Momento 6

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Este momento fue inspirado por la canción I will... de Eir Aoi

El dragón nos llegaba a los talones. Estábamos cansados de tanto correr, pero no podíamos detenernos. Con todas nuestras fuerzas corrimos hasta el escondite más cercano en la ciudad; una pared destruida que con suerte nos ayudaría a despistar la pobre vista del dragón siempre que nos mantuviéramos en silencio. Llevábamos luchando casi media hora y estábamos exhaustos. La adrenalina se había terminado y nuestras heridas nos pasaban factura. Habíamos hecho lo posible por detenerlo, pero ninguno de los dos lo había logrado aún. Un enemigo como el que enfrentábamos requería de muchísimas más espadas, flechas y lanzas, pero no ya todos se habían ido.

- ¿Y ahora qué hacemos? – me preguntó en vos baja.

- Esperar. Tal vez si esperamos lo suficiente, se canse y se vaya o se quede dormido.

- ¿Estás seguro?

- No, pero es lo único que podemos hacer.

Ella me miró sorprendida y luego rió en silencio. De pronto, sus pulmones cedieron y tuvo un repentino ataque de tos que intentó calmar como pudo para evitar llamar la atención del dragón. Entonces, la abracé con todo mi cuerpo para cubrirla y evitar que el sonido llegara más lejos. Cuando finalmente pudo calmarse me alejé de ella y vi que toda mi armadura estaba cubierta de gotitas de sangre.

- Es peor de lo que pensaba – me dijo como pudo.

- Debemos hacer algo para curarte.

- ¿Y quién defenderá la ciudad?

- ¡Ya no queda nadie en la ciudad! ¡Todos huyeron gracias a que nosotros hicimos tiempo!

- Pero... Tal vez queda alguien...

- Ya no hay nadie. Es hora de irnos. Debemos encontrar a alguien que pueda curarte...

Ella simplemente guardó silencio.

- ¿Qué sucede?

- Yo... quiero vivir – me dijo.

- Lo sé, por eso yo...

- Hay algo que no te he dicho.

- ¿Qué...?

- Estoy embarazada...

La miré estupefacto ante sus palabras.

- Pensé que él me amaba – me dijo -. Pero veo que me equivoqué.

Ella seguía hablando, pero yo no podía responderle. Había estado luchando como una guerrera hacía solo unos minutos y ahora perdía sangre como lo haría cualquier guerrero, pero ahora esto lo cambiaba todo. No éramos solo nosotros tres los que debíamos huir; éramos tres.

- Él pensó que podría tener más poder si lograba dominar la ciudad con el dragón. Intenté convencerlo de no hacerlo, pero él lo invocó de todas maneras – rió – Y después, al verlo, huyó del miedo que sintió. Realmente pensé que me amaba; que nos amaba,,,

Ella continuaba hablando y yo estaba en blanco. No podía creer lo que me decía; ella ahora estaba embarazada. Nada sería igual...

- Nos enfrentamos a muchos enemigos temibles, así que por un momento pensé que podríamos derrotarlo, pero ahora veo que nunca podríamos hacerlo. Por eso, quiero pedirte algo muy egoísta... Yo...

- ¿Hace cuánto que lo sabes?

- ¿Qué?

- ¿Hace cuánto que sabes que estás embarazada?

- Hace unos tres meses... Más o menos... ¿Por qué...?

- No, por nada... - dije mirando al suelo.

Quise evitar que mis lágrimas cayeran al suelo. En verdad la amaba y quería ser yo quien formara una familia con ella. Pero ella no se enamoró de mí, sino del brujo Azael; un brujo mediocre con patéticas aspiraciones de grandeza que logró emocionar su corazón. Y precisamente esas patéticas aspiraciones de grandeza fueron las que nos llevaron a tener que solucionar este problema. Estábamos solos como tantas otras veces, pero ella nunca me veía como nada más que su amigo; su fiel compañero; ese que siempre estaría a su lado como su sombra, pero que al igual que su sombra, jamás podría tocarla. Cuando sentí que podía respirar mejor y las lágrimas habían retrocedido, la miré a los ojos y le pregunté:

- ¿Qué querías pedirme?

- Por favor, ayúdame a salvarme. Quiero dar a luz a este bebé; quiero darle una oportunidad de vivir. Él no pidió estar aquí entre nosotros, pero es mi responsabilidad hacer todo lo que pueda por salvarlo. Él confía en mí... - dijo con lágrimas en los ojos.

- Muy bien. Nos iremos los dos los más lejos que podamos. Solo debemos encontrar un camino y...

De pronto, el rugido del dragón me heló la piel. Nos había escuchado y pocos segundos, estaría sobre nosotros.

- Corre, Mabel...

- ¡¿Qué...?!

- ¡¡¡Qué corras!!!

El dragón asomó su cabeza sobre la pared y nos vio. Tenía la vista mala y pero ahora que nos había encontrado, estamos en grave peligro. Entonces, tomé mi espada y con la parte plana comencé a golpear mi armadura. Cuando el dragón me tuvo en la mira, corrí lo más lejos de pude en la dirección opuesta a la que iría Mabel. Mientras me alejaba, le grité:

- ¡¡¡Corre, Mabel!!! ¡¡¡Corre y encuentra a los demás pobladores!!! ¡¡¡Te alcanzaré después!!!

Y entonces, Mabel hizo lo más estúpido que podría haber hecho; ponerse a llorar.

- ¡¡¡Mabel!!! ¡¡¡No es hora de actuar de esa manera!!! ¡¡¡Por favor, reacciona a vete!!!

Pero Mabel seguía llorando mientras yo intentaba llamar la atención del dragón con todas mis fuerzas. Y sorpresivamente, el dragón parecía confundido. Yo quería alejarlo de Mabel lo más que pudiera, pero ella no dejaba de llorar.

- ¡¡¡Mabel!!! – le grité, intentando hacerla entrar en razón.

- ¡¡¡Perdón!!! ¡¡¡Te amo, Hugo!!!

Y mi corazón me dio un vuelco. En medio de todo el estrés, la adrenalina, el dolor, la impotencia y la desesperación, mi corazón tuvo un momento para emocionarse, jugar en mi pecho a que tocaba los tambores y bailaba furioso para hacerme llorar.

- ¡¡¡Mabel!!! - grité antes de comenzar a golpear de nuevo y con redobladas fuerzas la espada contra mi armadura - ¡¡¡También te amo!!! ¡¡¡Ahora, corre!!! – y el ruido comenzó.

El dragón pareció perder su estado dubitativo y comenzó a acercarse a mí al escuchar el ruido. Mabel huyó como pudo en la dirección en la que todos habían huido. Ahora éramos solo el dragón y yo.



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