Capítulo Seis

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Los días pasaron como agua, en un abrir y cerrar de ojos era 31 de diciembre. La reunión fue meramente familiar y amigos invitados. A Candy no le causó sorpresa ver llegar a Eleonor Baker, al contrario, Albert le había comentado haberla invitado. Al poco tiempo hizo acto de presencia Joan con su esposo e hija de unos meses de nacida. La duquesa hizo las presentaciones correspondientes. Candy y Joan no habían conversado, solo se habían visto a cierta distancia hacía un año atrás. La rubia esperó la oportunidad de estar a solas para preguntarle por Terry, sabía que no era correcto, pero ella era la única persona que posiblemente tuviera contacto con él, ya que su esposo, por ser duque, era parte del parlamento... "¿Qué hacía el duque de Kent en Lakewood y no en Portugal?" Esa fue la pregunta mental que se hizo al percatarse de que algo no estaba bien. No debía hacer especulaciones, debía haber alguna explicación. Entonces, su semblante cambió por el de la duda, intentó sonreír, pero sus ojos decían lo contrario. Joan notó su radical cambio, quería preguntarle, pero no la conocía, lo haría si ella daba pie a hacerlo. "Terry está muy bien..." La respuesta quedó en el aire e inconclusa, algunos niños del hogar interrumpieron el momento, todos le hablaban al mismo tiempo. Candy se puso en cuclillas para estar a la altura de ellos y preguntarles qué necesitaban. Cristopher, el niño más grande que los demás tomó la palabra: "Candy, de todos los adultos, tú has ganado el sorteo de ser la gallinita ciega, deberás atraparnos acorde a las indicaciones que te den los demás, así será hasta que pasemos todos, ¡Vamos, vamos!" Los niños comenzaron a jalarla hasta el centro del salón. Patty la esperaba con un pañuelo de seda rojo para vendarle los ojos. Le dio tres vueltas para desorientarla, la banda musical tocó algo de jazz para darle ambiente al juego. Todos formaban un círculo y dentro de ella estaban los jugadores. Gritaban, "izquierda, derecha, atrás, adelante de ti." Candy intentaba prestar la mayor atención posible, tenía los brazos enfrente para poder tocar al primer niño que se le atravesara. Los presentes reían, estaban muy divertidos. Entonces...

​Las manos de la gallinita ciega chocaron con el torso de un caballero. Silencio total. El tiempo se detuvo al reconocer el aroma de la lavanda, menta, vainilla y canela, nadie más usaba de sus conocidos ese perfume más que Terry. Aspiró su aroma, nerviosa por las emociones encontradas lentamente sus manos buscaron el rostro de su amado. No necesitaba ver, conocía a la perfección todo de él. Las lágrimas se hicieron visible y más extensas cuando sintió la respiración de él junto a la de ella. La iba a besar. Un tierno y delicado beso los llevó a la gloria. Ella quería más pero el castaño se separó. Suavemente sus labios rozaron sus mejillas hasta llegar a su oído para decirle: "El amor no conoce barreras. Se salta obstáculos, se saltan vallas, penetra en las paredes para llegar a su destino lleno de esperanzas... Mi destino es a tu lado. ¿Te quieres casar conmigo hoy mismo? La rubia se quedó estupefacta ante todo lo que estaba sucediendo, no lo esperaba. Con la mano derecha se quitó la venda y la dejó caer al suelo. Su boca abierta por la sorpresa al ver a Terry hincado con una cajita de Tiffany abierta con un anillo de compromiso con un zafiro azul rodeado de diamantes. Sus manos cubrían su boca, no podía articular palabra por el nudo que tenía en la garganta por el llanto que tenía. Las voces de los niños le pedían que diera el sí. Annie rezaba para que Candy no desmayara. Terry sonreía, la miraba con amor esperando su respuesta. Su alma volvió a su cuerpo cuando ella asintió con la cabeza y le dio su mano izquierda y con un susurro le dijo: "Si Terry, me caso contigo hoy mismo." Los aplausos no se hicieron esperar. El compromiso se selló en el dedo anular de la rubia y de un beso apasionado.

​La música volvió a tocar. Mientras la pareja estaba siendo felicitada los meseros ofrecían más copas de champaña. Albert tomó la palabra. -Enhorabuena jóvenes, ya se habían tardado en dar este gran paso. Ahora, tenemos festejo doble, el compromiso de ustedes y su boda. Al fin la vida los ha compensado, merecen ser felices. Nunca pierdan la confianza y la comunicación. Recuerden que el amor es la base de su matrimonio. Jamás vayan a la cama enojados y sin haber hablado de sus inquietudes. No hacerlo es como dejar que la hierba mala invada su jardín hasta secarla. Les deseamos toda la felicidad del mundo porque ustedes son el uno para el otro y dentro de un rato serán un solo ser. ¡Salud y vivan los novios! Todos gritaron salud al unísono. Otro beso se dio el futuro matrimonio. Bailaron dos piezas más y con un beso en el dorso de la mano de Candy, Terry le dijo: -Amor mío, tiene dos horas para arreglarte, no haga esperar demasiado al novio.- ¡Oh, Terry! Buscaré un bonito vestido. Prometo estar en ese tiempo.- -Eres bella, todo lo que te pongas se te ve bien.- Le dio un beso fugaz. La rubia se sonrojó, y se encaminó a las escaleras. Annie y Patty se le unieron. Flotando entre nubes de algodón llegó a su habitación para encontrase otra sorpresa más. Un hermoso vestido de novia.

Te Amo, Te Amo, Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora