Narra Saeyoung
Diablos, me siento terrible, todo me duele... Tanto que quisiera matarme a mí mismo para dejar de sentirlo. Rika no ha parado de hablar, ¿va a terminar ya con este maldito martirio de iniciación, o va a seguir parloteando parada ahí como estúpida?
—Después, procederemos con la ceremonia de limpieza del pecador arrogante— ¿de quién habla? ¿Se refiere a...?
V apareció junto con dos hombres que lo tenían esposado. ¿Qué piensa hacerle esa mujer a V? No quiero pensar en ello.
—Ahora bien. Saeyoung Choi, ahora procederemos a limpiarte de las impurezas del mundo— dijo. Ya ni siquiera puedo reírme.
—¿Qué harás? ¿Me borrarás la memoria o algo así? O debería ser algo más literal, como meterme a una lavadora. Eso eso, ¿no?— intenté adivinar.
—Veo que te gusta mucho a hablar. Espero que esto te enseñe a callarte cuando no piden tu opinión— uno de sus discípulos le entregó un pequeño frasco de cristal con un líquido fluorescente que no se veía muy ingerible. —Ahora abre la boca— me ordenó como si fuese su perro.
—¿Y las palabras mágicas?— no me conviene hacerla enojar, pero no voy a darle el lujo de tener poder sobre mí. —Esta es la parte donde dices “por favor, dios Seven”— susurré.
La ex-novia loca de V me abrió la boca a la fuerza y vertió el interior de el frasco, este pasó por mi garganta y al mero contacto sentí cómo me quemaba por dentro; era una sensación horrible. El líquido estaba un poco espeso, así que bajaba con lentitud por mi garganta y con cada segundo que pasaba, dolía más. No solo quemaba, esa cosa causaba una reacción extraña en mí; mi mente comenzó a nublarse y sentía que me volvía loco, desesperado por agarrar algo filoso e insertármelo tantas veces hasta morir lo más rápido posible.
Comencé a gritar y retorcerme, rasgaba el suelo con mis uñas y lo golpeaba con tanta fuerza que mis manos sangraban. Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, el dolor que antes sentía por mis heridas ahora ya era algo insignificante. Jamás había experimentado tanto dolor, de verdad quería suicidarme. Por suerte, estaba encadenado, no habían muchas formas en las que pudiera matarme en ese estado, mi vista también se encontraba nublada, pero podía escuchar cómo la voz de MC gritaba mi nombre, eso era la único que podía escuchar con claridad: a MC. Escuchaba cómo gritaba “¡Saeyoung! ¡Resiste! ¡Se fuerte! ¡Por favor, no te hagas más daño!”, también persibí que lo decía entre gritos y sollozos... Escuchar su voz me daba un poco de autocontrol, aunque no mucho, pero escucharla me recordaba que no podía cometer una locura, no cuando ya había llegado tan lejos. No sé cuánto tiempo estuve así, no sé si fueron segundos, minutos u horas... Pero para mí era una tortura que parecía eterna. Mis oídos zumbaban y mis cinco sentidos parecían afectados por esa maldita droga, no percibía nada, solo el dolor.
De un momento a otro, todo lentamente regresó a la normalidad, si es que así puedo decirle. Volví a recuperar mis sentidos, mi garganta aún ardía, pero ya no era algo tan infernal. Me tiré en el suelo, incapaz de moverme, me quedé en una especie de trance.
—¡Saeyoung! ¡Saeyoung! ¿Me escuchas? ¿Estás bien? ¡Saeyoung..!— MC estaba sumamente preocupada, tenía lágrimas en los ojos. Se acercó a mí y me abrazó, colocándome en su regazo. Me dolía profundamente ver cómo la destrozaba que me encontrase así.
—Bueno, enhorabuena, Saeyoung. Sobreviviste la primera fase— Rika me miró con una sonrisa, seguro que le fue muy placentero ver cómo agonizaba con esa droga del demonio. —¿Proseguimos?