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—Sí, mamá —asintió el rubio quien estaba teniendo una llamada con su madre.
—¿Y Jimin? ¿Está contigo? —preguntó ella.
—Hola, señora Min —saludó el rubio con una sonrisa, sosteniendo a Yoongi de la cintura mientras el mencionado estaba sentado en sus piernas, meciendo sus pies de atrás hacia adelante.
—Bueno, ahora estoy mástranquila. Deberías haberme avisado que no vendrías a casa despuésdelcolegio, Yoongi.
El menor cabeceó en arrepentimiento, asintiendo levemente aunque su madre no pudiera verlo.
—Lo siento pero...
Jimin le interrumpió. —Usted sabe que igualmente nunca dejaría ir solo a Yoongi, así que no se preocupe que yo lo cuidaré siempre —aseguró altanero.
La señora Min suspiró con inconfundible alivio.
—Sí, bueno, eso ya lo sabia —Yoongi supo que su madre estaba sonriendo—. Bueno, los veo luego, no vengan demasiado tarde —advirtió—. Pásenla bien.
—Adiós, suegra —Jimin se ánimo a decir, sonriente.
Yoongi se sonrojó.
—Jiminie —una queja surgió de sus labios, dejando relucir sus encías y dientes al sonreír—. Adiós, mamá —despidió, recibiendo una risita de su madre antes de colgar.
—Eres hermoso, ¿lo sabías? —preguntó el mayor susurrando en su oído, ganándose un suave puño en el pecho por parte de Yoongi antes de taparse su cara sonrojada.
—Minnie hace que me avergüence —abultó su labio inferior, aún ruborizado.
Un silencio se instaló entre ambos, hasta que Jimin habló en alto.
—¿Es normal que quiera besarte todo el tiempo desde que nos besamos, amor?
Yoongi destapó su cara al instante tras escuchar aquello, mirando ahora al castaño.
—Hazlo —cedió Yoongi, asintiendo con convicción.
No iba a mentir, él también quería besarlo otra vez.
—¿Seguro? —preguntó Jimin, relamiendo su labio inferior y afianzando el agarre que tenía en la cintura contraria.
Yoongi asintió.
—Si no quieres no hace falta.
—Pero sí quiero, Jiminie —aseguró.
—No quiero que te sientas presionado —volvió a decir, algo apenado.
Yoongi negó efusivamente. —No me siento así.
—Pero...
El habla de Jimin fue interrumpida por el suave agarre de Yoongi en sus mejillas, para luego sentir unos labios presionando los suyos.
También era una buena forma para callarlo.
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