Harry debía irse para descansar. 

—Te juro que cambió, Hermione. Él es... es tan lindo. No se parece ni de asomo al Draco de antes. 

—Te gusta mucho —dijo la chica, sonriendo. 

—¿Tú piensas que está mal?

—No, Harry, el amor nunca puede estar mal. 

—Pero él fue cruel contigo.

—Tú mismo lo dijiste. Draco cambió. Mientras no te rompa el corazón, por mí está bien. Y si un día te lastima, ahí estaré yo para romperle la cara. 

 Harry la abrazó, agradecido. 

—Igual no sé que siente él. A veces pienso que le pasa lo mismo, cuando se pone extraño...

—Tengo una buena noticia —anunció Harry, cuando estaban sentados con una manta y una taza de té sobre el peldaño de la puerta.

—¿Qué cosa?

—Gregory fue al Ministerio, todavía lo estaban interrogando cuando me fui. 

—¿Se entregó? —preguntó confundido.

—Lo único que sé que dijo es que se estaba escapando de su papá, ¿quién sabe? puede ser que sólo lo diga para salvar su culo ahora que su padre está en Azkabán. 

—Yo le creo, Potter. 

—Yo no. 

—Gregory no es una mala persona, tan sólo era un tonto como yo. 

—Nunca terminas de conocer a las personas, Draco. 

—Esta conversación se parece un poco a la que tuviste con Weasley —observó, con una sonrisa —, cuando fui a cenar con ustedes. 

—Es diferente. 

—¿Por qué? ¿Por qué lo dice Harry Potter? —bromeó —. Mira, en serio, yo habré sido una mierda con Gregory y también podría admitir que hizo cosas malas, pero las hizo a mí lado, ¿sabes? Lo que hizo él, yo también. Nunca tuvimos una conversación después de la batalla, pero durante ella, mientras intentábamos ganarte... podía verlo en su rostro. Estaba tan desesperado como yo. Y él no estaba al tanto de todo lo que yo había tenido que hacer, ¿me entiendes?

—No lo sé... Igual no queda en mis manos lo que pase con él.

 Draco asintió, desviando su mirada hacia el cielo estrellado, Harry bebió lo último que le quedaba del té. 

—Todavía no me puedo sacar de la cabeza cuando me dijiste que habías estado enamorado de mí.

Draco palideció, sintiendo la sequedad en su garganta. 

—¿Lo dije, cierto? —Harry rió.

—En la fiesta de año nuevo.

—Bueno, sí, estábamos un poco borrachos.

—¿Entonces era mentira de un viejo borracho?

Draco lo miró.

—¿Para qué quieres saberlo?

—De curioso —dijo levantando su labio inferior.

—De engreído, creo yo.

 Harry dejó escapar una suave carcajada. Un silencio incómodo rodeó a ambos chicos. 

—Cuando era pequeño, como a los cinco o seis años, vi el mar por primera vez —habló Draco, con una voz suave, que parecía lejana —. Al mirar hacia el horizonte —levantó su brazo a la altura de su hombro y barrió una línea recta —, no entendía la diferencia entre lo que era el cielo y el mar. Pensaba que el océano seguía hasta arriba.

 Harry Potter juntó sus cejas, no entendía porqué Draco saltó con ese tema, pero quería escucharlo hablar. 

—Por muchos años me quedé pensando en lo grande que es el océano, en su inmensidad. Somos unos seres tan pequeños al lado de esa bestialidad. Un niño indefenso, sólo eso —Draco ya no parecía hablar del océano —. Un niño queriendo llamar la atención, queriendo ser especial para alguien. ¿A costa de qué? ¿Para qué?

—Ya...

—Pensaba que los marineros son personas muy valientes. Una enorme ola, un mal clima, podría acabar con todo lo que tienen.

—Sí.

Draco miró a Harry. 

—En la batalla... no quería verte morir. No sabía cómo había pasado, pero sentía una fuerte admiración por ti —bebió un sorbo de té, volviendo su vista a la calle —. Si tú eras tan bueno y heroico, ¿por qué mi papá quería destruirte? ¿por qué todos a mí alrededor querían hacerlo? Si yo te había visto, no eras malo, nosotros éramos los malos.

—Basta, Draco.

—Pero cuando te vi caer de los brazos de Hagrid, cuando supe que no estabas muerto...

—Fuiste muy valiente.

Draco negó.

—Sólo quería dejar de sentirme culpable por meterlos en Hogwarts.

—Pero fuiste valiente, delante de todos los mortífagos y delante de Voldemort. No cualquiera me hubiera ayudado en tu lugar.

—Pero lo fui cuando ya todo estaba destruido, cuando ya no quedaba nada, ¿entiendes? En ese momento, la vida me pasó muy rápido. Y le pedí al cielo, sin saber si alguien me escuchaba... le pedí que no te llevara. Y le prometí que si no te morías, haría lo que fuera por verte derrotarnos.

Ambos guardaron silencio por unos segundos.

—Sólo... en ese momento sólo quise ser diferente al resto de los que me rodeaba, no quería ser un mortífago —tomó una gran bocanada de aire —. Me di cuenta que por ti hubiera cruzado el mismísimo inmenso océano.

Draco  volvió a dirigir su mirada a Harry, quien ahora tenía sus ojos iluminados por el brillo de la ilusión.

—Y este tiempo contigo, me hizo dar cuenta que aún lo haría. Cruzaría todos los océanos por ti, Harry Potter.

 El labio inferior de Harry empezó a temblar, sintió tantas sensaciones que estaba a punto de llorar. Sin pensarlo más, se acercó al rostro del rubio, sus labios rozaron por unos segundos hasta que Draco cortó la distancia.  

 Fue un beso lento, donde los labios y las lenguas danzaban en perfecta sintonía. Y se sintió como si hubieran nacido para eso, como si aquello estaba destinado a ser, tarde o temprano. Draco apoyó su mano en el muslo de Harry y presionó. 

—Maldita sea, Draco, estoy completamente perdido por ti. 

Draco sonrió y con timidez, apoyó su cabeza sobre el hombro de Harry. 




Cielo gris | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora