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«Mitsuka Akiko»

   Una sonrisa emana de los pequeño labios de la frágil infante — ¡Oka-sa!, ¡ten!, ¡margaritas, tus favoritas!

— mi niña, gracias — susurra con dificultad tomando las flores muy mal cortadas — princesa, desde hoy en adelante comenzare un viaje.

— ¿un viaje? — con su cabeza ladeada admira inocente el palido rostro de su progenitora.

— si, un viaje, estare en un prado muy hemroso, donde no existe el dolor, pero queda bastante lejos — susurra antes de toser nuevamente cubriendo sus labios con su servilleta.

— ¡genial!, pero yo no eh hecho mis maletas — menciona la de menor estatura rascando su nuca.

   Una risilla amarga sale de los labios de la mayor — temo que no podras acompañarme esta ves, ¿quien cuidara de papá entonces?

— pero Oto-san es grande, puede cuidarse solo — ríe la pequeña mientras admiraba el rostro de su madre.

— Tn, escucha, tu te quedaras, descuida cuando sea el momento nos reuniremos en aquel prado — con dificultad acaricia la mejilla de su pequeña besando su frente — ¿te encargo a papá y Hiro?

— hai, confía en mi oka-sa — menciona la de menor edad observando la sonrisa de su madre para arreglar su vestido.

   Luego de unos minutos la pequeña abandono aquella sala a la cual nunca más pudo ingresar. Con el paso del tiempo descubriría la triste despedida que eran disfrazadas por un "magico viaje".

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— ¿Hiro?, ¡despierta! — con lágrimas en sus mejillas observa la cuchilla ensangrentada en la mano de su hermano mayor — ¡no me dejes tu también! — con un poco de fuerza agita el inerte cuerpo del azabache.

— ¡Tn!, ¿¡que ocurrio!? —grita un hombre de avanzada edad admirando horrorizado la escena llamando a la ambulancia.

— murió, se reunio con mamá — la voz de la pequeña de tan solo once años se quiebra, sus manos temblorosas abrazan con fuerza el cuerpo de su amado hermano.

   Tan solo admira como su fria piel comienza a apalidecer, sus marrones orbes eran ocultos por sus palidos parpados, sus gruesos labios comenzaban a tpmar ligero color morado, sus pestañas chocaban entre ellas para no ser separadas. El hombre debastado se lanzo al suelo para llorar lejos de su ahora unica hija.

— ¡Todo es tu culpa! — grita el hombre bastante molesto, su mirada oscurecida se clavaba en la piel de la muchacha — ¡si no hubieras nacido ella seguiria aquí!, ¡tu hermano no sufriria al verte!, ¡ninguno me hubiera abandonado!

— perdón, perdón, perdón — murmuraba la menor estirando sus cabellos con desesperación.

   Los molestos ruidos de la sirena sacaron a ambos del pequeño trance en el que estaban, la muerte del adolescente afecto demasiado en la vida de ambos familiares, trágicos sucesos comenzarían a suceder desde el moemnto que aquel joven azbacje fuera enterrado luego de su existoso suicidio.

Invisible [Shinomiya y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora