Sexta Parte
La señorita Bell fue conducida al tren, que esa tarde viajaría a Devonshire. Esa mañana los señores Bell se marcharon a Cumbria.
La dama estaba feliz de que se marchaba de aquella ciudad tan movida, ya que la temporada social, estaba en su apogeo, por otra parte, su felicidad se debía, a que esa tarde, la acompañaría el señor Barnes.
Cuando la joven ingresó al compartimiento, se encontró con el señor Barnes.
Ella de inmediato se dio cuenta del cabestrillo que llevaba en su mano izquierda y hombro, sin más, preguntó:
––¿Qué le ocurrió?
El señor Barnes sonrío al decir:
––Buenas tardes señorita Bell, ¿cómo está usted?
La muchacha se ruborizó. Debido a la preocupación, se olvidó de saludar, así que con voz avergonzada comentó:
––Buenas tardes señor Barnes, perdone mi falta de modales.
––No hay problema, simplemente bromeaba con usted, sentémonos, para contarle el porqué de mi desaparición estos días.
La joven asintió, caminó hacia el asiento, sentándose lo vio aproximarse y con ayuda de su bastón, el caballero se sentó con tranquilidad.
Para que ella no le tomara lástima, comentó:
––Esta herida pronto sanarán.
––Desde luego ––. Respondió ella.
El señor Barnes sonrió al preguntar:
––¿Desea algo para comer o tomar?
––Creo que un poco de té.
El mozo que estaba a un lado, asintió con la cabeza y se marchó.
El señor Barnes se quedó mirando a la joven muy fijamente.
Ella al sentirse observaba, se ruborizó.
En aquel momento, el comenzó a decirle:
––Mis heridas son producidas porque estaba trabajando en el departamento de seguridad nacional.
La muchacha se sorprendió por la declaración tan directa, que él sin ningún cuidado le dio.
Él continuó con la misma franqueza:
––Tengo más de once años trabajando en diferentes instituciones de inteligencia, pero al recibir dos disparos en mí pierna derecha, me imposibilita continuar, así que, bueno, no únicamente esa es la razón de mí retiro, es una de ella, la más importante, es que al volver a ver a la dama que amo, entendí que estar a su lado es mi verdadero lugar, la segunda, es que no poseo la misma agilidad, la tercera es porque mi tío el hermano de mí madre, el que administraba los negocioso de la familia, falleció sin hijos, así que, ahora tengo que tomar esa responsabilidad. Todo llegó a un tiempo adecuado, el tiempo de Dios.
La joven únicamente lo observaba, así que él continuó:
––Mi vida ha estado llena de aventuras, si se puede usar esa palabra, y de muchos peligros, por esa razón, me he alejado de su vida, no pretendo que olvide el pasado y me absuelva, más, es mi deseo, que en cuanto le relate mi historia, usted me perdone.
––No comprendo, ¿Por qué me pide perdón?
En ese instante, ingresó el mozo, y le sirvió sus tazas de té.
El señor Barnes esperó a que el mozo se marchara, y que ella terminara su té, para decirle:
––Gaby, es muy fuerte lo que le voy a contar, deseo que me escuche con atención y que no lo vuelva a repetir.
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*Saga Caballeros 2* Un Caballero Encantador.
General FictionUn Caballero Encantador. El joven, Elgar Crusoe, conoció a una inocente damisela, próximo a su cabaña del bosque, en las tierras de su padre, la muchacha le llamó la atención, por la hermosa voz que tenía, así que se hizo amigo de ella. Un vuelco en...