Capítulo 1.

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-Alexia, usted ha sacado un 3'25-habló mi profesor acercándose a mí y entregándome el examen.

-Nada nuevo-lo cogí mirándolo. Lo que me extrañaba es que no fuese un cero. Dejé el examen a un lado de la mesa, ya que seguramente en unos minutos tuviésemos que devolverlos.

Seguí dibujando en mi libreta, ya solo me faltaba los últimos retoques para terminar el dibujo que había empezado a primera hora. Ya casi volvía a casa, apenas quedaban 10 minutos.

-Alexia, ¿vendrás esta tarde a mi casa?-me preguntó Leyla, la cual se sentaba junto a mí.

Ella es una chica tímida, reservada, y definida por la sociedad como ''rara''. Me acerqué a ella por integrarla a la clase, pero la verdad es que nos lo pasamos genial juntas. A veces sigue siendo un poco tímida conmigo, pero es algo que lleva en la sangre. Aún así tiene un corazón muy grande.

-No Lei, lo siento. Había reservado la tarde de hoy para Melodie, ya sabes..., casi no nos vemos y la echo de menos. Mañana si te apetece estaré disponible-le sonreí.

Melodie es mi mejor amiga. Apenas la veo, vive en otro barrio y estudia en una universidad privada, por lo que dedica todo su tiempo al estudio. Quiere ser cirujana plástica.

No sé en qué momento pudo sacar un hueco libre para mí y obtener el permiso de sus padres, ya que a ellos no les hacía mucha gracia que nos veamos tanto, creían que yo la llevaría por el mal camino, pero..., una mejor amiga nunca haría eso, ¿verdad?

-Por supuesto, no te preocupes-me sonrió.

El timbre sonó, haciendo que todos los que ya habían recogido sus cosas, se marcharan. Me apresuré yo también en guardar las mías en mi mochila para salir por fin.

Cuando salí notando el frescor en mi cara suspiré. Al fin llegó la hora de volver a casa. Empecé a caminar alejándome del edificio dirección a mi casa. Miraba mi móvil mientras caminaba para responder algún que otro mensaje.

Lo único malo de volver a casa sería el tener que enfrentarme de nuevo a mi familia. Los odiaba, siempre estaban recriminándome lo mal que lo hacía todo, y que Ander—mi hermano— era quien se había llevado absolutamente todos los buenos genes.

Esta tarde podría despejarme un poco con mi mejor amiga, por lo que eso me aliviaba.

-Ya estoy aquí-avisé a mi familia, cerrando la puerta.

-¿Un 3'25 en ciencias?-fue lo primero que dijo mi padre. Ellos tienen una aplicación de padres y madres con los profesores, aunque ya muchos fuésemos mayores de edad, seguían comunicando notas y absolutamente todo por allí.

-¿Te sorprende?-lo miré.

-Háblale bien a tu padre-mi madre, la cual andaba con una toalla en la cabeza, cruzó sus brazos.

-¿Por qué no intentas esforzarte un poco más, Alexia?-suspiró mi padre.

O mejor dicho, ¿por qué no eres como tu hermano? Algo hemos tenido que hacer mal para que seas tan inútil-me miró con asco-. Nosotros comeremos en 10 minutos, ya sabes sobre qué hora tienes que comer tú.

Subí a mi habitación sin decir nada más, cerrando la puerta a mis espaldas. Me tumbé en la cama mientras esperaba a que ellos comieran.

Siempre era así. Mi madre me odiaba, ella quería echarme de casa, pero mi padre no se lo permitía. Él es el más cercano a mí. Con mi hermano apenas hablaba, él me miraba por encima del hombro y sabía que era mejor que yo, además era el más mimado, tenía todo lo que quería, incluso más.

Pensando y pensando se hicieron las 16:12 según mi móvil, así que supuse que ya era la hora de alimentar mi estómago, que tenía un poco más de hambre que de costumbre. Bajé a la cocina viendo que la luz de ésta se encontraba encendida. Qué raro, lo más seguro es que se les haya pasado.

Mi niñero | l.tDonde viven las historias. Descúbrelo ahora