Capítulo IX

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⬆La imagen de arriba pertenece a @moktdk en Twitter.
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Dile que lo quieres,
aunque se caiga tu mundo,
aunque se rompa el silencio,
aunque delate tu alma,
que sin él
el espejo te refleja desnudo
de piel y calma.
Díselo.

Aunque te duela. O le duela a tu jodido orgullo.
Díselo.
Quizás no haya más oportunidades,
quizás no haya más tiempo.
Y no para él.
Para ti.

(@hank_escribe en Instagram)

...

El día más esperado por el trío de amigos finalmente había llegado. Hoy era la fiesta a la que ansiosamente deseaban asistir. Esa misma tarde, al salir de clases, quedaron de acuerdo para juntarse en las afueras de la universidad, cuando fueran cerca de las ocho de la noche, dado que la fiesta comenzaba a esa hora y no querían llegar tarde pero tampoco temprano. Y allí se encontraban.

―¿Listos? ―cuestionó el pelirrojo, contento.

El ambarino asintió, en cambio, el rubio cenizo se mantuvo con su semblante serio.

―Llevo estas botellas de bebidas, aunque realmente no creo que nadie beba de ellas. ―El de dientes afilados alzó levemente los medianos envases de gaseosas.

―Descuida. Ahora, no perdamos tiempo y vámonos luego ―suplicaba el de cabellos dorados con su clásico mechón azabache.

―Se nota que estás emocionado ―comentó Bakugo hacia Kaminari.

―Por supuesto ―dijo el más bajo con obviedad―. Hacía mucho que no íbamos a una fiesta. Tenga muchas ganas de pasarlo bien y divertirme.

―También yo ―apoyó el de cabellera rojiza con una sonrisa.

―A pesar de que este es nuestro penúltimo año, aprovechemos lo poco que nos queda de adolescencia y bebamos como nunca lo hemos hecho ―proclamó el ambarino con orgullo.

―¡Bien dicho, bro! ―Kirishima estaba muy feliz.

El de ojos rubíes analizaba a sus compañeros. Pensó que, quizá, debía hacer lo mismo que ellos; no le vendría tan mal, después de todo.

No perdieron más tiempo y se encaminaron a la micro más cercana que pudiera acercarlos a la dirección que debían ir. Cuando lograron subirse a una, se pusieron a conversar.

―Dios, estoy muy emocionado. ―El ambarino se removía en su asiento, ansioso.

―¿Crees que yo no? ―correspondió el pelirrojo de igual forma.

―Cálmense un poco, no es que vaya a ser la gran cosa ―rechistó el de mechones punzantes con su típica actitud.

―¡¿Ehhhh?! ―Ambos amigos clavaron sus miradas en el más alto, estupefactos.

―No lo puedo creer, Bakugo ―Denki movía su cabeza de un lado a otro, negando con decepción.

―Bueno, no importa ―dijo Eijiro.

Cada vez se aproximaban más. El ambarino observaba por la ventana la oscura noche iluminida por las luces de las calles. En eso, divisó un pequeño detalle en el exterior. Frunció su ceño, confundido.

―Eh, chicos ―habló el ambarino hacia sus compañeros―. ¿No estamos yendo en la misma dirección para llegar al negocio de Izuku?

Katsuki fue el primero en desviar su mirada al exterior del bus, inspeccionando el lugar para comprobar si lo que decía su amigo era cierto o no.

El chico de los piercings ⛓ // [katsudeku] || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora