Capítulo Tres

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-Al grano Candy, no me interesa cuánto te amaba ni que haya deseado ser tu cómplice para ser el hazme reír de ustedes dos y de tu familia. ¿Qué quieres de mí realmente?- Quería presionarla, quería gritarle como un marido engañado, pero no tenía ni un derecho, si no lo hizo en su momento, no lo haría ahora, estaba conteniendo sus emociones, quería asimilar cada palabra de ella para entenderla, aunque le costara hacerlo.

-Necesito contarte como sucedieron los hechos tal cual, pero primero debo aclararte que nadie se enteró de mi relación con el doctor, fue una de las condiciones que le di para empezar a conocernos. Te decía, fui a buscar al doctor al hospital, quería romper el compromiso y nuestro noviazgo, aunque fuera una egoísta otra vez al pensar en mi felicidad, pero ahora contigo. Estaba en una cirugía, la enfermera asistente me dio permiso de esperarlo en su consultorio. Sabía que iba a tardar en volver, para no aburrirme y siendo una curiosa por naturaleza, comencé a leer los expedientes que tenía en su escritorio hasta que llegué al de él, ahora entendía el por qué me había hecho prometer que siempre estaría a su lado. Saqué sus estudios, su vida estaba contada, estaba perdiendo su lucha contra el cáncer. Se me hizo un nudo en la garganta y estómago, parecía que caía en un negro abismo, encontrándome nuevamente entre lo correcto e incorrecto, entre la espada y la pared. Debía tomar una decisión, era ahora o nunca. Acomodé todo en su lugar. A los pocos minutos él entró con una sonrisa y ojos de amor, me abrazó, lo sentí un poco delgado. No tuve el valor para terminarlo ni el valor para no dejarte entrar en mi vida nuevamente porque te amo, porque quería estar contigo. A ti no te escondí, jamás te negué, incluso, no me importó las habladurías de la vida extramarital que teníamos. Yo era muy feliz a tu lado, mi amor por ti creció tanto que no me dejaba respirar.- Terry la soltó de los hombros, metió nuevamente las manos en los bolsillos de su pantalón y queriendo mostrar indiferencia ante las últimas palabras de ella le dijo:

-El hecho de pedirte que no me hablaras del amor de tu doctor no significa que hables de tu amor por mí, no logro comprender qué clase de amor tenías para los dos, pero no importa, no me cuestionaré por ello. Candy, una dama me espera, necesita descansar, si es todo lo que tenías que decirme, me retiro.- Él esperó su respuesta, el cual, no tardó en ser respondida. Candy volvió su vista al lago, la posición de la Luna había cambiado, significaba que ya llevaban rato platicando. Sintió nuevamente celos, quería estar en el lugar de ella.

-Todavía no termino. Prometí no quitarte mucho tiempo, pero no he podido cumplir con mi palabra, te pido que me disculpes por ello, así como el engaño, mi egoísmo, el dolor que te ocasioné. créeme, lo he pagado muy caro con mi conciencia y soledad...- Nuevas lágrimas comenzaban a surcar por su rostro, respiró profundamente para poder hablar. -Esa última noche de año nuevo que estuvimos juntos fue el más hermoso de mi vida, siempre estabas en mi mente y corazón en cada celebración, pero tenerte físicamente conmigo era un deseo hecho realidad. Solo que esa felicidad me duró poco. Tengo que mencionarlo Terry, aunque no quieras escucharlo. No esperaba que él fuera al departamento, nunca había ido a buscarme, siempre nos veíamos en el Grant Park, en algún café o restaurant. Quería que la tierra me tragara, mi secreto se había descubierto... no quería perderte, pero tampoco podía dejar que él se derrumbara por mi culpa. Cuando me pediste una explicación no tuve las palabras para hacerlo, solo disculparme, ni siquiera pude moverme del lugar. Te retiraste de la estancia para tomar tus cosas, no volver y desaparecer completamente de mi vida, los diarios ya no hablaban de ti y mi cargo de conciencia y cobardía me impidió buscarte a pesar de que mi amor hacia ti me pedía que te buscara. Estos dos años he vivido sumida en la tristeza, deseando regresar el pasado y haber sido honesta conmigo misma para no provocarles tanto dolor. Michael se fue al poco tiempo de haberte marchado, no sin antes decirme que ahora entendía las razones para no dejarlo entrar en mi vida y darle largas para formalizar el compromiso. Era tanta su confianza que jamás creyó lo que le decían de mí, los motivos que le daba para cancelar nuestras citas por trabajo o cansancio hasta que uno de sus amigos le mostró una fotografía de nosotros dos besándonos. Esperó que le confiara mi infidelidad cuando él me preguntaba sobre mis cambios hacia con él o cuando me pedía conocer a mi familia. Michael había ido al Magnolia sin saber que tú estabas ahí para darme mi libertad, me pidió que te buscara, le mencioné su enfermedad, pero me dijo que él no vive de la lástima y que si no me había dicho nada era porque no quería que por compasión estuviera a su lado. Se despidió de mí, no sin antes darme el perdón que le pedí. Terry, ese día comprendí que no todas las personas son como Susana. Si hubiera hablado desde un inicio con él nada de eso hubiera sucedido. Él era una persona fuerte, había olvidado que era un médico militar con experiencia en el frente de combate. Su autoestima era muy alta, independiente, seguro de sí mismo. La percepción que tenía de él cambió cuando leí su expediente, quería que fuera feliz lo que restara de su vida, pero sin perderte, al final, me quedé sin ni uno de los dos, al menos como amigos. Hace un año que falleció, no por su enfermedad, sino en esta nueva guerra, un misil cayó en las tiendas de campaña donde atendían a los heridos. Te has de preguntar que cómo lo sé si jamás me volvió a buscar. Uno de sus amigos quedó discapacitado y lo enviaron como paciente en el Hospital Santa Juana, me reconoció enseguida, Michael nos había presentado.- Candy guardó silencio, esperando que él dijera algo, pero, Terry seguía impávido con su lucha interna. La rubia finalizó su declaración:

Te Amo, Te Amo, Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora