La llegada de Leo

4 3 0
                                    

—Parece que te agrada la vista que tienes —me dice en tono juguetón— tus favoritas —me ofrece el ramo de tulipanes rojos y amarillos.

— ¿Cómo no me va a gustar si está en frente de mí el hombre más guapo del mundo? —le digo mientras tomo los tulipanes.

Me acerco a él, le paso los brazos alrededor de la nuca, él me sostiene de la cintura y lo beso, de esos besos que me hace olvidar todo lo que ha sucedido y sucederá, lo beso con intensidad, pero con ternura, en ese beso se transmite todo mi amor por este maravilloso hombre pero comienzo a marearme. Él me presiona contra su cuerpo y yo respingo.

—Lo siento —me dice mientras me suelta.

—Hola amor, te extrañé —le digo mientras me recargo en él y siento como se pone tenso — ¿Qué sucede?

—No quiero lastimarte —me rodea con los brazos apenas tocándome— Y también te extrañé corazón.

Nos mantenemos abrazados el uno al otro durante unos minutos.

— ¡Leo! —grita Tiff cuando baja los escalones con mi chamarra en las manos y corre a abrazarlo, Leo y yo somos novios desde hace cinco años y se ha ganado el cariño y la confianza de toda mi familia.

—Hola campeón ¿Cómo estás? —Leo me suelta para abrazar a Tiff.

—Pasa cariño, estamos esperando a Jon, hoy vendrá a darme un informe de los perros.

Al entrar, Leo se quita su gabardina y la coloca en el perchero para dirigimos a la sala. —Tiff ve terminar tu tarea si quieres ir cuando llegue Jon —le digo a Tiff que nos ha seguido a la sala.

—Pero Leo acaba de llegar y quería jugar videojuegos con él —dice poniendo su cara más triste que puede imitar.

—Jugaremos después de que termines la tarea ¿Vale? Ahora tu hermana y yo tenemos que hablar.

—Está bien Leo —este niño lo obedece más a él que a mí o a mamá. Hacen su clásico saludo de palma y puño y Tiff salé en dirección a la cocina, cuando pasa por el perchero deja mi chamarra junto a la gabardina de Leo.

—Necesitas decirme como lo haces —Nos sentamos en el sofá y él me abraza —No sabes cuánto te he extrañado, no es justo que pasen cuatro meses sin verte.

—Cielo, sabes que es temporal y apenas vamos a la mitad, recuerda que son seis meses de estancia sin interrupción y ¿hacer qué?

— ¡Que Tiff te obedezca en todo!

— ¡Ah eso! Bueno soy un encanto ¿No es así? —Me toma de la barbilla y me besa.

—Eso es algo que no puedo negar —susurro entre sus labios.

Juega con mis labios, siento su calor y su respiración sobre mí, sus besos bajan y muerde mi barbilla continua besándome hasta que llega a mi cuello, ahora ya no se más de mí, mi mundo comienza a girar más rápido, no sé si son sus besos o mi mal estado, solo sé que quiero más de él. De pronto para. Mi respiración es dificultosa, abro los ojos y él está viéndome, sonriente.

¿Pero qué? Lo golpeo con la almohada que está detrás de mí. Mis costillas punzan un poco por el giro tan brusco.

— ¡Oye! — ¡Se queja! ¡Se queja el muy sínico! Lo vuelvo a golpear— ¡Para! Eso es maltrato intrafamiliar.

— ¡Eres un sínico! —Le digo mientras cruzo los brazos sobre la almohada y me volteo. Hacer mis berrinches terminará mandándome de regreso a la cama.

—Abby, amor ¿Querías que continuáramos con Tiff y tu madre en la casa?

De pronto me doy cuenta. Mi rostro se sonroja. —Bueno no pero no es de buena educación parar tan bruscamente, además mi madre fue con Elsa de compras —lo vuelvo a golpear y me rio.

LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora