Capítulo II

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Segunda Parte

El señor Elgar Crusoe decidió visitar a su familia, para las festividades de navidad. Para todos fue una sorpresa ver al caballero llegar.

Al día siguiente de su llegada, el joven se fue al bosque a la cabaña, la encontró limpia, y con algunas cosas nuevas, como un pequeño escritorio y un estante de libros con temas de damas, así como, una manta rosada, y sonrió al recordar a la señorita Bell.

En ese instante, la puerta se abrió una vez más, una muchacha corrió hacia él, cuando sintió sus brazos alrededor de su cuello, y aquel aroma a rosa, conoció que era Gaby, así que, sin poder resistirse, pasó sus manos por la cintura de la joven, y la abrazó también.

Sentirla entre sus brazos, era una verdadera delicia.

La señorita Bell trató de separarse de su amigo, pero el caballero la sostenía con fuerzas, y le dijo en voz ronca:

––¡Quédese quieta!

La muchacha obedeció y reposó su cabeza en el hombro de él, así permanecieron por un momento.

El joven la separó de él poco a poco, porque algo dentro, deseaba permanecer con ella, ceñida a su pecho.

Al verse libre, ella indicó con una sonrisa:

––¡Está aquí con nosotros!

––Decidí venir para saber de usted ya que dejó de escribir.

La muchacha se giró y con voz dura indicó:

––No le escribiré más.

––¿Por qué? ¿Sus padres la descubrieron?

––No, lo que sucede es que me sentía que escribía a un fantasma, no recibí respuestas de las últimas cartas.

––¿Tenía que escribirle para atrás?

––Pues claro, quien escribe, desea esperar respuestas.

––Fui claro, le comenté que le escribiría la primera vez.

––Ya comprendo y la tonta de Gabriela continuaría escribiéndole de por vida, informándole los pormenores de Cumbria. Pues se equivocó.

El joven sonrió, aquella muchacha lo desafiaba a comportarse de una manera diferente, así que comentó:

––Está bien, le escribiré para atrás.

––Ya no lo puede hacer, a mejor que me escriba cuatro cartas seguidas, ya que usted recibió esa misma cantidad y no me respondió.

––No tengo a habilidad de escribir cartas.

––Entonces no le escribiré.

––Está bien, le enviaré una carta.

––No, dos cartas seguidas.

––Está bien.

La muchacha sonrió y sin más indicó:

––¿Quiere té?

Él sonrió, ya que, el hijo del señor Webb había arreglado la pequeña cocina de la cabaña, asimismo, había traído el mueble marrón que le pidió.

––Veo que se a refugiado aquí.

––Sí, un día después que usted se marchó, tenía la intensión de limpiar la cabaña, pero escuché sonidos, y me escondí, desde el árbol loco, pude ver que unos caballeros trabajaban, a la semana volví y ya no estaban, así que entré, encontré la chimenea, la cocina y las ventanas arregladas, así como una pequeña estufa de gas en la cocina, la remodelaron muy bien.

*Saga Caballeros 2*       Un Caballero Encantador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora