JongWoo se despertó y su garganta ardía. Había dormido sobre su cama sin cubrirse y había pegado un resfriado, un dolor de cabeza vino a él y se recostó poniendo una mano en su frente para aliviar el dolor.
MoonJo se levantó tiempo después y de inmediato observó por el agujero encontrándose con el pequeño muchacho; débil y enfermo. Se alejó del agujero y sonrió, se levantó y vistió, salió de la habitación y golpeó la puerta de la habitación 303.
JongWoo tardó un poco en abrir la puerta, pero aún así apareció frente a los ojos de MoonJo, débil, con la cara roja y su respiración algo agitada.
- ¿MoonJo? - Su voz sonó ronca.
MoonJo no dijo nada y tomó de los hombros a JongWoo, empujándolo dentro de la habitación y sentándolo en la cama para luego cerrar la puerta, mirar a JongWoo y empujarlo para que se recueste, aprovecho de mirar de cerca la bonita cara del contrario.
- ¿Qué es lo que haces? - Se quejó JongWoo.
- ¿Estás enfermo?.
- Si... No dormí bien anoche y me resfrié.
- Tienes que tener más cuidado, puede darte algo grave- Regañó tocando la frente del menor - Tienes fiebre, ¿debería llevarte a médico o cuidarte yo? - Sonrió con burla.
JongWoo no dijo nada y sólo cerró sus ojos.
- Me encargaré de cuidarte- Quédate aquí, ya vuelvo - Salió de la habitación dejando a JongWoo descansando.
Al salir, se encontró con NamBok, por lo que su sonrisa se esfumó.
- ¿Tu mascota está enferma? No deberías dejarlo solo... Podría pasarle algo - Río NamBok.
- Ya sabe lo que pasará si lo llega a tocar, señor Hong - Sonrió MoonJo.
- No tengo nada que perder, un poco de diversión no me vendría mal.
- Puedo matarlo ahora mismo si usted lo desea.
NamBok soltó una risa y se volteó para volver a encerrarse en su habitación.
MoonJo miró la habitación 303, suspiró algo preocupado y se encaminó por el pasillo hasta salir del edificio.
JongWoo trató de sentarse, acomodándose en su cama. Estaba mareado y su cabeza no paraba de doler, su pecho se sentía pesado, hizo un puchero y abrazó sus piernas, odiaba sentirse tan débil e inútil, odiaba tener que estar dependiendo de otro cuando se enfermaba. Un estruendo contra su puerta lo hizo sobresaltarse, levantó su cabeza y trató de hablar, pero su voz no salió, estaba afónico.
