Capítulo VII

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Me parece que esto
es un sueño... pero,
¿cuál de los dos está soñando?

(@ eclectipos en Instagram)

...

Un joven de melena verdosa desordenada exhaló agotado en su asiento. Ligeros choques de palmas se oyeron en el cuarto, unos más altos que otros, provenientes de una chica castaña. Había finalizado con la presentación de su trabajo, en el que estuvo trabajando arduamente por unas semanas. (Capítulo IV). Los proyectos teóricos le fastidiaban tanto; no era que los odiase, sin embargo, estos no eran tarea fácil.

La exposición de su amiga Uraraka fue fenomenal; describió y comentó adecuadamente toda parte del trabajo. Se sentía orgulloso por su compañera, ya que, después de todo, ella igual se esforzaba de la misma manera que él en la carrera, incluso más.

La clase transcurrió con las últimas presentaciones por parte de los demás estudiantes, y a unos cuantos minutos de que los alumnos se retirasen, el profesor dio unas indicaciones.

―Jóvenes, como bien sabrán, la profesora Roxanne no ha podido asistir estas últimas semanas a clases, y como el cierre de semestre se aproxima, necesitan tener evaluaciones en su asignatura para poder sacarles un promedio. Ante esta situación, la profesora Roxanne recurrió a mí para que pudiera darles las instrucciones de lo que será su próximo trabajo. La idea principal es que pinten algo que les sea muy importante o que tenga un valor significativo. Deberán hacerlo en un cuadro de 50x70 y, además, tendrán que hacer una pequeña exposición, dando a explicar estos tres puntos: la razón por la cual lo escogieron, por qué es de suma importancia para ustedes y qué harían si lo perdieran. Tienen completa libertad de retratar lo que deseen. El plazo para el proyecto es hasta el miércoles de la próxima semana.

Los estudiantes abrieron sus párpados estupefactos. Algunos creían que el tiempo que acababan de otorgar era muy poco, y el resto simplemente se sorprendió, para asumir finalmente lo que recibían. Eso sí, lamentaban la gran cantidad de tareas que les habían mandado.

Ahí se encontraban los estudiantes anotando los datos más cruciales, mientras que otros se calentaban la cabeza pensando en qué podrían hacer. Izuku no era la excepción.

La segunda hora de clases del día acababa de concluir.

Ya en su bloque de tiempo libre, el par de amigos recorría tranquilamente el edificio.

―¿Y bien? ―cuestionó la más baja hacia su compañero, quien estaba completamente distraído de la realidad―. ¿Qué tal todo? Necesito saber qué ocurrió el día viernes después de que te fuiste del local. ―Hizo un puchero, en forma de súplica―. ¡Deku!

El pecoso dio un ligero salto al oír el llamado de su amiga.

―L-Lo siento, Uraraka-san ―se disculpó―. ¿Qué decías?

La de mejillas regordetas bufó.

―¡Quiero saber que pasó el fin de semana pasado! ―demandó la más baja.

―Ah, cierto ―contestó Izuku, rascando su nuca―. Esa noche, Todoroki me llevó al cerro Kazuoki, donde conversamos tranquilamente y además me admitió que yo... le gustaba ―dijo las últimas palabras casi en un susurro.

Uraraka quedó atónita ante tal inverosímil noticia que acababa de escuchar. Aquello lo había supuesto desde un inicio. En el momento que su amigo y el bicolor comenzaron a relacionarse, pudo ver cómo el heterocromático se comportaba con el peliverde.

El chico de los piercings ⛓ // [katsudeku] || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora