Capítulo 16

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Un estrambótico y lujoso muro les daba la bienvenida. Una pintura bañada en polvo colgaba de él con unos colores bastantes llamativos. El margen de esta estaba hecho de plata, con unas pequeñas piedras que sin dudas brillarían en días anteriores, pero que en estos solo son como piedras de la tierra que se ve todo los días fuera de casa; una pequeña araña se sube a una de ellas, esto da a entender que el edificio aparte de estar en malas condiciones, puede que algunos animales vivan en él, por lo que debían andar con cuidado y vigilar sus espaldas no por solo si había caminantes, sino por si un oso hambriento los esperaba para devorarlos.

Aunque eso era demasiado fantasioso.

Virando a la derecha, una mesa de luz que se extendía por toda la sala, daba a entender que aquel era el sitio de descanso, o sea, el living. Un hermoso y casi intacto sillón estaba en medio de esta junto a una alfombra a medias. Al parecer si debieron haber animales salvajes por aquí.

Frente al sillón, se hallaba una gran porción de la pared vacía, sin ningún tipo de decoración colgando de ella o dejando rastro de que hubo alguna. Notoriamente esto indicaba que allí reposaba la televisión de los que residían en ese entonces. Lo más probable es que el costoso aparato haya sido robado a principios de pandemia. Típico de asquerosos ladrones que, aún habiendo un problema de salud mundial, no dejaron sus sucios hábitos. Puag, qué asco.

La atención de la mayoría que se encontraba apreciando el arte que normalmente personas de gama media no tendrían la oportunidad de disfrutar, se situa en una estatua, una que parece ser del General San Martin: esta estaba envuelta por una tela roja que su propósito era cubrirla por completo, pero de seguro los fuertes vientos lo impidieron. Los ojos del símbolo patrio se encontraban remarcados con fibrones negros.

Esto no podía ser buena señal.

Si en verdad había gente viviendo en la vieja mansión, y Roma resultaba tener razón, habría serios problemas. Un tema era lidiar con monstruos que los molestaban diariamente, mientras que otro eran vidas humanas. Vidas que, al igual que ellos, buscaban el asentamiento en el planeta. Debía confiar en sus instintos, en que todo saldría bien y que se irían de aquel acumulo de polvo de manera exitosa, sin ninguna deuda por deber.

Jason: -¡Chicos! -saltó desde las trescientas escaleras que llevaban al piso superior. Realmente eran infinitas-. Aprecien esta obra de Picasso -dejó a relucir un arma de tono amarillento. Esta era bastante conocida por los acompañantes quienes lo observaban queriendo creer que el joven estaba bromeando-. A esto yo le llamo una dulce Nerf -su mueca se elevó.

Nico: -Jason -llamó sutilmente a su acompañante quien se comportaba de manera extraña y sin conocer el motivo de ello. ¿En qué universo lo apoyaría a la hora de votar en grupo? Quizá algo raro le había picado. Pero el llamado no lo inmutó, debido a que estaba distraído decorando el cuerpo de Rafael con balas de goma-, ¿a qué viene esta actitud poco común en vos?

Jason: -¿Eh? -inquirió sin apartar la mirada. Las balas sonaban tan bien cuando impactaban en el cuerpo del chico que trataba por todos los medios de cubrirse: detrás de una planta, en el pequeño hueco de la ventana, al lado del umbral. Jesús, si tan solo supiera que subiendo las escaleras se libraba de él-. ¡Estoy así por esta genial noticia! ¿Acaso vos no lo estás?

Nico: -¿Qué noticia? Si todavía ni siquiera sabemos si hay un garage -objetó. De verdad, la esperanza de Jason aparecía cuando las demás desaparecían.

Jason: -Claro que lo hay -detuvo su ataque de balas de hule-. Ya te dije que cuando hay una bajada así... -se vio interrumpido por el estrepitoso arrebato de su arma-. ¡Hey!

Rafa: -¡Deja de tratarme como un niño! -lanzó el arma al sillón, aunque le erró y esta cayó al suelo, más respectivamente a la parte faltante de alfombra.

Day Z T5 S.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora