"They locked the door"

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Con el aviso de que serían exiliados lejos de su hogar, Alessa y su familia tuvieron que empacar sus pertenencias, años de servicio sin esperar nada a cambio se acababan de ir a la basura por culpa de la avaricia de otros, aún cuando su familia pertenece a la nobleza, los lugareños estaban demasiado asustados, más por el acecho de la iglesia sobre ellos que de sus propios poderes.
Fueron desterrados, pero lo que creían sería simplemente un abandono en otro lugar... Se volvería un tormento, estaban confinados en una vieja mansión, rodeados de guardias prepotentes que miraban con perversión a Alessa, no podían hablar en presencia de ellos y no se les estaba permitido pasear por el lugar más que una vez a la semana, la comida no era del todo buena, pero había algo que alegraba aunque sea un poco la estadía de Alessa en ese lugar... ella amaba pintar y sorpresivamente, algunos guardias que sentían simpatía por ella y sus padres le habían llevado el material necesario para que lo hiciera y mejor aún, podía hacerlo en los jardines de aquella señorial mansión en ruinas, con la única condición de que cantara para ellos mientras pintaba, oh! Porque Alessa poseía una voz preciosa y una habilidad única en ella, producto de su magia, pero que siempre dejaba dormida, porqué así como podía ser el canto de los mismos ángeles, también podía convertirse en el horrido grito de una Banshee.
Alessa procuraba portarse bien, si bien siempre fue una chica dulce y un tanto tímida, podía ser muy fría y con un temperamento fuerte, pero procuraba guardar la compostura por el bien de sus padres y además eso impediría que los guardias le quitarán sus instrumentos de pintura aún así, sabía que en cualquier momento eso podría desaparecer simplemente por placer de algunos guardias de mal corazón.

PV Alessa

Me encontraba en la sala de estar con mis padres, papá leía un libro, uno de los pocos que los guardias no nos habían quitado... Mamá estaba concentrada en su costura y yo... Yo solo miraba por la ventana... Aún me costaba creer que nuestro amado pueblo nos hiciera tal cosa, no quería odiarlos, pero simplemente ya no podía sentir completa empatía por ellos... Me encontraba sumida en mis pensamientos, cuando de pronto llamaron a la puerta, era uno de los soldados que siempre son amables conmigo y mis padres, Kinnear Ogilvie, el más amable en realidad, nunca nos trató de forma despectiva o autoritaria.
- Con su permiso, señores Cavalcanti, señorita Alessa... -dijo haciendo una reverencia- es su momento de salir al jardín, ¿Necesita ayuda con sus instrumentos de pintura?- preguntó.
Me acerqué sonriendo y asintiendo.
- Te lo agradezco mucho, Kinnear- respondí.
Kinnear era alegre y la expresión de su rostro denotaba bondad; él no es malo.
Tomó mis cosas y salió de la habitación esperando afuera.
- Regreso más tarde...- dije sonriendo a mis padres.
- Qué tengas una tarde agradable, hija- dijo mi padre.
- Cuídate, cariño- añadió mi madre.
Asentí y salí de la habitación, reuniéndome con Kinnear.
- Gracias por tu amabilidad, Kinnear... Dentro de todo este suplicio, es un alivio tenerte cuidando de nosotros- dije caminando a su lado, dirigiendonos a la salida de la mansión.
- Es un placer, señorita... Siempre he sabido que usted y su familia son especiales...- añadió sonriendo.
¿Especiales? Será que él...
- Tengo una duda, Kinnear... ¿Por qué eres tan bueno con nosotros?- pregunté extrañada, todos los soldados eran rudos y groseros en su trato hacia nosotros, menos él y otros dos.
- Bueno... Estoy eternamente agradecido con ustedes, su padre salvó al mío... Y usted, me salvó a mí- dijo mientras llegábamos al jardín.
- ¿Yo te salvé?- Sinceramente, no podía recordarlo.
- Así es, cuando mi padre llegó moribundo por su ayuda, yo estaba muy asustado y preocupado, solo era un niño... Mi madre lloraba desconsolada... Y entonces, apareció usted, siendo una niña también, tomó mi mano y me leyó un cuento mientras esperábamos...- dijo acomodando el caballete y lienzo.
- El niño de los ojos tristes... ¿Eras tú?- pregunté atónita.
Él asintió un tanto ruborizado.
- Tenga por seguro, señorita... Que mientras yo esté aquí, no dejaré que ninguno de los soldados se pase de listo con usted y sus padres, cuentan con mi ayuda y protección- dijo haciendo una reverencia.
Me sentí abrumada por su sensibilidad, me llenaba de gusto saber, que no todos nos creían malas personas.
Comencé a mezclar mis pinturas, y me dispuse a pintar, cuando los otros dos amables soldados se unieron a Kinnear, comencé a cantar para ellos.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2021 ⏰

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