Capítulo 5

75 5 2
                                    

La mirada púrpura de Diamante me inundó con su calidez al encontrarse con la mía. Tomé su rostro entre mis manos mientras lo besaba sin intención alguna de soltarlo.

Sin dejar de besarnos, sentí como sus manos recorrían con delicadeza mi cuerpo, llenándome de caricias. 

–Diamante –jadee mientras el sigue con sus caricias.

–¿Quieres que continúe?

Asentí, sintiendo como  que estaba enloqueciendo de placer, mientras aferraba con fuerza las sabanas de la cama y en un solo movimiento unimos nuestros cuerpos. Ante un ritmo acompasado, disfrutamos de nuestra unión y sus manos acarician con devoción mi vientre, en donde crece nuestro hijo mientras seguimos haciendo el amor. 

 Su mirada nuevamente se encuentra con la mía y  juntos tocamos las estrellas.

–Te amo, Serena –dijo él, sonriendo.

–Yo también te amo, Diamante –respondí con una sonrisa.

Él me volvió a besar, tras lo que se inclinó sobre mi vientre para besarlo. Después se recostó a mi lado, envolviéndome en sus brazos.

–¿Te puedo pedir algo, Serena?

–Por supuesto, lo que tú quieras.

–Quiero que me recuerdes con cariño, que no te entristezcas por mi partida, porque fui muy feliz a tu lado.

–¿De qué hablas, Diamante? –pregunté confundida, acariciando su rostro.

En lugar de responderme, me beso nuevamente. –Estás destinada a convertirte en una gran reina, la mejor de todas, la más amada por todo el pueblo de Milenio de Plata. No dejes que tu futuro se ensombrezca por mi partida. Quiero que seas feliz y que ames a nuestro bebé tanto como te amo a ti, ya que tendrás una parte de mí que siempre vivirá en nuestra hija. Nunca olvides lo mucho que te amo.

Fue entonces cuando note que su cuerpo se empezaba a volver transparente, como si fuera una especie de fantasma.

–¿Diamante?

Asustada, inútilmente trate de abrazarlo con más fuerza para evitar que se desvaneciera, mientras su cuerpo se volvía etéreo frente a mí, desapareciendo lentamente.

–¡No! ¡No! ¡No! –grite con desesperación–. ¡Diamante!

–¡Princesa Serena!

Abrí los ojos, sobresaltada. Estaba recostada sola en mi cama. A mi lado se encontraba sentada Molly, mirándome con preocupación.

–Diamante... ¿Dónde se encuentra él?

Mi doncella bajo su mirada un instante, suspirando profundamente mientras pensaba como responder esa pregunta.

–Su Alteza, él no...

Ella no tuvo que decir nada más porque entonces lo recordé.

Mi mundo se desmorono por completo cuando, mientras me encontraba en el Santuario de la Diosa Selena dentro de Palacio, Seiya fue a verme y me dijo que Diamante murió durante la cirugía.

Me costó creerlo a pesar de que vi su cuerpo, parecía que simplemente estaba dormido, pero al tocarlo su mano estaba más fría de lo que jamás había estado. Y en ese momento supe que jamás volvería a ver su hermosa mirada purpura que me cautivo desde el primer instante.

–Lo sé, Molly –musite sintiendo como las lágrimas caían por mi rostro. Las limpie rápidamente con mi mano.

–Le traje su desayuno –dijo ella, señalando con el brazo la bandeja de plata que había dejado sobre mi mesita–. Anoche ni siquiera ceno, y seguramente tiene hambre.

La Élite De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora