Cada año en una fecha específica se celebra la gran tradición en Estados Unidos conocida como Halloween. Los niños se disfrazan de cosas aterradoras como brujas, fantasmas, esqueletos y de más. Las casas son decoradas con adornos parecidos y que tengan que ver con el terror, la mayoría ponen esqueletos en sus jardines, otros lapidas falsas y muñecos inflables que sean relacionado con el Halloween. En la fecha que se celebra este día los niños salen a la calle de noche con sus padres para pedir dulces con su típica frase de «Dulce o Truco» Lo que significa que debes darles dulces o te llenaran el jardín de papel higiénico o llenaran tus ventanas con huevos crudos. Algunos adolescentes como yo, nos vestimos disfrazándonos solo para acompañar a nuestros hermanitos a pedir dulces o para hacer fiestas, en mi caso es para la segunda opción. Cada año mis amigos hacen la más grande fiesta de Halloween en la casa de una fraternidad que es de uno de mis amigos, yo siempre destacaba en la fiesta ya que para animarla hacían el sorteo de «El mejor disfraz de Halloween» Y cada año yo era quien ganaba, sin contar que según todos mis amigos yo era la más guapa de aquellas fiestas...
En esta ocasión decidieron hacer la fiesta más temprano de lo habitual aunque no mucho en realidad. Por lo general empezaban a las nueve o diez de la noche pero hoy decidieron hacerla a las ocho y media. Tengo un hermanito menor pero siempre lo acompaña mi padre o mi madre a pedir dulces aunque él siempre quiere que vaya con él, yo siempre respondo con un rotundo y definitivo «No»
Mi hermanito se encontraba ya listo con su traje de superhéroe imitando a Ant Man de The Avengers, entró a mi habitación un segundo y me miró desde la puerta de mi cuarto de baño.
—Papá y mamá no te dejaran ir así —Dice él creyéndose que es el que da las órdenes en la casa.
—Llevo botines altos —Le aclaro y estiro una de mis piernas para que los vea— Me llegan hasta las rodillas y las medias transparentes negras me cubre, además, la falda es larga así que ya cállate mocoso.
—Sigues pareciendo una zorra de todas formas —Admite riéndose.
—¡Maldito mocoso! —Le grito.
Pero antes de poner alcanzarlo y reprenderlo él sale corriendo por el pasillo escaleras abajo así que me doy por vencida y continúo maquillándome.
Mis padres siempre se quejan de que vaya a estas fiestas pero siempre termino yendo ¡Tengo dieciocho años y voy la universidad, obviamente quiero vivir mi vida! Este año decidí disfrazarme de conejita Play Boy. Quise hacerlo porque era el único disfraz que aún no había usado en las fiestas y quería verme sexy. Tras mi ruptura con mi último novio, Matthew Wine, pues quiero provocar un poco esta noche y probablemente él esté en la fiesta.
«¿Probablemente? ¡Pues obvio que estará allí!»
Me termino de maquillar y escucho un grito de mi madre desesperado desde el piso de abajo.
—¡Christine! —Su grito es peor que otros— ¡¿Dónde están mis llaves?!
Mi madre sufre algo llamado No recordar donde carajos pose sus cosas. Esto significa que deja cualquier mierda donde no acostumbra a ponerla y pues se le olvida donde carajos la puso, solo lo hace para molestar y para fastidiarme.
—¡Están en el cajón de la cocina! —Le grito en respuesta.
Sé que no es un lugar donde se suele tener las llaves de la casa pero es que ella siempre deja todo regado en lugares como esos. Yo sé casi todo en cuanto cuando deja las cosas y sus escondites ya que suelo prestarle atención cuando coloca algo donde no va...Me cepillo mi cabello castaño claro y me suelto los bucles que he estado haciéndome, por suerte mi larga melena llega hasta mis glúteos así que cada bucle cae sobre mi espalda, me termino de aplicar lápiz de ojos alrededor de mis ojos azul intenso y termino de aplicarme perfume para mirarme al espejo. Salgo del cuarto de baño y voy hasta mi cuarto para tomar mi celular y mi diminuto bolso, me tomo una fotografía antes de salir y bajo los escalones con glamour para impresionar a todos que están esperándome en el salón, los tacones de los botines que me puse resuenan por toda la casa pero vale la pena llevar estos incómodos botines altos con tacón algo grueso de color rosa solo para demostrar cosas que necesito demostrar. Mi madre me ve y al hacerlo se le caen las llaves al suelo y ahoga un gritico, la mandíbula le llega al suelo al igual que a mi padre y a mi pequeño hermano.
—¿Qué tal estoy? —Pregunto con una gran sonrisa.
Todos se quedan en silencio contemplándome con ojos como platos.
—Pareces una zorra —Dice mi hermano con un tono alegre.
Yo pongo los ojos en blanco.
—¡James! —Lo regaña mi padre— ¡¿De dónde aprendiste esa palabra?!
El mocoso me apunta a mí. Mi padre voltea a verme y yo me apresuro a levanta los brazos como señal de que yo soy inocente.
—No me miréis a mí —Mantengo los brazos levantados para que entienda que soy inocente aunque tal vez no lo soy del todo— Tal vez la copio de algún show o de la tele.
Mi padre me lanza una mirada de advertencia.
—Hijo —Se dirige a mi hermano pequeño James— No es una zorra y no digas esa palabra...
—Sé que es una palabrota —Se ríe y vuelve a mirarme— ¡Pero parece una zorra vestida así y con esas orejas de zorra! —Exclama apuntándome.
—¡Cállate mocoso! —Le grito lanzándole cuchillos por los ojos.
Mi hermanito pequeño, James Grammer tiene seis puñeteros años y parece un empresario que sabe cómo expresarse perfectamente.
—¡Christine Grammer! —Me grita mi madre horrorizada por mi vocabulario que no es nada nuevo— ¡Controla tu vocabulario!
—Bueno —Digo sin importancia— Ya me voy ¿Dónde están las llaves del coche?
—¿Enserio crees que te dejaré ir así? —Dice mi padre con voz autoritaria.
Yo me cruzo de brazos.
—Las llaves por favor...
—Ve a cambiarte —Me ordena el don señor de la casa.
—¡Tengo dieciocho años! Así que en cierto modo ya soy mayor de edad —Replico.
Vivimos en Houston así que legalmente soy mayor de edad.
—Harás lo que se te dé la gana cuando vivas sola y pagues tú tus cosas sólita —El tono de mi padre es muy creído y se cruza de brazos sacando el pecho para parecer más machote.
Yo saco mi celular y finjo que estoy llamando a alguien.
Hay algo que odian mis padres más que esté vestida así y vaya a una fiesta y es que otra persona como Austin venga por mí. Austin es como el líder de mi grupillo de amigos que claramente es el peor de todos nosotros, vende drogas sin contar que las consume y siempre está colocado hasta las trancas, mis padres lo odian demasiado y siempre lo uso a mi favor.
—Hola Austin —Digo en voz más alta de la que debería para que escuchen a pesar de que en realidad no hablo con él— No, es que mis padres no quieren darme el auto ¿Podrías venirme a buscar?
Enseguida veo como mi padre se levanta del sofá con los ojos como platos y a mi madre sin aliento mirándome.
—Voy vestida de conejita Playboy cariño —Continuo con mi trampilla— Solo para ti.
Mis padres odian que ligue con Austin aunque solo lo hago para joderlos, Austin sabe bien que jamás estaría con él a pesar de que una vez nos enrollamos en una fiesta pero no le cuenten a mis padres. Austin y yo somos los típicos amigos fiesteros que hacen lo que quieren y se la pasan haciendo comentarios para ligar, Austin siempre me lanza piropos pero sin pasarse de la raya que me costó un mundo ponérsela y que la respetara.
Mi padre me hace señas con la mano para que tranque la llamada y me dice muy bajo que me dará las llaves y yo hago lo que me dice, finjo decirle a Austin que no importaba y que me darían el coche y guardo mi celular en mi pequeño bolso.
—Ten —Me da las llaves mi padre que se las saca del bolsillo.
—Gracias —Sonrío falsamente victoriosa.
Salgo al garaje y saco el auto que siempre saco que prácticamente es mío, un BMW rojo deportivo que amo con todo mí ser. Por si se lo preguntan, sí, somos de dinero y vivimos en una gran mansión en una de las mejores calles de Houston.
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Tu Juego Macabro
Short StoryConoce la historia de Christine Grammer. Una historia desgarradora y mortal de cómo es secuestrada por un completo desconocido que simplemente la cautivó con sus encantos masculinos invitándola a una fiesta falsa que simplemente era una farsa. Conoc...