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  El trío de oro reía a carcajadas mientras preparaban la mesa. 

—Pongan otro plato. 

—¿Otro? —preguntó Hermione con interés —¿Quién viene? 

 El timbre sonó, Harry sonrió y caminó hasta la puerta. Ron Weasley se puso detrás de él, curioso. 

—Hola, Draco. 

—¿Draco? —el colorado abrió la boca tan grande como siempre lo hacía cuando quedaba sorprendido. 

—Hola —saludó el rubio con un poco de timidez. Le había dado muchas vueltas a la idea de asistir, iba a mentirle a Potter y decirle que le surgió una emergencia pero al final, accedió. 

—Pasa, ya estamos por comer. 

—Permiso. 

Ron lo miraba confundido. 

—Hola, Draco —saludó Hermione, con una gran sonrisa. 

—Hey, Hermione —sus ojos se fueron hacia su panza y sonrió —. Felicidades. 

 Hermione llevó su mano hacia su vientre, se la veía más radiante que nunca, con un embarazo de siete meses. 

—¡Gracias, Draco! Sentémonos —lo invitó. 

—¿Harry? —lo llamó Ron —Ven, ayúdame con algo. 

 Hermione los observó desaparecer tras la puerta que los llevaba a la habitación de Harry. La chica ya sentía venir una gran incomodidad por culpa de su novio. 

—¿Cómo estás, Draco? —habló para amortiguar las voces que se oyeron del otro lado-

"¿¡Qué hace él aquí, Harry Potter!?" 

Draco sonrió, aunque por dentro deseó no haber ido. Podría simplemente aparecerse en su casa pero no quería perder la poca dignidad que le quedaba. 

 Hermione notó como el rubio se revolvía en su asiento. 

—Lo siento. Ronald a veces es un tonto.

—Veo que no cambió mucho —añadió bromeando, pero por dentro lo decía en serio. Granger sonrió negando con la cabeza.

"¡Será muy incómodo!" espetó el colorado "¡Te olvidas quién es!"

"¿¡Qué mierda te pasa, Ron!? ¡Ya somos grandes!"

—Hermione, yo... de todas formas, Ronald tiene razón. Pero quiero que sepas que cambié. 

—Lo sé —afirmó ella. 

"¡Pues si tanto te molesta vete, Ron!"

 A los tres minutos ambos chicos volvieron al comedor. Harry buscó la mirada escurridiza de Draco, que parecía estar más pálido que nunca. 

 Hermione miró a su novio con ganas de matarlo y él se encogió de hombros. 

 Cuando empezaron a cenar, Harry y Hermione intentaban animar la charla, fingir que nada había pasado, pero ya la tensión bañaba todo el comedor. 

—¿Cómo está tu padre, Draco? —preguntó Ron. 

—Está bien, gracias, ¿y tu familia?

—Qué bueno que no los hayan llevado a Azkabán, ¿no? 

—¡Ronald! —chilló Hermione. 

Draco quiso que la tierra lo tragara, ¿cómo pensó que ninguno iba a querer hablar sobre esas... cosas? 

Se limpió los labios con una servilleta y se levantó de la mesa.

—Gracias por la invitación, Potter, pero va a ser mejor que me vaya. 

—No, Draco, por favor, quédate. 

Draco se dirigió a la puerta seguido de Harry. 

—Draco —éste ya se encontraba con un pie fuera de la casa —, lo siento mucho. No pensé que iba a pasar esto.

—Descuida, yo sí. Pero no me mal entiendas, está bien. Por lo menos lo intentamos. 

—Ron es así, es un cabeza dura. Pero te juro que yo no tengo ningún problema contigo. 

—Lo sé, pero prefiero irme. Sé los errores que cometí y no quiero que ningún idiota me los ande refregando en la cara. También sé quién es mi padre, no puedo cambiarlo. Tengo suficiente. 

Harry asintió. 

—Lo siento mucho, yo sólo quería que fuera una tranquila velada para los cuatro. 

Draco rió. 

—Creo que escogiste a las personas equivocadas para esa velada. 

El rubio se fue, sin antes aclararle que no estaba enojado pero que lo mejor hubiera sido nunca haber ido a esa cena.

Harry Potter entró enfurecido a la casa. 

—¡Eres un idiota, Ron!

—¡Tú eres el idiota! 

—¡Basta! —gritó Hermione —. ¡Ronald, no tienes que ser así! ¡Ya pasaron cinco años! ¡Draco cambió!

—¡¿Y tú qué sabes?!

—¡Maldita sea! ¿Qué piensas que va a hacer? —le respondió la chica —¿Traer de vuelta a Voldemort? ¡No puede! ¡Voldemort ya no existe!

 Ron se quedó callado, y miró a su mejor amigo, que tenía la mandíbula desencajada de lo enojado que estaba. 

—Ya.

—¿Ya? —siguió Harry —¡¿Ya, Ron?!

—¡Lo siento, por Merlín, lo siento! ¡Ya entendí!

—Nos vamos a casa —ordenó Hermione. 

 Harry Potter se fue a acostar a penas se fueron sus amigos, sin terminar de comer. Se había quedado con un mal sabor de boca. 

  Entendía que aún Ron se podía sentir indefenso ante el miedo, pero le irritó la forma en que buscó poner incómodo a Draco, cuando éste sólo intentaba arreglar las cosas. Y ni siquiera había sido idea del rubio, sino de Harry. 

 Draco Malfoy se sentía realmente enfurecido y algo humillado, lo que más le molestaba era su propia reacción, ¿por qué le afectaba tanto lo que el tonto ese dijera? No lo sabía, pero no estaba dispuesto a quedarse allí y que las preguntas fueran siendo cada vez peor. 

Entró al bar de la vuelta de su casa y se pidió una cerveza de mantequilla.

—Como si ellos fueran perfectos —le murmuró a la silla desocupada de su lado. 


Cielo gris | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora