9

683 102 9
                                    

—¿Cómo que estás viviendo con Draco? —preguntó Ron, entre molesto, confundido y sorprendido —. No sé cómo te animas. 

 Era un viernes a la noche y todos los viernes a la noche lo tenían reservados para la cena del trio de oro. Esa vez fue en la casa de la pareja. 

—Sí —agregó Harry —, pero no lo traje para que no hagas tus escenas. 

—Pero es que... no sé como confías en él.

—Cambió, Ron, es todo. 

El colorado buscó la mirada de su novia para pedir apoyo, pero ella la desvió hacia Harry. 

—¿No te parece lo suficientemente extraño? ¿cómo pudo ser que caiga en tu casa? —agregó el chico.

—Ay, Ron. No puede ser que estés tan cerrado. A Draco lo están amenazando y yo le pedí que se quedara conmigo. 

—¡Pero no puedes confiar en él!

—Si hasta pareces tú más Draco Malfoy que el mismo Draco Malfoy.

—Tiene razón, Ron, estás siendo muy egoísta —le dijo la novia—. Y ya dejen de pelear, me tienen harta. 

—Y yo no entiendo porqué ahora te importa tanto Draco —sentenció Ron, mirando a su amigo —. Si hasta parece que te gusta. 

—¿¡Y cuál sería el puto problema si me gusta!?

—¡Que se cansó de tratarnos como basura todos los años que estuvimos en el colegio! ¿Cómo quieren que me sienta? Yo no puedo olvidar lo que le decía a Hermione ni lo que decía sobre mi familia. ¡Y sobre ti, Harry!

—Entiendo, amor, pero podrías darle una oportunidad —respondió la chica. 

—Que se disculpe. 

 Harry gruñó. 

—Si tanto cambió, ¿por qué no se atreve a venir a pedirnos perdón?

—Intentó hacer las pases la otra noche que vino, pero tú no fuiste capaz ni siquiera de sentarte a la mesa y escucharlo sin hacerlo sentir incómodo. 

—Ah, sí, ahora yo soy el malo de la película. 

—¡Silencius! —exclamó Hermione apuntando a los chicos —. Ahora sí —suspiró riendo, viendo como los chicos intentaban hablar —, lo siento pero no iba a encontrar otra forma de callarlos —agregó sobando su panza —, y Rose y yo queremos comer tranquilas. 

   Draco Malfoy descansaba en el sofá cama, pensando y sonriendo, sin poder evitarlo, por Harry Potter. No se lo quería reconocer ni así mismo, pero no podía negar que alguna vez se había sentido enamorado de él, aunque parecía sólo ilusorio y hasta irónico. A medida que fue creciendo y conoció a Astoria, lo consideró que era porque veía en Potter lo que él quería ser. 

 Pero ahora que lo primero que veía al despertar, era a Harry desayunando, no estaba tan seguro que fuera sólo una ilusión lo que sentía. Y todavía no podía sacarse la sensación de dormir junto a él, porque la noche anterior había sido la primera vez que durmieron juntos. 

"Draco" lo llamó durante la madrugada ", son las tres de la mañana, ¿sabes qué significa eso en el mundo muggle? La hora del diablo."

"¿Es qué Harry Potter está asustado?" bromeó Draco, con la voz adormilada y los ojos sin abrir. 

"¿Puedo dormir contigo?" 

 Todo el interior de Draco quiso convulsionar, pero fingió normalidad. 

"Adelante"

Harry Potter se metió dentro de las sábanas del sofá, junto a Draco. El rubio se volteó para quedar cara a cara con su compañero. Vio su rostro iluminado por la luz de la luna, dejando ver pocas facciones del chico, pero aún así, se veía precioso. 

"Abrázame, insensible" ordenó Potter. Draco rió nervioso y claro que sí, obedeció. Harry se quedó dormido en su pecho, pero ahora era él quién no podía conciliar el sueño y deseó que Harry Potter no fuera así con todos sus amigos, deseó que lo haya hecho con segundas intenciones, porque nunca se perdonaría así mismo si eran inventos de su mente. 

 Harry le contaba cada cosa que hacía en el Ministerio y le traía libros que sólo se encontraban allí, lo hacía reír cada maldito segundo y Draco sentía que la infancia volvía por él. 

Si se ponía a comparar, estaba sintiendo lo mismo que sintió cuando conoció a su novia y otro nuevo sentimiento de culpa nació en él. Realmente la seguía amando y le parecía inaudito estar ya pensando en alguien más, cuando hacia tan sólo cinco meses ella estaba a su lado. 

Sin embargo esa vez se consoló así mismo, diciendo que ya demasiado tenía con culparse de todo su pasado como para culparse por algo que no podía evitar sentir,  pero se prometió que pronto se le pasaría y que si no se le pasaba, él sabía que nadie podía ocupar el lugar de Astoria, que tan importante había sido en los pocos años que pudieron compartir juntos. 

El timbre lo sacó de su ensimismamiento. Estaba por abrir la puerta cuando recordó lo que Harry le había obligado prometer. Observó el artefacto muggle que le había enseñado a usar en caso de estar en emergencia, le había dicho que eso sería más rápido que cualquier otro método mágico.

"Draco, pase lo que pase, no importa quién sea que te esté llamando, tú no abras la puerta, ¿sí? Nadie va a venir, por lo que si alguien está buscando entrar aquí vas a estar en peligro. Por favor, promete que no importa quién esté allí atrás, tú no le abrirás y enseguida me llamarás"

   Por su lado, Harry Potter ya no estaba tan seguro de que fuera Gregory Goyle quien había amenazado la vida de Draco. Neville Longbottom, otro auror, le había informado que la noche anterior hallaron señales de una de las maldiciones imperdonables y cuando llegaron al lugar, se toparon con el cadáver del hermano menor de Goyle. 

—Mira, Harry —comentó Neville —, todas las señales nos llevan a que la familia Goyle está involucrada en algo. No es casualidad que algunos de los que formaron parte de la vida de ellos, estén siendo ahora amenazados. No sería ninguna sorpresa tampoco. El señor Goyle era uno de los mejores mortífagos. 

—Pero no entiendo cómo mataría al hijo.

—Quizás fue un error, quién sabe. Yo no los descartaré, especialmente a ese tipo.

 Harry tomó las hojas de todos los magos y brujas que estaban siendo atacadas y de las cuales se sospechaba que eran los Goyle, por los vínculos cercanos. 

 Apretó su labio inferior entre su dedo índice y pulgar. Neville tomó una de las hojas. 

—Todos son hijos de mortífagos que aún viven.

—Sí. Pero el único que no está en Azkabán es Lucius, los demás están cumpliendo su condena. 

 Neville chasqueó la lengua.

—Confiemos en que esta noche los atraparemos. 

 Habían mandado un auror a cada una de las casas de las víctimas acompañado de algún mago golpeador. Y varias brujas guardianas distribuidas por la ciudad. 

 El celular comenzó a emitir muchas vibraciones y un pitido realmente insoportable. El corazón de Harry se paró por medio segundo, él único que tenía ese número era Draco.

¿Potter? ¿eres tú? —susurró —. Hay una comadreja tocando el timbre.



Cielo gris | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora