Tras mi primer encuentro con las hermanas Sarel supe que no podría cruzarme con ellas mientras Valerie anduviera cerca. Si quería saciar mi curiosidad debería hacer un acercamiento de una forma menos ortodoxa.
Aproveché para hacer mis deberes e investigar. Tres hijas de Hécate. Tres huérfanas adoptadas por un mismo matrimonio. Valerie era la pequeña, Kendra la mediana y Rosa la mayor. Diecisiete, dieciocho y diecinueve años.
Valerie, a sus diecisiete, había alcanzado su culmen como elegida y se había enfrentado a todo tipo de amenazas. Todo el mundo divino conocía su nombre y era consciente de lo que aquella chiquilla era capaz de hacer.
En cambio Kendra era ese cuchillo arrojadizo que ni oyes ni ves venir. Simplemente te atraviesa el corazón antes de que puedas defenderte o bloquearlo. Una sombra asesina, ágil y tenebrosa llena de talento y amor hacia sus amigos y familia.
Y Rosa... ¿Qué podía decir de ella? Cuanto más averiguaba más atraído se sentía. Era valiente, hermosa, divertida, alegre y astuta. En algunos aspectos me recordaba de forma reconfortante a Jacinto, mi amor del pasado. Poseía su belleza, su fuerza de voluntad, su carisma...
Poco a poco me obsesioné con volver a verla. Con presentarme, con escuchar mi nombre en sus labios. Hasta mi amo fue consciente de lo que estaba ocurriéndome.
— Andas muy distraído últimamente —comentó mientras tallaba un nuevo arco—. ¿De quién te has enamorado esta vez?
Trabajar para el dios del amor significa no tener privacidad en tus sentimientos. La única forma de engañar a Eros/Cupido es mostrarle otro sentimiento incluso más imponente que el que realmente quieres guardar para ti. El problema de estar enamorado es que no puedes parar de pensar en ello. En aquel momento quise esconder mis sentimientos igual que hacía siempre que Eros andaba cerca. Pensé en mis amores del pasado, en emociones fuertes y desenfrenadas. Pensé en la muerte de Jacinto...
Y entonces pensé en ella.
— Vaya, vaya... —murmuró Eros, satisfecho—. Rosalyn Sarel. Una mortal, hija de Hécate.
Sí. Una mortal. Pero menuda mortal.
— Deberías tener cuidado —advirtió mi amo—. El juego al que estás jugando es muy peligroso.
Y vaya si lo era.
A diario buscaba mi oportunidad de acercarme, siguiendo sus pasos siempre desde una distancia prudencial. Quizás fuera obsesivo por mi parte pero ¿qué más podía hacer un dios menor castigado por no saber amar?
Mientras fuera Céfiro no podría acercarme a ella. Pero... ¿y si tomaba una nueva identidad?
Lo pensé durante días y terminé por crear un nuevo personaje: West Springer. Lo sé. Soy un genio de la semántica. (Oeste Primaveral en inglés). Es un nombre muy molón y, sin lugar a duda, suena mejor que Favonio.
Sería un universitario que estudiaba Ciencias Religiosas y Teología. Podría conquistarla, conocía casi todo sobre ella. ¿Qué podría salir mal?
Obviamente todo. Todo absolutamente todo podía salir mal.
Rosa era una mujer activa. A fin de cuentas su hermana y mejor amiga era la Elegida de Apolo. Aunque en las altas esferas divinas no se hablaba mucho de ella todos conocían a las tres hijas de Hécate. Rosalyn Sarel podía resultar la menos llamativa pero era muy poderosa y astuta.
Incluso teniendo tanto poder como el de su hermana menor, era inevitable que los problemas terminaran superándola.
Por aquel entonces los dioses menores estaban descontrolados. Habían organizado un movimiento que pretendía acabar con las jerarquías divinas. Un golpe de estado. Mi amo Cupido se mantuvo neutral en todo momento. No el interesaba aquella lucha. A mí tampoco a decir verdad. Aunque no estuviera ligado a las decisiones de mi amo y señor hubiera sido neutral igualmente. Estoy bien tal y donde estoy.
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Las Crónicas de Céfiro; HÉROES DEL OLIMPO (N° 3.5)
FanfictionCéfiro ha estado allí durante milenios y es momento de que nos cuente aquello que nadie más ha contado. ¿De qué sirve ser el dios del viento si no puedes narrar todas esas increíbles historias que ha visto? LIBRO 3.5 DE "LA INTRUSA", "LA ELEGIDA"...