Era una mañana de otoño, el otoño más frío de los últimos 10 años; las calles estaban vacías, tan solo se escuchaba algún niño correteando hacia su clase y algunos madrugadores en sus respectivos coches camino al trabajo.
Bajo este frío tan desolador me encontraba yo, Sara Stone, yo no soy ese tipo de chicas que todo el mundo quiere, más bien soy de las del montón, de las que no tiene nada especial en su vida, de las que nadie querría tener en su vida; físicamente no soy muy atractiva, soy bajita y más bien rellenita, mi madre, para consolarme siempre me dice que estoy rellenita de amor; mi cara, puf, que decir de mi cara, era la cara más normal y más común que podría haber sobre la faz de la Tierra, ojos verdes y labios semi gruesos.
Hacía mucho tiempo que no hacía tanto frío, "si sales abrigate" me decía mi abuela, y es que si salía a la calle sin abrigarme haciendo tanto frío al día siguiente ya estaba hacechando el catarro.
El camino que tenía que recorrer hasta clase ya lo sabía de memoria asi que podía ir perfectamente pensando en cualquier otra cosa, o ir con el móvil que sabía perfectamente que no me iba a perder en el camino.
En mi camino saludé a varios vecinos que se iban a trabajar o venían de trabajar y a alguno que se asomaba a la ventana para desperezarse. Saqué el móvil y me puse a mirar los mensajes que me habían mandado durante la noche, justo en ese momento me llegó un mensaje, no sabía de quien era, pues no tenía el número guardado:
- Te estoy viendo - decía el mensaje.
Me puse a pensar quién podría ser, porque a estas horas de la mañana no creo que mucha gente que me conozca esté por esta calle; solo podía ser Álvaro, ese chico que me había hecho tan feliz y a la vez me había sumergido en lo más profundo del pozo en el que me encuentro después de nuestra ruptura.
Me dispuse a escribirle:
- Álvaro, ¿eres tú? - dije con cierta extrañeza.
- Vaya si todavía te acuerdas de mi - dijo con varios emoticonos de corazones al final.
- A lo mejor es que me acuerdo de ti por lo capullo que fuiste conmigo, ¿no crees?.
- Venga anda pequeña no seas rencorosa que ya veo que estás mucho más guapa que en verano.
- Si si, tú intenta hacerme la pelota que no vas a conseguir nada, ¿está claro? - dije dando por finalizada la conversación.
- Venga anda girate y hablamos un poquito que estoy detrás de ti.
- QUE NO, QUE ESTOY HARTA DE TI Y DE QUE ME TRATES COMO TE DE LA GANA QUE ME TIENES HASTA LAS NARICES YA SABES ÁLVARO ME TIENES HARTA, TE ODIO.