Capítulo 17

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¿Debería estar deprimido? Nah. La tristeza no era muy común en él. Sentía empatía por los sentimientos de los demás, podía comprender el estado anímico de otra persona. No era un monstruo. Eso sí, jamás había llegado a llorar por un ser querido. Y podía asegurar que Stacy no sería la excepción.

No quería llegar a tal punto de hartarse por estar en medio de las lágrimas de otros. Al fin y al cabo, ellos si querían tanto a aquella fémina como para llorarle veinte mil veces.

Muy dentro suyo, envidiaba eso. Odiaba no poder sentirse triste por la partida de un ser humano. Odiaba no poder querer a nadie a tal punto de llorar toda una semana por él.

No estaba muy conectado con ese grupo. Había llegado hace poco tiempo con ellos y, no pasó ni un mes, y ya recibió la paliza de su vida por parte de una mujer. Lo que jamás se hubiese imaginado.

A todos lados donde mirase: atrás, adelante, este u oeste, habría caras afligidas y sufriendo cuando recordaban la melena rubia de la chica; recordó cómo Roma —la apaleadora— se llevó la colita rosa que Stacy siempre solía portar. Su cola de caballo sí que no la olvidaría. Nunca antes conoció a una chica que sintiera tanta afición por su cola de caballo. Y es que, la verdad, le quedaba fenomenal.

Sintió como la mirada de Nicolás se enfocó en él, sus ojos carbonizados lo amenazaron de no sacarse aquel hielo de su ojo morado.

Jason: —Me encuentro bien —dijo intuyendo que el conductor abriría la boca para regañarlo.

Nico: —Más te vale estarlo —bramó—. Ya suficiente con que tenga que estar encerrado en un auto con vos para que Roma no te desfigure el rostro —apuntó a las heridas que, posiblemente, tendrían una larga estadía en la cara del joven: un corte que se extendía del ojo a la boca, este otro con un color morado rodeándolo; serias bolas en su boca a causa de las fuertes patadas, y no descartaba que su nariz esté rota, por más que no hubiese sangre—. Sé que no es tu culpa. En absoluto.

Jason: —¿Vos de mi lado? —intentó girarse para verle a los ojos y ser testigo de que hablaba con la verdad, pero un dolor fastidioso en el lado izquierdo de su cuello no se lo permitió—. Estuviste con ella en sus últimos momentos, así que tendrás que tener razón —apoyó el hielo en el otro ojo, que se encontraba menos grave que el otro—. De todas maneras, no necesito un guardaespaldas, eso significa que, si querés, podés irte que Roma no me va a tocar.

Nico: —¿Con tu estado? —bufó—. Seguramente ni tenés buena vista, quizá te volvés ciego en un futuro.

No se equivocaba en eso, su vista era casi funcional. Obviamente que el tiempo sanaría sus globos oculares, no sería ciego. Pero también es cierto que tenía que precisar de un guardaespaldas, porque sino, por más que le costara aceptarlo, la chica le rompería el rostro una vez más. E indudablemente ahí sí que quedaría ciego.

Nico: —Lo único que sé es que ella es rencorosa. Bastante —reiteró—. Stacy también era una persona especial para ella, por lo que no hay una sola razón para quitarte la vida si depende de ella.

Jason: —¿Y que será de mí? ¿Tendré que irme? —no sabe porqué, pero temió lo último. Imaginarse que de vuelta se encontraría solo no le gustaba en lo absoluto, sabía que no sobreviviría, y más en una zona completamente desconocida para él.

Nico: —Vamos a hacer que funcione —sonrió—. Sin embargo, vas a tener que ayudar a que funcione. Me refiero a tu actitud —un sonido de duda vino de parte de él, por lo que tuvo que explicarle más a fondo—. A varios de este grupo no les gusta tu manera de actuar y de referirte a ciertas cosas. Te han llegado a comparar con un dolor de cabeza del pasado, para que te des una idea —rio.

Day Z T5 S.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora