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Yoongi y Jimin se encontraban acostados en la cama de dos plazas del primer mencionado, y tal como lo prometió el castaño, Yoongi se encontraba recostado en su pecho mientras que Jimin lo tenía rodeado con sus brazos, acariciando con una de sus manos la suave piel pálida del rostro del rubio, apreciando las facciones tranquilas de éste, dándose cuenta que ya había caído dormido cuando su respiración se había vuelto sumamente tranquila.
Era alrededor de la una de la mañana pero no podía dormirse aún, no cuando tenía a la persona de la que estaba enamorado al lado de él. De cierta forma siempre lo tenía al lado porque Yoongi era como un chicle que permanecía pegado a él todo el tiempo y eso le encantaba, demasiado. Se había vuelto una costumbre tenerlo cerca a toda hora y de cierta forma le preocupaba porque no quería depender del rubio y tampoco quería que Yoongi dependiera de él.
No es como si fueran a separarse o algo así, no estaba en sus planes y tampoco iba a permitir que eso pasara, simplemente no quería que dependieran el uno del otro pero eso era imposible a esas alturas.
Sintió a Yoongi removerse sobre él, buscando posicionarse más cómodamente. La mano del rubio se posicionó en el pecho del castaño, cerca de su propio rostro mientras que una de sus piernas se flexionó pasando por encima de las piernas de Jimin, quedando así casi totalmente encima de él.
Jimin afianzó el agarre que tenía en la cintura del menor y empezó a acariciar su espalda por debajo de su pijama, escuchando al rubio ronronear entre sueños por los mimos que recibía.
—Eres tan hermoso, mi vida —susurró Jimin, mirando las facciones tan bonitas de su mejor amigo, dejándole un beso en la frente. Vio a Yoongi sonreír un poco entre sueños y balbucear, entonces, notó que el menor empezó a abrir sus párpados lentamente.
—Jiminie —llamó aún algo adormilado—, ¿por qué no duermes? —preguntó, removiéndose hasta quedar cara a cara con el castaño, aún sobre su pecho.
Jimin no pudo evitar darle un beso en la frente, acariciando su mejilla con los nudillos.
—No tengo sueño, además, estaba admirando tu belleza —admitió sin pena.
—Mmh... —sonrió el más pequeño—, me gusta dormir así, Jiminie. No tengo frío ahora —se acurrucó nuevamente en el mayor, abrazándole en el proceso y dejando su cabeza relajada nuevamente en el pecho de Jimin, dedicándose a hacer dibujos imaginarios en el pecho del castaño.
—Tampoco tengo frío —murmuró el mayor, afianzando el agarre nuevamente que tenía en la espalda del menor, apegándolo más a él—. Es porque estás conmigo —sonrió. Yoongi sonrió de igual manera, observando su propia mano trazar líneas invisibles.
—¿No puedes quedarte a vivir aquí conmigo? —preguntó el rubio, puchereando.
—En un año más viviremos juntos —recordó con una pequeña sonrisa, acariciando la cintura de su mejor amigo.
—¿Y dormiremos así? —preguntó Yoongi, levantando la cabeza y mirando al mayor expectante a su respuesta.
—Sí, obviamente —afirmó Jimin, dejándole un beso en la nariz haciendo sonreír a Yoongi, quien se recostó nuevamente después de eso. Ambos se dispusieron a dormir abrazados y calentitos, compartiendo la calidez de sus cuerpos al estar tan cerca del otro.
Y es que ellos, aún así, no sabían que estaban actuando como pareja y una muy adorable.
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