Hace una semana había llegado al pueblo de mi infancia, me aleje de mi antigua vida para comenzar una nueva. Conseguí un empleo de cajera y aunque no estoy muy familiarizada con el dinero, el sueldo que pagan me alcanza para vivir con las cosas básicas.
Mi casa aun estaba un poco desordenada y dentro de poco comenzare la universidad, mañana tengo que presentar los papeles de inscripción.
Desde la última vez, ya no volví a ver a Jai. Todas las mañanas voy al mismo mercado en donde me lo encontré aunque nunca tengo suerte. A veces pienso que es mejor sacármelo de la cabeza.
Me levante del sillón y fui a recoger mi ropa sucia para llevarla a lavar. Cuando iba a colocar todas las prendas, revise el bolsillo de mi pantalón y saque un pequeño papel.
Este contenía un número telefónico y unas palabras “si me buscas, me encontraras. Jai”
Metí toda la ropa en el lavarropas y subí hasta mi cuarto para recoger mi celular. Pronto comencé a dudar si llamarlo o no, pero la tentación me gano y termine marcando.
-Hola-Hablo una voz profunda y tranquila.
-¿Jai?-Pregunte
-Si, ¿Quién habla?- Me decepcione al saber que no me había respondido pero al momento le dije mi nombre y su tono cambio de uno serio, a feliz y tierno.
Hablamos toda la mañana y mediodía. Al principio creyó que estaba en problemas y es ahí cuando recordé sus palabras, el día que me entregó el papel.
El sonrió y me dio un papel. –Úsalo en caso de apuros.
Y en ese momento, el único apuro que se me ocurrió fue pedirle que me ayude a terminar de ordenar mi casa, ya que cuando comienza la universidad no tendría tiempo para acomodar nada.
El acepto.
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Mi despertador sonó y los rayos de sol entraron por la ventana. Me revolví en la cama pero a fin de cuentas termine por levantarme. La habitación ya estaba acomodada y en el placar estaba toda la ropa. Hoy era domingo, mi día de descanso.
De mi ropero saque unos short color blanco, una remera que tenía dibujada un corazón y unas ojotas, descendí a la cocina y me prepare un café. De pronto la puerta sonó y cuando abrí…
El estaba ahí, con su sonrisa y su mirada fija en mí.
-Hola…