Capítulo III

203 30 1
                                    


Tercera Parte


El señor Elgar Crusoe terminó Oxford, sin retornar a su residencia en Cumbria.

Al finalizar el curso fue a visitar a su hermana.

Todo había cambiado, su madre estaba ensimismada y su padre no hablaba mucho. Por fin la paz llegó de manera extraña a su hogar.

Una tarde su madre le indicó:

––Hijo vaya a buscar al señor Bell necesito hablar con él.

––Madre ¿por qué no envía a Bernal?

––El hijo del señor Webb se marchó a américa.

––¿Qué? ¿Cuándo?

––Usted ha estado más de ocho meses fuera, hay muchas cosas que han ocurrido.

El señor Elgar se dijo que entre ellas debía estar el compromiso de la señorita Bell con el hijo del señor Miller, había visto de lejos al caballero, pero no lo soportaba, gracias que los dos poseían amigos totalmente distintos.

Cuando llevó a la residencia de los señores Bell, tocó un poco nervioso la puerta, esperaba que la hija abriera, más, fue la señora Bell que respondió:

––Buenas tardes señora Bell.

––Buenas tardes Elgar, mucho tiempo sin vernos.

––Así es, mi madre envía a buscar al señor Bell.

––Ya estamos listo.

La dama llamó a su esposo y los dos en silencio subieron al carruaje.

Al llegar a la residencia, la pareja subió juntos las escaleras.

Los esposos Bell ingresaron a la salita de estar de la señora Crusoe.

––Buenas tardes señora Crusoe.

––Buenas tardes señores.

La señora Crusoe se caracterizaba por ser demasiado directa, ya que ser hija de un caballero potentado, el padre le dio todos los gustos que la dama deseara o anhelara, creyéndose de esa forma, dueña del mundo, sin embargo, al enlazarse con un caballero de renombre, pero no con mucha fortuna, la señora Crusoe se sintió desilusionada, y aunque el progenitor de ella, cubría todos sus caprichos, lo tenía que hacer sin que su esposo lo notara, al morir el padre, la dama se quedó sin ese apoyo, por la razón que el hermano el señor Morse, era de manos fuerte y firme.

Los esposos Bell tomaron el té con la dama y esta indicó:

––Deseaba hablar con usted señor Bell a solas.

––Lo siento señora Crusoe, pero nosotros tenemos una regla en nuestro matrimonio que no hablamos con ninguna persona de sexo opuesto solos, es decir, que siempre estamos los dos, y no se preocupe, confió en la discreción de la señora Bell.

––Eso no lo dudo, señor.

La señora Crusoe tomó el té, pensando si debía tener la confianza en los esposos, como su cuñado le había dicho, así que colocó la taza en la mesa y expresó:

––Mi cuñado el señor Michael Crusoe me informó que usted tiene sabias palabras, y que me podría ayudar en algo.

––Señora, mis palabras son comunes, la diferencia es que hablo con las palabras de Libro Sagrado, no son mis razonamiento e inteligencia, es la palabra de Dios, sí usted está dispuesta a escucharla, aquí estamos.

La señora Crusoe se sorprendió por lo recto y directo que era el señor Bell, hacía muchos años que ellos eran los tutores de sus hijos, pero nunca había instalado conversación con ninguno de los dos, así que respiró profundo y comenzó:

*Saga Caballeros 2*       Un Caballero Encantador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora