Jimin

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Jimin, 3 de julio, año 2022.

Hoseok no estaba de buen humor después de que habíamos ido a visitar a Jungkook en el hospital. Si es que la palabra "nosotros" en verdad podía unir a nosotros siete, Hoseok, era como una cerca que se cuidaba de "nosotros" desde lo más atrás. Sin embargo, eso no quería decir que él era alguien completamente positivo y alegre como se veía. Más de la mitad de aquella imagen de Hoseok se debía a una responsabilidad de verse así frente a otros. Hoseok percibía la herida y el dolor de alguien cercano de manera más perspicaz y le resultaba difícil soportarlos más que a nadie. Por eso, trataba aún más por verse alegre y por crear un ambiente igual de positivo.
Hoy también, Hoseok pasó la mayoría del tiempo sentado en un rincón del salón de prácticas y se fue sin decir nada. Fue poco después de que me había regresado de nuestro viaje al mar que me uní al equipo de Just Dance y empecé a aprender a bailar. Fue gracias a Hoseok. Considerando que había pasado mucho tiempo en el hospital y no estaba acostumbrado a tratar a la gente, Hoseok me presentó a su amiga con la que habia vivido en el orfanato para que fuera mi maestra y me enseñara a bailar.
Ella era la única persona que podía hacerlo reír. Hace rato también, los dos estaban viendo la pantalla del celular juntos y cuando ella empezó a decir algo, Hoseok se rio, aunque sin ánimos. —¿Oye, te reíste verdad? ¡Te reíste! — dijo ella como burlándose de Hoseok y él se volteó diciendo que no y se rio de nuevo.
Apagué la música y el alrededor se volvió callado en un instante. Me tiré sobre el piso. Cuando era un niño, me austaba bailar. Bailaba frecuentemente y recibía aplausos por ser bueno. Pero la habitación del hospital no era un lugar adecuado para bailar. Aun cuando me tocaba ir a la escuela, andaba con la cabeza inclinada porque le tenía miedo a la mirada de los compañeros de la misma clase. El baile, que había reanudado después de tanto tiempo, no fue tan fácil de agarrar. Los movimientos que a Hoseok le salían sin dificultad, me eran imposibles de seguir. No podía más que practicar una y otra vez hasta la noche, después de que todos se hayan regresado a sus casas.
Saqué el celular y puse el video del baile que había aprendido hoy en la tarde. En el video, Hoseok se movía de manera fluida y exacta. Sabía que aquellos movimientos eran el resultado de un largo tiempo de prácticas y esfuerzos, que alguien como yo, que apenas había empezado a bailar, deseara llegar a hacer lo mismo era pedir demasiado. Pero no podía dejar de suspirar, porque el yo de ahora era diferente al yo que deseaba ser.
El día en que nos despedimos en el mar y me fui solo a tomar el autobús, llegué a la "casa de mis padres". Pensé mientras veía la luz que iluminaba a través de la ventana de un piso alto del edificio. < Hubo alguna vez que ese lugar fue "mi casa"?> Toqué el timbre desde la entrada principal del primer piso. Pasó algún tiempo hasta que se abriera la puerta. Me subí al elevador y bajé en el décimo séptimo piso. La entrada de la casa estaba abierta, pero nadie habia salido a recibirme.
Mis padres estaban sentados en el sofá de la sala, viendo una película en blanco y negro por la televisión. —No me regresaré al hospital— me acerqué a ellos y les dije, titubeando—. No se preocupen. No haré nada que les preocupe. Pero no me regresaré al hospital.
—¿En dónde estuviste todo este tiempo? —mi madre preguntó.
—Estuve con mis amigos. —¿Amigos? Ya vete a bañar y descansa. Pensaremos qué hacer contigo, poco a poco — mi padre intemumpió.
Les incliné la cabeza y entré a mi cuarto que se ubicaba al final del pasillo. Cerré la puerta por detrás de la espalda y me caí al suelo. <Pensaremos en qué hacer contigo, poco a poco >. Me acordé de la voz de mi padre. Intenté calmarme pero no fue fácil. Esa noche no pude dormir, pero decidí dos cosas: que encontraria qué es lo que me gusta y mostraría a mi mismo; que lo haría bien, sin importar lo que fuera.
Me levanté y paré frente al espejo. Podía más o menos imitar la vuelta de Hoseok, pero no me salían los pasos. Seguía equivocándome en la parte en donde me tenía que mover de lugar sin salir de la trayectoria. Iba a practicar con mi nueva maestra-pareja mañana y quería mostrarle que lo hacía bien. Quería que me aceptara como a un igual, en vez de que me felicitara de manera bromista diciendo, <¿No lo haces tan mal, eh>.

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