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Para cuando Emilio llego al departamento de Joaquín, estaba completamente mojado, pero todavía no le importaba en lo más mínimo

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Para cuando Emilio llego al departamento de Joaquín, estaba completamente mojado, pero todavía no le importaba en lo más mínimo. Todo lo contrario, se sentía más vivo que nunca. Tenía los rizos mojados, y la respiración irregular. La lluvia seguía siendo fuerte, pero ya menos que antes. Al menos los rayos habían parado. Pero de nuevo, a Emilio no le importaba aquello. Miro el edificio donde estaba Joaquín, con una enorme sonrisa. Su corazón latiendo con mucha más fuerza de la que podía contener. Camino decidido a la entrada, pero a pesar de tener la llave del departamento de Joaquín, decidió tocar el timbre que estaba abajo, y que se usaba para cuando llegaban paquetes. Casi de inmediato, escucho la voz de Joaquín.

—Baja, estoy afuera. —dijo el rizado, apenas conteniendo su emoción.

—¿Emilio? —pregunto el castaño, frunciendo el ceño. Joaquín había estado toda la tarde, desde que Emilio se había ido, tratando de convencerse de que el menor iba a estar bien. De que no necesitaba pensar en llamar a Heros, y pedirle que lo acompañara a ver a su novio. Justo en ese momento, se había cambiado los pantalones de mezclilla, por unos pequeños shorts, pues estaba pensando hacer ejercicio para liberar su mente de todas las inseguridades sobre el encuentro de Emilio y su madre. Su corazón latió rápidamente al escuchar la voz del rizado.

—Sí, rey. —dijo Emilio, cerrando los ojos, todavía sonriendo. —Baja, te tengo una propuesta.

—¿Una propuesta? —pregunto el castaño, sintiendo una emoción indescriptible en su interior. La voz de Emilio sonaba igual de emocionada.

—Hay muchas cosas que puedes hacer en la lluvia, precioso. —dijo el rizado, mirando como varias personas pasaban por la calle corriendo para evitar mojarse. —Ven abajo, por favor.

Y bueno, Joaquín no necesito que se lo dijera de nuevo, solamente pudo tomar las llaves de su departamento, y correr hacía donde estaba su novio. Cuando llego a la planta baja, abrió la puerta del edificio, con la respiración entrecortada, de inmediato se arrepintió de no traer puesta una chamarra, pues su ropa se empapo rápidamente. La lluvia parecía empeorar. La luz del sol todavía podía apreciarse, definitivamente habría un hermoso arcoíris, pero en el momento en que se encontró de frente con un Emilio sonriendo, ni siquiera lo busco con la mirada. No había mejor vista que Emilio sonriendo como lo estaba haciendo.

Joaquín sonrió, y camino hacía Emilio, quien lo miraba fijamente. Cuando llego totalmente frente al rizado, se detuvo. Solamente estaban mirándose, pero no estaban tocándose. La tensión, y el amor sintiéndose en el aire.

—Escuche que me tenías una propuesta. —dijo. No necesito hablar muy fuerte, pues estaban lo suficientemente cerca como para poder escucharse incluso a través de la lluvia. Emilio asintió, con su sonrisa intacta. —Te escucho.

Emilio miro a su hermoso rey. Tan precioso como siempre. Con su suave pelo, totalmente rizado. Con su playera, sus shorts, sus zapatos, su blanco rostro, y sus preciosas piernas, completamente mojados. Con todo el brillo que siempre había tenido, desde que se habían conocido. Aquel brillo que lo deslumbro más que nunca cuando se volvieron a ver hace unos meses en España. Aquel brillo que había entrado en su vida, y no había querido irse nunca. Todavía no quería irse, y Emilio no quería que se fuera.

My King. || Emiliaco. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora