Un trato fuera de lo común

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—Ya te lo dije, no es una opción —me empiezo a impacientar, Freud no está dispuesto a cooperar con nuestro plan— Soy el responsable de esto y seré yo quien lo arregle —termino hablando con los dientes apretados y siento que mi sangre empieza a calentarse.

—Velkan tranquilízate —Vrijheid me sostiene del brazo cuando doy un paso al frente— Freud entiende, lo único que queremos es que esto termine bien, para nosotros tampoco es bueno que esto se salga de control.

— ¡No! —Freud también está molesto— lo único que quieren es salir bien parados en todo esto, y yo lo que quiero es que ella salga bien de todo este desastre.

— ¡Ella es mi principal preocupación! —Digo más fuerte de lo que planeaba y a todos les sorprende —quiero decir —titubeo, no quiero que se den cuenta de mis intenciones y lo que dije no ayuda a eso— ella es la más afectada y es mi responsabilidad.

Se escucha el motor que aparca frente a la casa.

—Tenemos compañía —Dice Mihail que estaba cuidando la calle desde la ventana— es ella.

Todos nos paralizamos un segundo, el color abandonó la cara de Freud y al siguiente segundo nos empezó a dar órdenes —Rápido, escóndanse en mi despacho y no salgan de ahí hasta que ella se haya ido.

Nos metimos en el despacho y yo me quedé pegado a la puerta para escuchar.

—Buenas tardes —es ella.

— ¡Abby! ¡Cariño que bella sorpresa! Me da mucho gusto ver que te encuentras bien —la saluda Freud.

—Buenas tardes señor —Una voz masculina dice, y sé que no es la de Freud, esto me altera y presiono la perilla con más fuerza y la abollo un poco.

— ¡Leo! ¡Muchacho! Había escuchado que andabas aquí, pero no lo creía.

Se escuchan pasos, creo que se han cambiado de habitación, tal vez al comedor o a la sala.

—Y ¿Cómo están los perros? La última vez que fui los vi muy mal.

—Ya inicie un tratamiento con ellos —la voz del tipo me molesta, suena seguro y orgulloso— Kisha es la que se encuentra peor, recibió muchos daños internos y aún no sabemos si podrá correr de nuevo — ¿será acaso el perro que lancé contra la piedra?

—Bueno si necesitas ayuda para encontrar a un reemplazo te puedo ayudar, aunque será difícil encontrar quien se lleve bien con esos hibr...

—Son perros Freud —ella lo interrumpe a mitad de la frase.

—Bien, con esos perros —Freud suelta una gran carcajada— eres igual a tu padre, ¡Vaya! ¿Dónde están mis modales? ¿Les ofrezco algo de tomar?

—Un Jugo por favor —contesta una voz tan dulce que solo puede provenir de ella.

— ¡Vamos pequeña! Acompaña a tu tío con un whisky.

—Mi tío olvida que estoy aún en tratamiento —su risa es realmente hermosa.

—Yo si te acepto el whisky Freud.

—Vale, ahora lo traigo —los pasos de Freud se alejan y sin darme cuenta abro un poco la puerta.

— ¿Qué rayos estás haciendo? —Vrijheid me detiene antes de que salga de la habitación.

—Velkan, tu hermana tiene razón esta vez, esa es una mala idea.

— ¿Cómo que esta vez? Yo siempre tengo razón.

—Cállense los dos o lo van a echar a perder. Escuchen —vuelvo a cerrar la puerta sin hacer ruido— tengo un plan, si queremos que Freud coopere con nosotros debemos presionarlo y él no dirá no enfrente de ella, no tendrá otra alternativa, ustedes quédense aquí y yo me encargo de todo.

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2020 ⏰

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