2. Venecia.

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8 am., sábado.

Jamás había volado y dieciséis horas de vuelo fueron suficientes para hacerme saber que no soportaría un vuelo tan largo por un buen tiempo. 

Al desembarcar fui en busca de mis maletas y pidiendo indicaciones logré dar con la salida del aereopuerto. Al salir de allí pude ver parte de la ciudad y no pude evitar dar un largo suspiro.

"Venecia, querida mía, que alegría verte al fin" pensé entre mí.

 Toda la vida he deseado conocer Italia. Esta es la tierra de mis abuelos, la historia de mis antepasados, mis raíces están nutridas de Italia por donde las mires. Italia es un país que representa otra parte de mí, esa parte que todavía no conozco pero que ansío conocer.

Entre tanta gente logré salir y me dirigí al vaporetto (cumple la misma función que un colectivo, pero es un barco) más cercano. Compré un boleto y esperé a que comenzara el recorrido que me aproximaría al centro de Venecia y de allí tomaría un taxi hacia el hotel. 

- Buongiorno, al hotel "Svegliarsi" per favore -en español significa "Despertar". El conductor del pequeño bote inclino su cabeza en respuesta.

No dejaba de asombrarme con la ciudad, la gente, las tiendas, las calles, los canales, las casas limitando con el agua, era simplemente bellísimo.

- 3 euros "perdere" (señorita) -habíamos llegado a destino.

Bajé mis maletas y me paré a ver el hotel "Svegliarsi" era la primera vez que lo veía en persona, lo único que tenía en mi memoria era una foto de mi tía Cecilia y Ricardo de cuando habían inaugurado el hotel.

El hotel "Svegliarsi" era pequeño, pero irradiaba tranquilidad, comodidad y alegría. Había sido una casa antigua que Ricardo se había encargado de modernizar antes de fallecer. Su estructura era de color blanco y en un cartel azul marino empotrado a la pared decía "Hotel Svegliarsi". Entre las plantas altas y tupidas podía verse una ventana de buen tamaño que daba hacía la calle.

Ricardo y Cecilia tenían el sueño de hacer de este hotel una estadía de 3 estrellas ya que sólo tenían dos. Con el fallecimiento de Ricardo las cosas se volvieron difíciles para el hotel y ahora toda la responsabilidad cargaba en una persona, en la adorable tía Cecilia. 

La tía se asomó a la ventana y la saludé con la mano esperando a que saliera al encuentro.

- ¡Sofía! ¡Amore! Tanto tiempo -dijo la tía Cecilia mientras me abrazaba hasta dejarme sin aliento

- ¡Tía! -respondiendo a su abrazo- ¿Cómo estás? 

- ¡Perfecta querida! Muy feliz con tu llegada -decía sin parar de tomar mi mano.

La tía Cecilia tiene 55 años, años que no aparenta para nada. Tiene un hermoso cabello largo rojizo, ojos verdes y una sonrisa agradable que la caracteriza sin dudas. Es una persona aventurera y graciosa.

- ¡Ay! Que maleducada, por favor, pasa Sofía, tengo que mostrarte tu habitación. Pasemos y luego charlaremos tranquilamente. 

Tomamos las maletas y entre las dos nos dispusimos a entrar a la morada. Por dentro era aún más acogedora, predominaba el color blanco en las paredes y los pisos eran más bien de madera. El ambiente era simple pero acogedor, algo que realmente me encantaba. Había una recepción al estilo vintage y en ella atendía una chica joven. Podía oír de fondo un poco de música instrumental. 

- Deja tus maletas acá, Valentino las llevará a tu habitación -dedicó una sonrisa a un hombre de aspecto fuerte pero amable- Te presento a Sofía, mi sobrina.

-  Un piacere (un placer) -dijo haciendo una leve inclinación de cabeza.

- Igualmente Valentino.

La tía Cecilia comenzó a caminar hacia un lugar en las afueras del hotel, Valentino la seguía, así que tuve que ponerme en marcha y dejar las vistas del hotel para otro momento.

- Te preparé la habitación en mi casa. Ojalá sea de tu agrado -sonriendo abrió la puerta de una casa que se encontraba detrás del hotel.

La casa era de dos pisos, en el primer piso estaba el living, comedor y cocina con un espacio reducido pero lindo; contaba con dos ventanales que daban al parque del hotel, la luz que entraba de ellos llenaba la sala. El segundo piso, contaba con dos habitaciones y un baño.

- Bueno Sofía, este es tu cuarto -abrió la puerta de una habitación. El lugar tenía las paredes pintadas de un color beige muy tenue. El piso de madera contrastaba con la ropa de cama blanca y un par de cuadros daban el toque de color que equilibraba todo el ambiente.

- ¡Tía! ¡Es hermoso! -exclamé abranzándola- Grazie tía -Valentino acomodaba las maletas.

- Me alegra el alma que estes conmigo -ella seguía abrazada a mí- Las distancias duelen tanto -dijo lamentando. 

-En fin -se recompuso- Dejo que te acomodes y en un rato te doy un tour por el Svegliarsi.

- Si tía, llamo a mis papás y ya estoy con vos -la tía Cecilia guiñó un ojo y bajo las escaleras.

Tomando el celular llamé a mis papás y les conté que había llegado a Venecia.


Venecia: un lugar para revivir y enamorarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora