Capítulo 2

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Narra Yuuichirou:

                                    

El sonido de la puerta de la entrada azotándose resonó por toda la casa. Guren había llegado, y era más que seguro que se encontraba furioso. Mis oídos comienzan a zumbarme con lo que serán sus regaños.

—¡¿Dónde está?! —Escucho su grito, dirigido a Shinya y apenas si puedo distinguir un par de palabras que forman la respuesta—. ¡Dime, ¿cómo se te ocurrió sacarlo de la academia sin avisarme?! Más que el director, ¡yo soy su padre! ¿Sabes lo preocupado que estaba?

—Guren... ¡Guren! —repite su nombre— escúchame por favor —Los pasos toscos en las escaleras son seguidos de unos más tranquilos y ya soy capaz de escuchar las respuestas a los gritos de mi tutor—. Yo entiendo que estés molesto, fue mi error haberlo sacado sin haberte avisado, pero estás enojado conmigo, no con él, así que...

—¡También estoy enojado con él! —Le interrumpe—. ¡¿Crees que disfruto el nunca ser tomado en cuenta?!

—Guren, por favor, este no es un buen momento. Seguramente Yuu-kun te escuchará si hablas con él en un rato, pero ahora...

—¡Basta, Shinya! —grita y no puedo evitar dar un respingo ante lo enojado que suena, a pesar de encontrarme seguro entre mis cobijas.

Puedo oír que dicen algo más, pero mi consciencia está tan perdida en todo lo que pasó hoy, que una discusión más me parece irrelevante; lo único que quiero ahora es dormir. Tal vez así logre olvidarme de todo lo que pasó.

La puerta de mi habitación se abre de golpe y luego de escuchar un par de pasos, nuevamente se cierra. Yo me mantengo lo más quieto posible bajo el edredón, tratando de fingir que estoy dormido.

Un quedo suspiro, cargado de melancolía, frustración y arrepentimiento que me hace estremecer.

Dos pisadas y una de las esquinas del colchón se hunde levemente ante su peso. Después: nada más que el silencio.

—¿Quieres contarme lo que pasó? —pregunta luego de casi un minuto de un incómodo mutismo.

Yo respondo sin emitir sonido alguno, manteniéndome bajo mis cobijas y ansiando el momento en que se rinda y me deje solo.

—Bueno, Shinya me puso levemente en contexto cuando me llamó a la academia para avisarme que estabas en casa —Se aclara la garganta, tratando de mantener su enojo al respecto a raya—. Me dio un par de teorías, pero prefiero que tú me digas lo que pasó.

Nuevamente me quedo callado, negándome a darle el gusto de contestarle, a lo que escucho cómo chasquea la lengua, frustrado. O como él diría "cansado de mi infantilismo".

—Sabes que odio quebrarme el cerebro tratando de entender lo que pasa y...

—Mikaela y yo terminamos —Le interrumpo y él inmediatamente guarda silencio.

Exigiéndome la mejor cara de apatía que puedo poner en estos momentos, asomo mi cabeza fuera de las telas, sólo para dedicarle al hombre frente a mí, la peor mirada de desprecio que tengo.

—Supongo que ya estarás contento ¿no? —escupo mordaz, haciendo caso omiso del dolor de mi corazón al estrujarse.

Guren me observa alarmado. Sus ojos bien abiertos y recubiertos de preocupación, mientras frunce el ceño, tratando de entender mis palabras. Y su mirada, esa que esperaba estuviera llena de enojo, o desconcierto, pronto veo cómo se opaca con un gran dolor, causado por mis palabras.

—¿Por qué dices eso? —cuestiona una vez que se ha recuperado de la impresión y el daño.

Por unos segundos quiero detenerme a considerar mi discurso, a analizar si lo que planeo decir lo va a herir más a él que a mí, o si ambos terminaremos destrozados, pero en mi interior, mis emociones queman y me consumen, tomando el control sobre mis labios.

—¡A ti no te agradaba! —Le acuso sintiendo una presión en mi pecho—. Te la pasabas diciendo que yo era un simple juego para él, que sólo estaba experimentando y que... yo no lo conocía bien...

Mi voz, de a poco va perdiendo rigidez, más en cuanto vuelvo a ser consciente de que él estaba en lo correcto.

—Pues... ¡Tuviste razón! ¿sí? —grito teniendo un nudo en la garganta— ¡Tenías razón! Para él yo no era nada más que un simple "problema que debía resolver" —repito sus palabras—. Sólo eso... ¡Sólo un maldito problema que no sabía cómo resolver! —bramo sintiendo un intenso dolor que me quiebra por completo—. Espero que te sientas contento ahora que él y yo... Ahora que yo...

Sus brazos me rodean en un instante, y con gran fuerza me apegan a él, dejando a mi rostro, pegado a su pecho. Mis lloriqueos cesan debido a lo repentino de su gesto.

—Yuu, tranquilízate —Pide recargando su rostro sobre mi cabeza—. Respira y cálmate.

Su voz es suave y yo la siento como una caricia en lo más profundo de mi alma. Obedeciendo su orden, hincho mis pulmones de oxígeno hasta que siento que ya no pueden más, para luego expulsarlo con suma lentitud, intentando recuperarme.

—Yuu, sé que soy tu padre adoptivo, pero sigo siendo tu padre —se lamenta, mientras me abraza más fuerte—. ¿Cómo puedes creer que me va a alegrar verte así? —Un suave y dulce beso en mi coronilla, me trae de vuelta viejos recuerdos llenos de risas y amor.

Hacía mucho que no sentía este tipo de amor —pienso mientras con mi nariz recorro la tela de la camisa de mi padre, disfrutando de su aroma—. Hacía mucho que no me sentía en casa...

—Me preocupo por ti, quiero que estés bien, no quiero verte sufrir en lo absoluto —Su mano se desliza por mi espalda una y otra vez de forma reconfortante—. Si yo dije eso de Mikaela en su momento, era porque estaba celoso de perderte, porque tú eres mi pequeño niño, y de un momento a otro, un rubio oxigenado llega y te quiere sólo para él... No podía aceptarlo —ríe débilmente entre mis cabellos—. No puedo aceptar que ya estás creciendo, porque eso significa que pronto te alejarás de mí.

Sus dedos enredándose en mis cabellos, reconfortándome igual que cuando era un niño y estaba asustado de que la otra pareja me adoptara cuando yo quería irme con él.

—No me iré —digo sorbiendo mi nariz y apartándome sólo lo necesario para verlo a los ojos—. Pero tienes que aceptar que ya no soy un niño pequeño —me quejo el ceño fruncido. Él suelta una buena carcajada y en respuesta, yo le golpeo el hombro.

—Está bien, está bien —dice aún entre risas—. Ya no eres un niño pequeño, pero sigues siendo un pequeño —burla revolviendo mis cabellos.

Una pelea amistosa comienza entre ambos. Yo le tumbo sobre mi cama mientras me quejo de que me siga tratando como a un bebé, mientras él argumenta que, por mi estatura, aún parezco uno. Risas y golpes fingidos... Durante un buen rato, logro olvidarme por completo de la tristeza, de mi corazón roto, de los gritos y el llanto, y sólo somos mi padre y yo jugando como hacía tanto que no jugábamos; luego de un buen rato de aquello, me acomodo sobre mi papá y reposo mi cabeza en su pecho, mientras recupero el aliento.

Durante unos momentos, sólo puedo pensar en el dolor de estómago debido a las risas, y en mi garganta seca por tantos gritos, pero no pasa mucho tiempo para que me dé cuenta de la posición en la que me encuentro, y los recuerdos asalten mi mente.

La mañana que despertamos juntos... Sus besos, mis risas, los comentarios... A pesar de lo rápido que surgió lo nuestro, todo parecía perfecto en aquel instante... Pero el tiempo de aquella ilusión, los momentos juntos fueron demasiado cortos...

Un sollozo escapa de mis labios y debajo de mí, mi padre se tensa.

—Hey, ¿qué pasa? —pregunta con la voz teñida de preocupación a la vez que me apega contra sí, tratando de protegerme del dolor.

—Perdón... —Me disculpo correspondiendo su abrazo con igual o más fuerza—. Es solo que... en verdad tenías razón —murmuro entregándome una vez más al dolor—. Él... él... —Inevitablemente vuelvo a romper el llanto, pero esta vez, tengo a mi padre para consolarme y protegerme del dolor.

A la luz del reflector ⊰ verdαd y ѕeᥒtι꧟ιeᥒto ⊱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora